prólogo

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Namjoon y JiMin tuvieron la suerte de conocerse el primer día de clases en una situación que ambos recuerdan con cariño.

Siendo un lugar nuevo que explorar, JiMin casi inmediatamente se perdió por los largos pasillos rebosados de estudiantes, desorientado y confundido. Suspirando con alivio cuando después de unos minutos –que parecieron una eternidad– reconoció a un inspector fácilmente por la insignia en su uniforme.

JiMin es algo tímido así que simplemente se mantiene inmóvil a un lado del hombre mayor, esperando que note su presencia mientras el señor se encuentra en una discusión muy acalorada con otro estudiante al parecer.

Un amable toque sobre su hombro logra desviar su atención, encontrándose con un chico sorprendentemente alto.

—Disculpa.— Dice el azabache, mostrando sus hoyuelos en una cálida sonrisa cuando logra posar su mirada en el rostro de JiMin.— ¿Sabes donde queda la sala doce?— Agrega.

—No, de hecho también la estoy buscando.— Admite mientras ríe de los nervios y esta es rápidamente acompañada por la del contrario.

—¿Te parece si buscamos juntos?— Sugiere amable mientras vuelve a encaminarse por aquel gran pasillo.

—Si, por favor.— JiMin no se molesta en disimular su alivio, apresurandose a su lado casi como un niño pequeño.

—Mi nombre es Namjoon, Kim Namjoon.— Se presenta, extendiendole su mano con una sonrisa que deja ver mejor los hoyuelos en sus mejillas.

—El mío es Park JiMin.— Dice mientras corresponde el saludo, notando una inusual aspereza en los falanges del contrario.

—Es un lindo nombre, te queda.— El tono de su voz es confiado, como si hubiera estado ensayando antes de salir.

—¿Quieres decir que yo soy lindo?— Pregunta con un semblante ligeramente coqueto, común en JiMin aunque no es propio en él tomar confianza tan rápido. Pero sinceramente es imposible resistirse a hacerlo cuando Namjoon desprende un aire atractivo.

—Si, eso también.— Tan solo esas palabras sumadas a la mirada profunda en sus finos ojos son suficientes para que el cabello de JiMin quiera ponerse de punta.

Namjoon ríe al ver su reacción, le parece tierna la forma en que los labios del castaño forman una línea y en sus mejillas se difumina un amable color rojo.

—Así que te gusta esta clase de cumplidos.— Murmura casi para sí mismo. —El rojo queda bien en tus mejillas.

El castaño niega con la cabeza a la vez que pone sus ojos en blanco. Notando los salones con un gran cartel de sus números correspondientes.

—¿Y eso que tan seguido sueles decirlo?— Una sonrisa nerviosa se curva en sus labios, intentando disimular esta mientras mira los carteles de cada aula.

—Muy poco, solo a los chicos lindos con tu nombre.— Afirma mientras se apresura a abrir la puerta del salón, extendiendo su brazo para cederle el paso al castaño.— Que casualidad, ¿no?

—Basta, o creeré que lo dices en serio.

꒰ ♡ ꒱

Ambos se habían mudado recientemente a la ciudad de Seúl y no conocían a nadie, agregando que el resto de sus compañeros no tenían algún interés en conocerlos, gracias a haber ingresado por su posibilidad de obtener becas dentro o fuera del país, era de esperarse que la mayoría no tendría intención de juntarse con unos "creidos".

Habría sido más sencillo si su profesor no los hubiera presentado de esa forma tan... brusca, casi presumiendo por tener alumnos tan "excepcionales" en sus palabras. Ya que desde el primer día se encargó de presumirlos como alumnos talentosos, incluso en otras clases.

Nunca les molestó, más bien les avergonzaba la actitud orgullosa que mostraba su profesor jefe, porque siempre desearon mantener lo de las becas en secreto para quedar como "los chicos que vienen de otra ciudad".

Pero bueno, los profesores nunca contemplan lo envidiosos que pueden llegar a ser sus propios alumnos.

A causa de esto se hicieron muy buenos amigos en poco tiempo, haciéndose compañía en cada clase que compartían, cada receso y ocasionalmente los fines de semana.

Ambos conectaron entre sí, como si estuvieran destinados a conocerse y congeniar de una forma perfecta.

Lo más destacable de Namjoon es su increíble intelecto y habilidad en los deportes, sobre todo en basquet, es precisamente uno de los tantos candidatos a una beca deportiva de preferencia para estudiar en el extranjero.

Era un chico un tanto despreocupado en cuanto a su apariencia, mantenía una buena higiene pero siempre se veía algo desordenado por su ropa holgada y sus cabellos ligeramente despeinados.

A JiMin siempre le llamó la atención como después de sus partidos de básquet su cabello negro azabache desordenado le daba un toque realmente encantador. La buena forma que posee Namjoon se trasluce tras su camiseta blanca por la presencia de una fina capa de sudor, dejando apreciar su linda piel de un hermoso tono canela después de cada juego.

El contraste entre ambos es bastante, ya que JiMin la mayoría del tiempo luce impecable con su uniforme que a pesar de ser muy simple y genérico lo hace ver como un modelo de pasarela. Con algo de maquillaje sobre las casi inexistentes imperfecciones en su rostro y sombra en sus párpados, dándole algo cautivante a su mirada.

Con sus palmas temblorosas y rostro ligeramente sudoroso desde el primer momento JiMin se sintió atraído como un fuerte imán hacía Namjoon.

Lo atribuyó a la emoción del primer día de clases y con el paso de las semanas fue complicado darse cuenta que aquella sensación brotaba desde lo más profundo de su estómago hasta su garganta al sentarse junto a su mayor.

Ya han pasado dos meses desde el inicio de clases y JiMin está seguro de lo que ocurre. Le gusta Namjoon, el chico que disfruta de enrojecer su rostro cada vez que tiene la oportunidad.

Rojo ; MiniMoniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora