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No paso mucho tiempo, su maestro lo convirtió en una yegua de cría, tuvo el atrevimiento de hacerlo... él... él...

La mente de la mascota se rompió por segunda vez, estaba enojado, quería venganza, quería destruir a su maestro, cortar su cabeza y colgarla como un trofeo, tal como los elfos de la familia Black.

Espera... ¿Quiénes eran los Black? ¿Tenían cabezas de elfos expuestas?

La cabeza de la mascota comenzó a doler intensamente, lágrimas rodaron por su rostro demacrado, su cuerpo tembló y se retorcio como si estuviera bajo cruciatus, las cadenas que lo tenían firmemente atado tintinearon.

Tenía recuerdos de haber amado a un hombre, su padrino, recuerdos de verlo caer a través de una especie de cortina ondeando, recuerdos de una casa decrépita.

A la mascota se le partió el corazón, todos estos recuerdos venían con fuertes sentimientos, necesitaba salir de este lugar, necesitaba recuperar su mente, eso es lo que sintió que el hombre le habría dicho... ¿pero quedaba mente por recuperar? Y ¿como se liberaría de las ataduras?

Ahhh...estaba embarazado... su maestro no podía mantenerlo en estas condiciones, estaría obligado a trasladarlo a un lugar más cómodo, sin consumo de pociones, sin sexo, sin golpes, todo por el bienestar del bebé por nacer...

La mascota rió como loco, sonó como la perra Bellatrix Lestrange.

No llegaron más recuerdos a su mente echa jirones, y solo mantuvo el atisvo de 'cordura' si podía llamarse así, gracias al hombre Black.

La mascota sabía que su maestro no era ningún tonto, y si quería engañarlo debería ser extremadamente cuidadoso, y si quería escapar debería ser en el primer trimestre de embarazo, luego no habría posibilidades con un estómago enorme.

Ahora mismo solo tenía un mes y se encontraba en una habitación con una cómoda cama y cualquier puerta y ventana sellada, solo un elfo domestico entraba para alimentarlo y darle de comer, y solo cuando la sanadora llegaba para su revisión es que veía a su maestro, y eso era una vez por semana.

En su mente se iba formuladando un plan... aunque era osado y arriesgado... necesitaba dejar a su maestro, tenía que irse, tenía que hacerlo por el hombre que había muerto tratando de protegerlo.

Hoy era EL DIA D, iba a escapar o iba a ser terriblemente castigado si lo atrapaban.

Su maestro al final parecía que si era un idiota, por que al intentar abrir la puerta siseo en parsel 'abrir' y eso fue todo.

Tonto de él, demasiado confiando, nunca debió bajar la guardia, en su mente resonaba una frase vigilancia constante, y tenía la sensación de que la había escuchado muuuchas veces.

Todas las puertas en la mansión le obedecían a su maestro, y se abrían con su solo pensamiento, también tenian una clave en parsel solo para... él no sabía para que... Pero las debilidades de tu enemigo, eran las fortalezas tuyas.

El día D, como lo llamaba, había sido elegido cuidadosamente.

Los días lunes por las mañanas tendría el control de la sanadora y su maestro se quedaría y le follaría la garganta tan duro que casi no tendría voz hasta la siguiente visita, y no era como si la usara ya que lo únicos que salía de su boca era el parsel. Al mediodía un elfo aparecería con su comida y exactamente cuarenta minutos después volvería para llevarse los platos sucios, a partir de ese momento no vería a nadie hasta las siete de la tarde, tiempo suficiente para escapar.

LIBERTAD, DULCE LIBERTAD. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora