LA MAESTRA DECIENCIAS

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Llegaron a la ciudad en vísperas del Festival de Maíz. Un evento que cada año hacia de Smallville el sitio preferido de todos los turistas de la región.

Vestidos como pescadores, se alojaron en el hotel de la ciudad. Que casi estaba hasta los topes. Luego de eso salieron a recorrer el lugar, contagiándose de la algarabía de los lugareños. Bebiendo cerveza y preguntando donde se podía pescar.

Después del almuerzo. Continuaron con su recorrido. Uno de ellos, el que estaba sentado en la parte trasera del Lincoln, saco un sobre manila de cuyo interior había un expediente. Por fuera del vehículo, el calor se alzaba a medida que la tarde avanzaba.

Pasaron por la escuela, donde el hombre examino la fotografía, bastante buena de lo que era el edificio.

-Vamos a la casa.-dijo, y reanudaron el viaje-

La casa estaba a las afueras de la ciudad. Al parecer una granja pintoresca con algunas ampliaciones, dándole un toque moderno. El granero y la casa principal estaban limpios y pintados hacia poco. El buzón en la entrada decía Kent. Detuvieron el coche y el acompañante descendió de el con un par de binoculares.

Las fotografías mostraban a una mujer joven. De tez blanca, cabellos oscuros y cortos hasta los hombros esparcidos en rizos rebeldes. Algunas en la escuela. En el mercado. Otras en el pueblo haciendo cosas y por supuesto, en la granja. Era la misma casa.

Desde donde estaba vio movimientos en la propiedad. En efecto, era ella. Sonrió complacido al saber que su trabajo de años finalmente rendía frutos. Estaba a tan solo unos pasos de conseguir lo que tanto buscaba. La mujer salía de la casa, vestida con sencillez pero eso no impedía que se viera muy bien. Con falda y blusa. Subió a su coche y se encamino hacia la salida.

-Vámonos.-le dijo al hombre que continuaba afuera-

Obediente el sujeto regreso y se fueron antes de que el automóvil alcanzara la carretera de salida rumbo a la ciudad.

Ubicaron al vehículo estacionado en la biblioteca. Desde el otro lado de la calle, permanecieron allí observando. El hombre saco el expediente para leerlo una vez más: maestra. Decía su dossier. Maestra de ciencias de niños de primaria. Que absurda manera de terminar. Se habían infiltrado en el pueblo casi un año antes cuando finalmente la encontraron. Después de casi cuatro años de búsqueda incesante a través de todo el mundo. Pistas falsas. Datos inconsistentes. Era como si la tierra se la hubiera tragado. Entonces, un dato. Una simple foto del periódico local, celebrando que habían ganado el primer lugar en la feria de ciencias. Allí estaba. Su rostro a plena vista, rodeado de niños.

-Señor.-dijo el chofer, señalando a la mujer que salía del edificio-

Ella subió a su coche y se dirigió al centro. Entro en un centro comercial e hizo un par de compras, cosas para la casa. Algo de ropa, tal vez para ella. Se detuvo en la cafetería de la ciudad y allí estuvo un buen tiempo, charlando con la dueña del local. Era conocida por todos, o la gran mayoría que la saludaban al pasar. Su bolso estaba sobre una silla a su lado, su teléfono cerca. Junto a su taza de café. Del cual no se despegaba y de cada tanto parecía recibir un mensaje que la hacía sonreír. La dueña del bar le hizo algún comentario al respecto, que la hizo reír aun más. Aprovecho para cenar allí. Y casi cerca de la medianoche, dejo el local y fue a su casa. Por fin.

Se detuvieron a un par de millas de la casa, amparados por la noche sin luna. A lo lejos se veían relámpagos y un trueno se escucho cerca. Llovería de un momento a otro. Los tres descendieron del SUV y fueron a la parte trasera. Se abrió la puerta y de los baules tácticos que había allí, comenzaron a sacar las cosas necesarias para cambiarse.

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