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SKYE

Me levanto con el olor de los croissants llegándome desde la mesa. Tengo un gran reloj interno, por lo que consigo despertarme siempre temprano sin necesidad de un despertador. Me pongo la bata al salir de la cama sobre el camisón y llamo a Laura a través de un botón que conecta mi habitación con su despacho.

Pocos segundos después entra sin llamar y se sienta frente a mí en la mesa, mientras yo me sirvo mi café y abro por la mitad mi delicioso desayuno para untarlo con abundante chocolate.

—Empieza las tareas de hoy. Ya habrá tiempo para discutir la idea de Michael más tarde. Lo primero es lo primero.

Después de tantos años, nos conocemos muy bien la una a la otra. Sé que está ansiosa por saber qué decidiré respecto al pobre chico. Tengo su destino en mis manos. Pero es necesario que no me distraiga de lo más importante.

—De acuerdo. A primera hora tienes entrenamiento con los nuevos. Joe me ha dicho que estaría bien que te pasaras para darles un entrenamiento que los ponga en su sitio.

Me quedo mirándola y alzo una ceja, en actitud escéptica y burlona a partes iguales.

—¿Me estás diciendo que Joe ya no impone respeto y tengo que ir a hacerlo yo?

—No, te estoy diciendo que Joe y yo estamos de acuerdo en que no hay nada como que la reina se presente a poner firme a, literalmente, todo el mundo.

Me lo pienso y, como sé que, en realidad, no tengo mucha opción a elegir, asiento con la cabeza.

—Está bien, ¿cuánto durará el entrenamiento?

—Sería conveniente que durara cerca de las dos horas. Sé que es mucho, pero Joe me ha pedido que los agotes con las lecciones más importantes. Ya sabes...las que hay de saber no en la teoría de una sala cerrada sino en la práctica del mundo real.

—Ya entiendo. Nos divertiremos usando armas de verdad, ¿no es así? —digo, recreándome en el placer de asustarlos un poco.

—Queda a tu elección, Raven.

Asiento, conforme, y sigo comiendo, esperando a que continúe con el resto de la agenda.

—Después te he dejado una franja libre para que puedas ducharte y comer un poco. Tienes una reunión con los chinos en la sala B5. Está previsto que dure solo una hora, tal vez menos. Es cuestión de revisar su contrato y renovarlo. No pondrán objeción. Tienes en el cajón de la mesa de tu despacho los informes de su rendimiento, por si quieres renegociar los términos del contrato.

Me sonríe maliciosamente y capto enseguida el propósito de los papeles.

—Tienes una misión después de la hora de comer en el sur del barrio. La policía tiene preparada una redada para la bratva local.

—Es cierto, pidieron audiencia la semana pasada con el problema de la policía, ¿verdad?

Asiente con la cabeza y anota algo en su libreta.

—¿Irás con los veteranos?

—Sí, pero estaría bien traer a algunos de los más novatos. Hay que empezar a preparar a la última tanda para lo que se viene, Laura.

Hace algunas anotaciones más.

—Probablemente te lleve toda la tarde prepararte y realizar la misión, pero me gustaría que reservaras una parte de la noche para planificar los presupuestos.

Proyecto MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora