Un grupo de chicos se encontraban atrapados en una casa que se encontraba ubicado en lo alto de una montaña; una excursión a través de unas librerías donde ellos hojeaban unas revistas de Condorito les había llevado hasta ese lugar, una casa de aspecto común y corriente, bastante agradable, donde no se daba la impresión de que estuviesen atrapados, pero igual, no podían intentar salir de allí sin experimentar una sensación de vértigo que les impedía ir más allá del umbral de la entrada.
La mayor parte de los estudiantes prisioneros permanecían esperando en la sala, más impacientes que asustados. Uno se entretenía escribiendo en su celular al detalle los errores históricos de la película Apocalypto, haciendo hincapié en que su director había confundido mayas con aztecas, sentado en un sofá tapizado con motivos florales.
Otros se entretenían viendo la tele en una de las habitaciones.
Por fin, una mujer de cabellera negra con una trenza, vestida como una doctora, llevaba al lugar; ella era la dueña de la casa y parecía una persona bastante amable, pareciendo en un principio que ella ayudaría a los niños a salir de allí: Les preguntaba con voz preocupada quienes eran, como habían llegado allí, donde estaban sus padres.
Pero en vez de eso, ella solo se iba del lugar sin hacer nada, dirigiéndoles una sonrisa socarrona antes de cerrar la puerta tras de sí; los niños seguían atrapados y su esperanza había quedado defraudada por esa mujer hipócrita.
Y con esa sensación terminaba mi sueño, con la sensación de una esperanza desinflada en el último momento.
Algunos de esos chicos me recordaban a un par de compañeros míos de la secundaria.
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Diario de Sueños y Pesadillas
Non-FictionPues eso, un diario de las cosas que sueño últimamente.