Capítulo 8

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Narra Perth:



El estacionamiento estaba lleno, así que fue muy díficil que nos retiráramos en el momento, Bill dijo que debíamos esperar y era mejor eso, que salir con todos los periodistas. Me sentí muy aliviado cuando Mark se calmó, dejando de sollozar, pero también me divertí muchísimo al sentir su mano buscando debajo de su trasero.

- ¿Qué haces? ¡Jajajaja! Me haces cosquillas... Ya deja eso. - Traté de quitar su mano y él me besó.

- Perth, quiero hacerlo... - Su voz fue suave, pero malditamente caliente.

- ¿Aquí? ¿Ahora?

- Hace calor...

El aire acondicionado estaba encendido, pero Mark estaba dudando como si hubiera estado expuesto al sol por un periodo bastante largo de tiempo y recordé la maldita droga. Pensé por un instante, mientras sostenía sus muñecas, porque sus manos estaban muy inquietas queriendo tocarme de cualquier manera y sin importar nada.


🔥🔞🔞🔞🔥


Mi risa terminó al sentir su lengua sobre mi cuello del lado izquierdo, y cuando me mordió, sollocé su nombre prácticamente para suplicarle que se detuviera, porque me estaba excitando. El problema, es que puedo luchar contra todo por Mark, pero jamás contra él y la forma en que me pone duro solo con pensar en él.

- No, amor detente. Por favor, ya basta... No lo hagas, debo llevarte al hospital. - Trataba de separarme, pero con él sobre mis piernas, fue más difícil, sobretodo cuando se sentó a horcajadas.

- ¡Tú eres mi hospital, papi!

Sabía que no era consciente de lo que me estaba diciendo, pero que de sus labios saliera la palabra, papi, dirigida hacia mí y luego que me robara un beso que nos dejó sin aliento; fue como juntar varias de mis fantasías, ponerlas frente a mí y decirme, que ese chico por el que luché, es mi esposo y está dispuesto a hacer todo lo que yo quiera.

Nos separábamos por leves intervalos para respirar y después volvíamos al proceso de dejarnos sin aliento por otro largo momento; nuestras lenguas luchaban por el control dentro de nuestras bocas. Fue como hacernos el amor, solo con la boca; luego, todo se calentó, mis manos recorrían su cuerpo, esa deliciosa piel que deseo poseer.

- Bebé, detente. Estás jugando con fuego...

- ¡Entiende que me estoy quemando!... ¡Ayúdame!

- Mark.

Mi hermoso Mark está desenfrenado, no podré detenerlo, ni a mí mismo, él es lo que yo más quiero y el problema más grave que tengo en este momento, es que su sistema ya contrajo la droga, por eso necesita sacarla de algún modo, no me gusta la idea de hacerle el amor a Mark en esta condición, pero si no lo hago, su corazón se detendrá.

Mañana, mi esposo puede enojarse conmigo, golpearme, incluso demandarme, nada me importa más que salvar su vida; al fin lo tengo y no pienso perderlo por una maldita droga. Así que mordí levemente su cuello, succioné su hombro y le quité el top mientras rozaba su torso, porque me separaba de sus preciosos pezones.

- ¡Así, Perth!

Además de su gemido, empezó un vaivén con sus caderas, provocando que mi pene se endureciera aún más; las insinuaciones Mark, me están llevando a un límite desconocido para mí. En esa limusina el calor se volvía insoportable, aún con el aire acondicionado encendido, Mark me había contagiado del deseo de hacerlo mío.

Se levantó de mi regazo y con la dificultad que le daba el hecho de que estábamos metidos dentro de un auto, logró quitarse los shorts extra cortos que aceleraron mi ritmo cardíaco. Arrodillado en el piso, sacó su lengua y mojó dos de sus dedos, luego los metió en su trasero, era una imagen tan erótica, que hacía mi pene doler en mis boxers.

Solo Un Contrato "PerthMark"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora