Todo pasaba demasiado rápido, apenas conocía a esta mujer y ya estaba metida en un coche de camino al centro comercial con sus parloteos repelentes en mi oído.
Una vez que llegamos, me bajé del coche y entré ─ siendo arrastrada por Cress ─ en una tienda lujosa y llena de vestidos lujosos.
Me probé como cincuenta vestidos.
Empezamos con uno blanco, de seda muy parecido al que usé el primer día que viví con Aaron, pero un poco más largo y de encaje.
─ Preciosa. Estás guapísima. Este te lo llevas sí o sí.
Qué persona más repelente, por favor.
¡Silencio, Conciencia De Hazel!
─ No me queda mal... ─ quería morirme ahí mismo ─. ¿Cuánto cuesta?
─ Oh, de eso no te preocupes. Lo paga el mantenimiento Real. Pero si te interesa, son dos mil dólares canadienses.
¿¡Cuánto!?
─ Dos mil... ─ repetí, atónita, esperando a que me dijera que era una broma.
─ Vamos, mujer, y este es de los más baratos.
Sonreí incómoda y sin saber qué decir, la seguí. Después de muchos vestidos hermosos e incómodos de narices comprados, fuimos a la peluquería. Me dijo que me invitaba ella, porque hoy estaba contenta. Yo acepté su oferta, obviamente. Me planché el cabello ─ aunque ya lo tuviera medio liso─ y lo saneé, nada fuera de lo normal.
Lo mismo hizo con mis uñas, retiré mi manicura francesa ─ hecha la noche anterior, de madrugada, en un momento que no podía dormir, un poco más tarde de lo sucedido con la carta ─ y me puse un esmalte negro obsidiana, que resaltaba sobre mi piel blanca.
♕♕♕
Estuvimos muchísimo tiempo allí, como unas tres horas cuando por fin estábamos de vuelta al castillo.
Entré a mi habitación, cargada de bolsas y me encontré a Aaron guardando lo que parecían ser unas baquetas en el cajón.
¿Baquetas? ¿Para qué? ¿Acaso tocaba la batería? ¿Y por qué las guardaba en mi cuarto?
Aaron se giró y me dio un repaso de arriba a abajo. Después se acercó a mí para ayudarme con las bolsas.
─ ¿Cómo has sobrevivido con Cress durante tantas horas seguidas?
─ No tengo ni la menor idea ─ sonreí ─. Oye, ¿podrías dejar esto en el vestidor? Debo buscar a la pesada de Cress ─ Ya veía el «no» que escupiría Aaron.
─ Pero, ¿no venías con ella?
─ Sí, pero se ha entretenido.
─ Te llevaré las bolsas ─ rió, mientras yo intentaba no abrir los ojos con sorpresa ─. Suerte con ella, la necesitarás.
─ Ya, gracias.
Me marché, deseando que le hubiera caído una piedra en lo alto de la cabeza y en cuanto encontré a Cress viva, me acerqué a ella con decepción interior.
─ ¿Qué necesitas?
─ Perdona, cariño, me había entretenido ─ se volteó para mirarme ─. Pruébate el primer vestido que te he comprado.
─ Joder ─susurré ─. Ya voy.
─ ¡No palabras obscenas! ─ con una enorme sonrisa en la cara me dijo eso, como si estuviera contando lo que hizo ayer ─. Va en contra de las normas.
─Claro ─ fingí una sonrisa y me fui ─. Vi in cintri di lis nirmis ─ me burlé cuando ya no podía oírme. Cuando entré en mi cuarto, me volví a encontrar con Aaron, pero esta vez sentado en la cama. Pasé por su lado, nadie dijo nada. Entré al vestidor y tomé la primera bolsa que compró Cress. El vestido blanco de encaje.
Bueno, me quedaba mucho mejor ahora.
Me puse los tacones a juego y salí. Me volví a encontrar con Aaron y justo tropecé.
─ ¿Todo bien, princesita? ─ Dijo entre risas burlonas, mientras yo me moría de rabia y a la vez vergüenza ─. ¿Te ayudo?
─ ¡Estos putos tacones! ─ Espeté.
Una risotada por su parte. Qué raro.
Salí corriendo y me choqué con Cress.
─ No corras con tacones ─ sonrió. «Ni cirris cin ticinis» pensé, con un tono de burla interior, parecido al de antes ─. Bueno, ¿lista?
─ Supongo.
─ Todo irá bien, no te preocupes. Con práctica se puede. Además, es obligatorio. Si no lo haces, te quitarán tu puesto y buscarán a otra.
─ ¿Qué tengo que hacer? ¿Con qué empiezo?
¿Y quedarme sin dinero para mi familia y morir de hambre? No gracias.
¿Y quedarte sin ver a Aaron? Doble «no gracias».
¡Silencio de nuevo, Conciencia De Hazel!
─ Algunas reglas esenciales ─ cruzó sus brazos ─. Muéstrate perfecta ante todos. Tu apariencia es esencial. Ten cuidado con eso, nunca lo olvides ─ deshizo el cruce de sus brazos e hizo un movimiento con la mano, insinuando que la siguiera ─. Sígueme.
─ Claro.
─ Otra cosa, no puedes mostrar afecto en público, en este caso con Aaron, tan solo cogeros de las manos. Nada de besos, abrazos o caricias en público ─ apoyó una mano en su cintura, quedando más repelente todavía ─. Tampoco te dejes hacer fotos por los fanáticos.
─ Vale.
─ Aprenderás mucho más. A medida que pase el tiempo, te mandaré a una verdadera academia.
Asentí.
─Practica a caminar con tacones. Te veo en el castillo.
─ Hasta luego.
─Adiós.
¡Por fin nos hemos librado de ella!
Se fue y lo primero que hice fue quitarme los tacones mortales e ir descalza hasta el castillo, trayéndome sin cuidado las reglas estúpidas de esa mujer.
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¿Promesa? [✔️ COMPLETADA] ©
Novela JuvenilCanadá, un bonito país, una buena realeza y un futuro rey de veinte años condenadamente guapo. Aaron debe buscar una esposa para convertirla en reina con él, allí es donde conoce a Hazel. Una campesina de apenas diecinueve años que es obligada por s...