Parte única.

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Jeon Jungkook era una persona común y corriente, un joven de apenas 22 años asumiendo un papel demasiado importante para alguien tan joven. Nunca lo quiso, nunca imaginó ser venerado por millones de personas en el mundo, pero de a poco se fue acostumbrando hasta hacerse adicto a toda la atención que recibía.

Sucedió un día cualquiera, algo despertó ciertos poderes en su cuerpo y se transformó en el héroe que el mundo necesitaba. Era un chico atractivo, la gente lo alababa por su apariencia y sus buenas obras. Tenía una fanaticada que lo seguía a todas partes, vendían productos con su rostro y gritaban su nombre en coro por donde fuera que caminara.

Debido a su calidad de estrella, su novio se sentía inseguro ante cada situación extraña que se le presentaba. No le era grato ver a todas esas personas tocando a Jungkook como si fuera un muñeco, y que éste se dejara con una sonrisa enorme plasmada en su rostro. Tampoco le agradaba que desapareciera por tanto tiempo, claramente confiaba en él, pero todo tenía un límite y él había llegado al suyo desde hacía un tiempo.

Park Jimin jamás fue conocido por su propio nombre, siempre fue "la pareja de Jungkook", y eso si lo consideraban para algo. Llegó un punto donde insinuó que no se sentía cómodo en lo absoluto en la relación de ambos, pero Jungkook le prometió que todo estaría bien, que los dos estaban solos contra el mundo y que nadie podría detenerlos.

Aferrarse a la relación era lo único que Jimin podía hacer en ese momento, especialmente cuando la gente le llamaba un tonto por querer separarse del héroe del momento. Su relación comenzó en la adolescencia, cuando Jungkook prácticamente le suplicó que fuesen una pareja alrededor de los 16 años. Ambos tenían la misma edad, los mismos sueños e inquietudes, pero todo parecía haber quedado en el pasado.

Ahora Jimin se sentía como alguien inferior en su relación. Se miraba al espejo y se comparaba con los guapos modelos que coqueteaban con su novio, y que a pesar de aclarar que era un hombre comprometido, no le impedía mirar demasiado a quienes insinuaban algo, o tal vez eran sus inseguridades hablando. La paranoia creció como la espuma sin un punto de retorno. Jungkook no le daba razones para creer que alguna vez cometió adulterio, pero tampoco le hacía sentir seguro. Minimizaba su sentir y decía que era absurdo el solo pensar que podría estar con otra persona, porque él amaba a Jimin más que a sí mismo.

Había varios recuerdos que consideraba importantes a lo largo de su vida. Deseaba volver a los 16 años cuando Jungkook tenía un ridículo peinado que le hacía lucir como un coco, pero que era adorable y que le daba ganas de besar sus dulces mejillas hasta dejar de sentir sus labios.

— ¡Te compré chocolates! — Diría un delgado Jungkook llegando tarde a su primera cita, debido a que había perdido el autobús después de tardarse más de dos horas arreglándose frente al espejo.

Era primavera y los pétalos de los cerezos estaban por todas partes. Parecía que nevaba en un día soleado. Podía sentir toda esa mezcla de aromas suaves, los gritos de los niños jugando en un parque cercano y los cometas elevándose en el cielo.

— Gracias Koo, no tenías que molestarte. — Le respondió Jimin modestamente, escondiendo un sonrojo que esperaba no fuese notorio, camuflándose con los colores de la primavera.

— ¡Lo mejor para ti!

— Me siento mal porque yo no te compré nada.

— No, no, no. No es necesario, con tu presencia tengo más que suficiente. — Contestó arrugando la nariz mientras sonreía. Era una vista entrañable, fue el momento exacto en que Jimin supo que jamás podría olvidarlo.

— Para la próxima cita te compraré algo.

Los ojos de Jungkook se iluminaron después de escuchar que habría una segunda cita. Él sinceramente no se tenía mucha fe, pensó que sería rechazado después de llegar tarde y actuar como un completo desastre. Ser aceptado por una persona tan hermosa como Jimin significaba el mundo entero. Ya tenía una lista de todas sus cosas favoritas, no dudaría en llenarlo de obsequios, incluso cuando no tenía el dinero suficiente para ello.

CARTA DE AMOR EN LA ARENA 砂 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora