La Oscuridad Seduce ©

32. Inexplicable

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Más temprano, luego de la visita del creador, Gabriel le había preguntado si podían empezar con el entrenamiento cuanto antes y Nash no tenía ningún problema con eso, así que aceptó de inmediato y ambos se trasladaron al patio trasero. Lo principal era fortalecer la resistencia física de Gabe, lo que era igual a ponerle una rutina de ejercicio retadora pero no demoledora...no del todo al menos. Pero incluso cuando trató de que fuera algo tranquilo, el ex arcángel terminó complemente agotado, yéndose a dormir justo después del almuerzo.

Y ya que Miguel estaba trabajando y Kia ocupada tratando de reordenar su vida también, Nash no tenía demasiadas cosas por hacer. Colleen había ido de visita a casa de su hermano, tal vez buscando un poco de normalidad, lo cuál estaba más que bien, ella merecía retomar su vida después del encierro al que se vio empujada. El problema es que eso dejaba a Nash solo y no sabía que hacer con eso.

Trató de quedarse en la sala y ver la televisión, pero nunca fue muy adepto a ella. De niño en el gremio no le concedieron demasiado tiempo de ocio. Todo fue sobre entrenar y prepararse para ser un cazador excepcional. No sabía cómo tener una vida normal. Fue esa la razón por la que terminó saliendo de la casa para dar un paseo. Por supuesto que no se fue sin antes dejar una nota pegada en la puerta del refri para que tanto su madre como Gabe supieran que no había sido secuestrado o algo así. De cualquier manera llevaba su teléfono y podían llamarlo si querían asegurarse de que estaba a salvo.

Así que por un largo rato se limitó a caminar sin rumbo, simplemente yendo hacia donde sus pies lo llevaran. Aquella ciudad no estaba mal, parecía tranquila, también habían algunos espacios abiertos, con árboles y naturaleza en general. Parecían los lugares adecuados para tomarse un tiempo fuera. Fue por eso que terminó internándose en una de esas zonas boscosas. No era demasiado grande por lo que no le daba miedo perderse.

Mientras caminaba tratando de no tropezar con las raíces de algún árbol, se preguntó qué estaba haciendo Lucifer. No lo había visto desde unos días atrás cuando visitó el infierno. No iba a mentir, el infierno lo dejó bastante impresionado ya que no era para nada lo que esperó. Quería conocer más de ese plano existencial, también quería ver a sus Hellhounds de nuevo.

Lucifer le dijo que eran suyos, que debía alimentarlos pero…¿cómo rayos iba a hacerlo si no podía ir al infierno por su cuenta? ¿Acaso el señor fe la oscuridad estaba manteniendo la distancia a propósito, para que Nash tuviera que llamarlo para poder verlo? Porque de ser así, podía esperar sentado, Nash no iba a llamarlo, tan sencillo como eso. Tal vez era una actitud obstinada, pero no iba a disculparse. Sabía que Lucifer tenía una afición por sacarlo de quicio y tratar de controlarlo. Bueno, dos podían jugar a ese juego.

Se detuvo cuando sintió un escalofrío recorrer su espalda. Se giró lentamente poniéndose alerta y maldiciendo en silencio por haber salido de la casa sin nada para defenderse. Ni una nada, ni una pistola o al menos agua bendita. Vio algo moverse por el rabillo del ojo, giró rápidamente solo para toparse con que a unos veinte metros había una figura translúcida observándolo desde detrás de un árbol.

Un fantasma.

Un poco de su aprensión se disipó porque gracias a su aura de un color ligeramente azulado sabía que no representaba un peligro. Cuando un el aura de un fantasma tomaba un color amarillento era un poco preocupante. Cuando el aura se mostraba roja o negra entonces era mejor que corrieras o estarías en problemas.

Le dio una última mirada y siguió caminando, después de todos los fantasmas de ese tipo rara vez hacían contacto. Por lo general seguían su camino, sumidos en una especie de confusión porque a veces ni siquiera sabían que estaban muertos. A veces no tenían consciencia en lo absoluto y no eran más que una proyección, resquicios del alma que alguna vez poseyeron.