03.

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En mis sueños, el viento susurra secretos
que prefiero no escuchar...

JUNGKOOK

Adelaida no dejaba de temblar, algo que ya me estaba desesperando. Yo sabía que esta no era la mejor solución, pero no tenía otra salida. La deseo más que nada en este mundo. Estoy profundamente enamorado de ella y nada ni nadie se interpondrá, no si yo no lo permito.

—¡Suéltame! —suplicó, sobándose las muñecas cuando la suelto —. ¿Qué es esto? ¡Dime qué demonios planeas! ¡Auxilio! —empezó a gritar, su voz resonando en el espacio vacío.

Me acerqué a ella, mi corazón latiendo con fuerza, pero mi rostro permanecía impasible.

—Cierra esa boca. Aquí nadie va a escucharte.

—¡¿Qué demonios te pasa?! ¿Por qué me tienes aquí? ¿Qué pretendes? —sus ojos estaban llenos de lágrimas, y por un momento, casi me derrumbo.

Respiré hondo, tratando de mantener el control.

—Mi nombre es Jungkook, Jeon Jungkook. No tengo la obligación de decirte toda mi vida ni darte explicaciones —contesté —. Ahora formas parte de mi territorio. No te puedes ir.

Adelaida me miró con una mezcla de miedo y confusión. —¿Territorio? ¿Qué significa eso? —preguntó, su voz apenas un susurro.

Me acerqué aún más, sintiendo su aliento entrecortado. —Significa que eres mía. Que nadie más puede tenerte. Que haré lo que sea necesario para mantenerte a mi lado y me vale una mierda si estás de acuerdo o no. —dije, cada palabra cargada de una intensidad que no podía contener.

Ella retrocedió, sus ojos llenos de terror. —Estás loco —murmuró, y su voz se quebró. —¡Joder, estás completamente loco!

—Tal vez lo esté —admití, sin apartar la mirada de la suya —. Pero es un precio que estoy dispuesto a pagar por ti.

—¡¿Qué quieres de mí?! ¡Deja la mierda ya! Prometo que no diré nada de esto para que no tengas problemas, pero por favor, liberame...

—No puedo hacer eso —dije mientras negaba con la cabeza —No sabes cuánto espere para tenerte conmigo y finalmente te tengo, eres de mi propiedad.

Me acerqué a ella, quedando a pocos centímetros de distancia, lo suficiente para escuchar su respiración agitada. Adelaida me empujó con agresividad y se alejó de mí lo más que pudo.

—¡Estás demente si crees que así aceptaré estar contigo, eres un maldito enfermo! —gritó con enojo.

Voy hacia ella y sujeto su mentón con rudeza. Su resistencia hacía que mi paciencia se rompiera. Todos mis sentidos estaban alerta, y sabía que debía mantener la cautela, pero no lo soportaba.

—¿Acaso pedí tu opinión? ¿No, verdad? —aclaré —Quiero que me ames como nunca lo has hecho antes. Insúltame todo lo que quieras, eso no cambiará nada. Nadie se interpondrá entre tú y yo. Aunque nos mantenga unidos la misma muerte, te mantendré a mi lado en esta vida y en la siguiente, te guste o no.

—¡Ni siquiera te conozco! —gritó ella, desesperada.

Ignoré su comentario, porque enseguida me ponía de mal humor.

—Tengo límites y no quiero que me pongas a prueba —amenacé, mis ojos la miraban con enfado.

Adelaida no dejaba de llorar. No quería que me tuviera miedo, pero tenía que saber cómo serían las cosas de ahora en adelante.

Me senté a la orilla de la cama para tranquilizarme pasando ambas manos por mi rostro, volví a observarla.

Pescaría un resfriado si permanecía ahí de pie.

© Hasta Tu Último Aliento [JJK] (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora