Me importa poco tu alma, pero tu cuerpo
es mío...JUNGKOOK
Mis músculos se tensan a medida que su aliento se envuelve con el mío. Sus ojos arden aún cuando no la suelto, no deja de clavarme la vista en silencio sintiéndose acorralada.
Su respiración se agita. La piel se me eriza. Todas mis terminaciones nerviosas colapsan. Puedo sentir cómo se eriza con mi toque, cómo no pestañea dedicándose a observarme a punto de golpearme para alejarme apenas haga un movimiento en falso.
Los dedos se me agarrotan y el jodido frenesí me ataca siendo un extraño para ella a punto de matarla para que solo así pueda terminar esta tortura.
Debería acabar con ella ahora. Asfixiar su jodida garganta con mis manos o probablemente tomarla en posesión hasta que grite auxilio, pero debo pensar con racionalidad al evaluar mis opciones, además, debo aceptar que me divierte ver ese rostro de ángel escondiendo el pánico a la defensiva. El deseo de besarla me invade, el jodido deseo de probarla no desaparece. Trato de acercarme a sus labios despacio, suave, lento pero:
—¡Ni siquiera lo intentes!
Amenaza cuando me muevo y enarco una ceja dejando que disfrute sus últimos minutos. «Solo mátala y te olvidarás de ella» El miedo es algo que un depredador huele a lo lejos y lo disfruto.
El corazón me bombea tan rápido que me pregunto a cuántos tipos se habrá follado ya antes de que apareciera en mi vida, con cuántos habrá experimentado lo que quiero hacerle o a qué clase de idiota habrá engañado en su maldita vida.
Mis ojos viajan hasta sus pechos, estos resalta de su blusa de tirantes cuando la aprieto a mi cuerpo, lucen suaves, apetecibles, dan mucho a qué desear.
—¿Nunca has visto el cuerpo de una mujer acaso? —susurra descarada y sonrío.
—Hay zorras mejores, querida.
Aprieta los labios.
—¿Qué haces en mi propiedad? —interroga irritada —Mantén tu distancia y comienza a explicar ahora mismo o juro que voy a gritar para que acaben contigo en cuestión de segundos —ordena, tratando de intimidarme pero el pánico la delata a simple vista.
—Hazlo. —mi voz es un eco —Son más grandes tus malditos pechos que la disque valentía que aparentas, amor.
—Hijo de perra.
—Cobarde. —le respondo con una sonrisa.
Forcejea dándome empujones bruscos y me es inevitable no sentir cómo sus pezones se erizan, cómo la jodida respiración se me tensa a la par de mi cabeza caliente que sigue gritando «Acaba con ella, hazlo ya» cuando no dejo de ver ese puto rostro que solo hace que quiera devorarla desde la primera vez que la vi.
Ni siquiera sé cuánto tiempo pasa pero la sangre me hierve. He visto cientos de mujeres desnudas, putas que me abren las piernas rogando que las monte, a las que me cojo empapándolas, pero esta es...diferente.
—¿Quién eres? ¿Qué buscas? —sus sollozos se hacen presentes, algo que me irrita.
—¿Te vas a poner a llorar?
—No me cambies la conversación bastardo.
—Lo lamento pero no tengo tiempo para dar explicaciones.
En un movimiento rápido doy un golpe en su nunca lo suficientemente fuerte a puño cerrado para dejarla inconsciente.
Mi erección manda en estos instantes.
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© Hasta Tu Último Aliento [JJK] (1)
FanfictionNo hay nada más peligroso que una sonrisa falsa y un apretón de manos firme...