Lo oculto ha de ser manifiesto.

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Annie, era el cielo de sus padres. Una pequeña codiciosa, perfeccionista e inteligente. Sus cabellos lacios y dorados le hacían lucir como una princesa y hacían un contraste perfecto con su piel de un caramelo sutil. Su carácter era fuerte; su actitud necia muchas veces podría sacar de quicio a otros, sin embargo, no era alguien para odiar o a quien pudieses guardarle alguna especie de rencor; inexplicablemente, era alguien de querer, más aún cuando conocías ese carisma atrayente que poseía. Aquellos grandes ojos color oliva, te hacían alucinar. Y esa pícara sonrisa, era una muestra de que habías caído ante el encanto de esa niña. Siempre obtenía lo que más quería; se vio rodeada de lujos que muchos niños carecían. Y no era para menos, pues, siendo hija de un poderoso e importante hombre de negocios, este consentiría a su pequeña en lo que le fuese posible.


''El cuento de hadas, pareció derrumbarse''.


Los días comenzaron a cambiar con el transcurrir de los años; Annie, a sus 14 años, se sentía angustiada cada vez que un ruido ensordecedor le hacía estremecer. El ruido que le alertaba de otra innecesaria discusión, o al menos, eso creía ella. No se mostraba cómoda ante la situación, que muy pronto se volvió monótona. Las peleas de sus padres cada vez se tornaban peores. Las palabras hirientes que eran lanzadas como cuchillos al corazón de cada uno, por parte de ambos, le entristecía intensamente. 


''¿Cuándo acabará esto, papá, mamá?''.


—No comprendo a lo que juegas. ¿Realmente debías mantenerlo oculto? ¿Qué acaso no pensaste que tarde o temprano me enteraría de semejante estupidez? —. Sarah, la madre de Annie, totalmente furiosa, no perdía de vista ni por un segundo el rostro lleno de tristeza y vergüenza perteneciente a su esposo. — Sarah, ¿En algún momento creíste que lograría encontrar el valor para contarte? ¿Cómo quieres que mire a Annie igual luego de esto? —. Los ojos de Harry eran cristalinos. No creyó verse descubierto por su esposa, que probablemente, le pediría el divorcio. 


''Pensé que era la única en tu vida''. 


. . . 


Harry, hace mucho, antes de casarse con su actual esposa Sarah, había mantenido una relación con otra mujer; esta mujer y él, se conocían desde que eran tan sólo unos niños. Jenn, era la hija de la criada que trabajaba en la mansión de su madre en aquel entonces. La madre de Jenn, expresaba gratitud a la madre de Harry ejerciendo el trabajo de criada, encargándose de las labores domésticas; gracias a la señora, tenía un techo en el cual sentirse acogida, y su pequeña podía alimentarse para crecer sana y fuerte hasta que se hiciese independiente y pudiese irse de allí, tal vez a perseguir algún otro sueño. Jenn se hizo buena amiga de Harry siendo infantes; incontables veces compartían una memorable tarde de juegos y a medida que crecían juntos, ambos comenzaban a permitir la presencia de un hermoso sentimiento, que no tardó en nacer ni en manifestarse ante ellos. Ese sentimiento, más fuerte que el cariño mismo, florecía con fervor; y muy pronto, demostraron de mil y un maneras posibles, el amor que compartían el uno hacia el otro. A escondidas, y con una calidez recorrer hasta la más mínima zona de su cuerpo, entrelazaron sus manos, al mismo tiempo que sus cuerpos, y por supuesto, que su alma; haciéndose uno ante aquellos contactos que ardían cada vez más en sus pieles, se dejaron llevar, hicieron a un lado sus preocupaciones, ignorando la prohibición por parte de sus madres con respecto a su relación. Allí, en la habitación de Harry, sucedió algo que nunca olvidarían. Sucedió, que nunca querrían separarse y deseaban luchar contra cualquier tempestad tan sólo por su amor. Siempre desearon crear un futuro juntos, ser bendecidos con una grandiosa familia, con recuerdos inolvidables y que en su vida no les faltase nada para cumplir todo aquello que anhelaban lograr y se habían propuesto desde muy jóvenes. 


En unos tres años, esta romántica historia, se vio envuelta de muchos contras cuando la prepotencia de la madre de Harry hizo acto de presencia. Comenzó a odiar a esa niña en el mismo instante en que notó cómo observaba a su querido e ignorante hijo. No permitiría que aquel joven cayese tan bajo como para casarse con la hija de una detestable criada. Y así mismo, convirtió aquellos malos pensamientos en hechos terribles. Una vez que despidió a la madre de Jenn, ambas quedaron en la calle, sin oportunidad de nada. Harry no pudo hacer mucho; él hace dos años se marchó en un viaje de estudios al extranjero. Y su madre, aprovechó la oportunidad de su ausencia para hacer de las suyas. Prohibió tanto a la criada, como a la hija de esta, acercarse nuevamente a su mansión y a su familia, amenazándolas a muerte. Harry al volver de aquel largo y tedioso viaje, nunca se imaginó que su madre sería una mujer tan cruel como para cometer aquel acto tan aberrante. Intentó buscar como le fue posible a su amada, pero jamás volvió a verle. Ni tampoco tuvo la oportunidad de enterarse, que en el vientre de Jenn, una pequeña criaturita estaba creciendo; Jenn aguardaba a por dar a luz, un bebé de Harry. La madre de Harry, lo sabía, más nunca le contó de este gran detalle a su hijo, ni a nadie más. Y para terminar su estratégico plan, ya había encontrado a una esposa perfecta para Harry; sí, se trataba de Sarah; obligó a su hijo a contraer matrimonio con esta mujer, aún cuando este se aferraba al inmenso y real amor que sentía por su querida Jenn. Más su madre, frívola como de costumbre, le amenazó con encontrar a su amada, y ser capaz de matarle. Harry, siendo consciente de que su madre podría cometer cualquier horrible acto, aceptó y calló su lamento. Guardando ese secreto y dolor por mucho tiempo. 


. . .


Nunca este hombre detuvo su búsqueda; ni siquiera estando casado con otra mujer logró olvidarse de su añorada Jenn y después de unos largos años, obtuvo resultados. Había encontrado a su amada Jenn. Y no sólo a ella, si no, que para su sorpresa, había encontrado a aquel bebé, que ahora, era una preciosa jovencita.


Angela es una jovencita inteligente; siempre emprendedora, siempre curiosa de descubrir nuevas cosas para saciar su sed de conocimiento y oportunidades nuevas que logren presentarse ante ella. Al momento de nacer, su madre la vio como algo sumamente preciado y hermoso, como su pequeño ángel. La dulce niña de ondulados cabellos rojizos, con alguno que otro mechón rubio, era como una muñeca con aquella piel pálida y tersa. Sus rasgados ojos de color turquesa, transmitían una paz inexplicable. Aquel color era como el de una gema preciosa y valiosa. Sin mencionar que poseía una mirada penetrante desde infante. Cualquiera que le observase, cedería ante ella. Su presencia era sin igual, y su sonrisa, acompañada de unos adorables hoyuelos, conmovía hasta lo más profundo del alma. Y esta joven, era la hija de Jenn. . . Y por supuesto, también, era la hija de Harry.

Angela's rebornDonde viven las historias. Descúbrelo ahora