—Anya, ¿me estás escuchando?
Eso es, Anya soy yo. Alguien a quien puedes estar hablando durante horas sin parar y te aseguro que te estaré escuchando, pero suelo estar tan distraída que lo más seguro es que se me olvide contestarte.
—Sí, perdona cielo, sabes como soy — le respondo a mi amiga que estaba sentada a mi lado echando cáscaras de pipas al suelo.
—¿Dónde crees que ha ido? ¿Por qué o por quién lo ha hecho? Creo que ya me he inventado cincuenta historias de Wattpad distintas, y cada una es mejor que la anterior.
—Carlota, sabes que me importa entre nada y cero la realeza de nuestro país. No sé dónde puede estar ese tal príncipe Edvin, y la verdad, tampoco me importa. No sé ni como es físicamente, para que veas mi grado de preocupación.
—Ahora ya entiendo porque estuviste saliendo con Mike. Tienes los estándares de belleza por los suelos. Déjame enseñarte una foto suya, y te aseguro que no volverás a tener un novio en tu vida. Todos te parecerán feos y repelentes. Por eso yo estoy soltera.
Comienzo a reírme tras el comentario de Carlota, ya que lleva perdidamente enamorada de su novia mucho tiempo, evitando así ver la foto del príncipe. Si a ella le gusta pensar eso adelante. No voy a ser yo quien le prohíba tener una relación secreta con el príncipe de Inglaterra.
—Claro, tienes razón. ¿No me tenías que contar algo acerca de Sheyla? Creo recordar que me dijisteis que estabais pasando por una crisis amorosa.
—Ah, cierto. La verdad es que me pareció mal cuando... — dejé que mi amiga me contase todos sus problemas con su novia, ya que cuando yo estaba saliendo con Mike, actualmente mi exnovio ella se tragaba cada una de nuestras crisis.
Levanto la cabeza para afirmar que la estoy escuchando, ya que, hasta ese momento lo estaba haciendo, pero algo o mejor dicho, alguien que se podría llamar perfección y apellidarse en persona apareció en mi campo visual.
Instantáneamente y sin pensarlo abrí una aplicación en mi teléfono y me puse a dibujarlo. Ese chico había despertado mi inspiración de alguna manera u otra y necesitaba dejarlo reflejado.
Comencé a rezar para que no se levantase de las escaleras en las que estaba sentado.
Hizo un trazo que reflejaban las ondas de su pelo rubio, parecían tan perfectas, como si hubiese estado más de dos horas para definir rizo por rizo. A continuación proseguí con el color tan personal que reflejaban sus ojos. Era un verde agua, podría verme reflejada en ellos si estuviésemos cara a cara. La mandíbula macada, y una nariz perfecta.
—Y entonces Sheyla me dijo que lo habíamos superado, pero yo no estaba de acuerdo, ¿quién prefiere a los gatos antes que a los perros? — continué asintiendo en modo automático.
Al cabo de cinco minutos más había hecho un retrato de aquel chico llamado perfección.
No sé si fue un impulso, o la persona que controla mi títere quien lo hizo. Puse la mano en la pierna de mi amiga que seguía con su debate de perros y gatos y me levanté en dirección del chico. A mi parecer no se notaba tanto a donde me dirigía y a quien estaba mirando, pero inmediatamente su amigo, o ese creo, se levantó a paso ligero.
Me giré para ver a Carlota, me había levantado sin decirle nada, pero ya no estaba. ¿Se había cabreado conmigo?
—¿Disculpa, te ocurre algo?
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Aquel chico llamado perfección.
Romance¿Cabe la posibilidad de enamorarse de un príncipe sin darse cuenta? Tal vez debería de reformular la pregunta. ¿Cabe la posibilidad de no conocer el aspecto del príncipe de tu país? Para Anya esta última pregunta tiene una respuesta clara, "sí, porq...