C.1 DEJARÉ LAS ARMAS

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Italia, región de Lombardía, provincia de Como.

Mi sangre desciende de la familia más importante de Italia, la que ha liderado por generaciones la mafia de este país. Mi dinastía se rige por códigos inquebrantables, protección, unión, lealtad, fe y amor. El lema que jamás se olvida, "Bellucci siempre Bellucci".

Soy Gianni Fabrizio, el menor de tres hermanos, el rebelde por excelencia. Meterme en problemas es parte de mi personalidad, situación que siempre juega en mi contra. La paciencia de Alessandro se puso al límite, prohibió las salidas nocturnas, sobre todo las mías.

Obedecer nunca estaba en mis planes, burlé la seguridad de la mansión para ir a los piques ilegales y competir. El exceso de afluencia ponía a las carreras en apuesta alta, eso lo hacía más emocionante.

- ¿Cuánto?

- diez mil euros.

Entregué el dinero sin poner atención en nada más. Estaba solo, sin la menor seguridad que pudiera ayudarme en caso de peligro. Estúpidamente creí que era intocable, el apellido que me distinguía pesaba mucho.

La orden de salida se dio, la adrenalina se disparó como cohete en el aire. Corría por las calles de la ciudad zigzagueando entre los autos. El premio no era lo importante, sino el reconocimiento. Iba a la delantera, con el corazón bombeando sangre a discreción.

Mi vista fue al espejo, quería cerciorarme de la distancia de mi competidor más cercano. El cambio de luces de una camioneta me alertó, conocía el significado. Aceleré en busca de una salida de escape. Un auto me cerró el paso, tripulantes bajaron con armas de grueso calibre, no me quedó más remedio que sacar una escuadra y disparar, me obligaron a tomar la calle que daba al lago.

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Los zumbidos de las balas pasaban cerca de mí. Quise virar en el puente empedrado, pero dos disparos me hicieron continuar por el mismo camino.

- ¡Mierda! – Me estaban guiando a una emboscada.

Frené al llegar al límite entre el pavimento y el mar. Intentaba ver por donde escapar, más ya no tenía tiempo, me iban a matar. Los láseres apuntaban en mi dirección, respiré sabiendo que era mi último aliento.

- ¡Al agua! – Escuché la voz de Luciano, mi hermano.

Simplemente me dejé caer. Escuchaba las detonaciones una tras otra sin parar, hasta que finalmente hubo silencio. Salí a la superficie cerca de la orilla, una mano me ayudó a subir, era Alessandro. Su gesto era molesto, realmente lo había hecho enojar.

- ¡Aprenderás por las malas idiota! – Me arrastró hasta su camioneta con Luciano a mi lado.

No me llevaron a casa, en su lugar fuimos a una construcción vieja y abandonada.

- ¿Qué es este lugar? – Jamás supe que este sitio era nuestro.

La afonía me hizo saber que estaba en serios problemas. Bajamos unas escaleras hasta llegar a lo que parecían ser celdas. Fui arrojado a una de ellas.

BELLUCCI, REENCARNACIÓN ITALIANA (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora