The man who smelled like the sun
Cuando Sanji cerró la puerta del apartamento, sus dos compañeros de piso se asomaron al pasillo y lo saludaron.
—¿Has cenado ya, rizado? —preguntó Zoro, a lo que el rubio asintió —. Mejor —dijo el peliverde, antes de desaparecer en la cocina.
—Oye Sanji, ¿te lo pasaste bien con Torao? —preguntó Luffy esta vez, con una sonrisa inocente que Sanji le devolvió.
—Lo pasé increíble —respondió, provocando que el pelinegro soltara una breve carcajada, feliz.
—¡Eso es genial! ¡Oye, Zoro, comida! ¡Me muero de hambre! —exclamó, siguiendo los pasos de su amigo peliverde, rumbo a la cocina, desde donde se escuchó al hombre cabeza de musgo exclamar, cuando Luffy repitió lo hambriento que estaba reiteradas veces:— ¡Ya pedí la comida, no te pasará nada si esperas 30 minutos más!
Sanji sonrió al escuchar las quejas de Luffy, mientras se apoyaba contra la puerta suspirando levemente.
Decir que lo había pasado increíble había sido quedarse corto.
Había ido a casa de Law por primera vez en el año que llevaba saliendo con él, y desde que se habían sentado en el sofá apenas se habían movido. ¿Quién le hubiera dicho que alguien con una apariencia tan seria podría ser tan lindo por dentro?
Law se había encargado de llenarlo de tímidos besos por toda la cara, abrazarlo mientras veían una maratón de películas, e incluso hacerlo reír en su intento de hacer la escena de “La Dama Y El Vagabundo” (aunque, al final, lo logró).Salió del salón con una sonrisa un tanto idiota, recordando la risa de Law cuando vio su rostro manchado con salsa de espagueti y se sentó en su cama, respirando hondo para suspirar.
Sin embargo, olvidó cómo soltar el aire cuando captó un olor familiar en su propia ropa. Agarró el cuello de la sudadera y escondió su nariz en la tela, inhalando aún más profundo; definitivamente era el aroma de Law: menta, pimienta negra y colonia. Se había impregnado en su ropa, probablemente en alguno de los abrazos que se habían dado o cuando se acurrucaron durante horas en el sofá.
Se tumbó de espaldas en la cama, con la nariz todavía dentro de la sudadera, los ojos cerrados y el rostro acalorado por el rubor furioso que lo cubría. Cada vez que respiraba por la nariz le venían recuerdos de esa cita, e, incluso, de cómo se habían conocido, de su primer beso… de todos los momentos que había pasado con Law.
Lo hacia sonreír de formas tan tontas, provocaba que su corazón latiera tan fuerte, que se derritiera tan rápido cuando susurraba su nombre (“Sanji-ya”) en su oído...
Ese hombre, incluso con sus pequeños detalles furtivos, como esa cita, era lo mejor que le pudo haber pasado en muchísimo tiempo
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𝐄𝐥 𝐛𝐚𝐮𝐥 𝐝𝐞 𝐀𝐩𝐨𝐥𝐨
Fanfiction❛Cuenta la leyenda que el dios Apolo, de gran belleza y atrayente labia, guardaba en su templo un baúl dorado y que, en las noches solitarias de invierno ──cuando el Sol tenía menos presencia en el cielo──, lo abría y contemplaba su interior: los re...