Capítulo 7

3 2 0
                                    

A medida que avanzamos vimos que el pasillo pertenecía a un sótano repleto de cosas, rejas y estanterías. Todo allí se veía viejo e irrelevante, no obstante, la atmósfera de aquel lugar era pesada. Como si en cualquier momento algo saldría a atacarnos.

Faifort debió sentir que algo me preocupaba porque se acercó a mí y acarició mi pierna con su cuerpo felino. Yo le sonreí y seguí caminando. Gideon nos llevó hasta una especie de reja que, al abrirla, reveló ser una jaula.

─Entren. Nos llevará hasta nuestro destino.

Yo por supuesto que tuve dudas para subir, pero al ver que aparentemente más nadie las tenía, me limité a entrar. Gideon cerró la puerta y empujó una palanca provocando que aquella jaula comenzara a subir.

─Los mortales llaman a estas cosas "ascensor" ─dijo al ver nuestras caras de asombro─. Tendrán que acostumbrarse a ellos. Aunque créanme que hay cosas más raras.

La jaula siguió con su camino hasta que las sombras fueron consumidas por una luz blanca intensa y paredes de metal brillante. Tuve que cerrar los ojos para acostumbrarme a tanto brillo.

Lo que vimos cuando el ascensor se detuvo no deja de impresionarme ni siquiera el día de hoy. Cientos de personas iban y venían atareadas con sus propios asuntos. Todas vestían con túnicas de diferentes colores o con trajes de combate similares a los que Elisse usaba al ir a los bosques.

Me giré hacia ella e intercambiamos una mirada. Guiñar un ojo era su manera de decirme que estaríamos bien. Asentí ligeramente y salí del ascensor y caminé con el grupo.

Todo en aquel lugar me impactaba. Las personas tenían rostros duros y vi a varios con cicatrices en la cara. Algunos susurraban palabras que no entendía o nombres que no conocía. Nadie se movía con paso lento e incluso los garbolls, que evidentemente formaban parte de aquella organización, también parecían moverse enfocados en algún objetivo. Instintivamente miré a Faifort y me pareció reconocer una chispa de impresión en sus ojos amarillos. Él también era un novato.

Pocos cayeron en cuenta de nuestra presencia en el camino a nuestro destino. Aquel era una sala de gran tamaño igual de blanca e inmaculada que los pasillos de la institución. En su interior había un hombre de cabello blanco y túnica del mismo color que fácilmente podría camuflarse con las paredes. A su lado había una llama verde levitando y una esfera con la forma del mundo que ya antes había visto en la academia. Detrás de él se encontraba otro hombre, pero este era mucho más joven y de cabello canoso. No llevaba túnica, sino un traje negro que contrastaba con todo lo demás.

─Bienvenidos al cuartel general de la Zash ─saludó el anciano. Era el hombre que había ido por Elisse a la academía─. Para los que no me conocen, soy Emil Forrel, director de la Zash y a mi lado está el primer ministro, Charles Wayne.

Todos asentimos. El anciano nos miró con atención. Sus ojos eran castaños y brillantes. Realmente resultaban intimidantes, más que los azules y discretos del primer ministro.

─Supongo que los más jóvenes ya saben por qué están aquí ¿cierto? ─dijo Charles con tono frío y áspero.

─Naturalmente ─respondió por nosotros Emil─, pero será mejor que los pongamos al día mientras les explicamos su misión.

Dicho aquello se puso de pie y fue hasta una pared que, en realidad, era una puerta por la cual nos indicó que los siguiéramos. Demi, Ross y yo miramos a Elisse quien asintió antes de dar el primer paso.

Emil nos llevó hasta un pasillo un poco más oscuro. Las paredes eran grises y la luz menos intensa. A los lados había puertas con placas que identificaban nombres de departamentos y especializaciones tales como "Magia prohibida", "Entidades demoniacas", "Inmersiones oscuras", "Relaciones humanas" y demás.

Proyecto GrondheilWhere stories live. Discover now