Capítulo 44 Exilio

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El hombre sentado tras su escritorio levantó la vista, encarando a la circasiana, esperó paciente a que la mujer hablara

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El hombre sentado tras su escritorio levantó la vista, encarando a la circasiana, esperó paciente a que la mujer hablara.

— Mi Sultán... — la fémina desvió la mirada.

Con un suspiro el gobernante de los siete mares se puso de pie, caminó hasta posarse frente a la mujer, con una distancia respetable entre ellos.

— ¿Sucede algo Mahidevran? — el hombre preguntó, sus ojos indiferentes observando a la nerviosa mujer.

Mahidevran, mujer de la cual se enamoró de su belleza cuando era un Príncipe, su luna afortunada, la madre de su primogénito.

— Tengo un pedido —

— Adelante — el Padisha la incitó hablar.

— Quiero que me otorgue la libertad — dijo con valor — No puedo aguantar más su indiferencia. Mevkibe y Hurrem son libres ¿Por qué yo no? Acaso no lo merezco — la mujer habló con un nudo en la garganta.

— Estás excediendo tus límites — el hombre advirtió.

— Ya no me llama, no me toca, mi corazón está roto majestad — los ojos grises empapados — No puedo aguantar más, si no me dará eso entonces quiero dejar el palacio junto a Mustafa — demandó.

— ¿Eso quieres? Bien, dejarás el palacio pero Mustafa se quedará donde pertenece — el hombre sentenció.

— ¿Qué? No, majestad, no puede hacerme esto, no puede alejarme de mi hijo, es la única cosa buena que tengo — suplicó, ahora las lágrimas descendiendo por sus mejillas.

— Retírate — ordenó.

Mahidevran Gulbahar tragó con fuerza, solo quería su libertad como el resto pero en vez de eso solo obtiene que la quieran separar de su amado hijo, hizo una reverencia, sale de los aposentos cubriendo su boca. ¿Cómo decirle a su hijo que lo dejará solo?

Con pasos rápidos llegó a sus aposentos con enojo observó a las criadas que allí estaban.

— ¡Largo! ¡Todas fuera de aquí! — gritó.

Las mujeres compartieron una mirada y encogiéndose de hombres dejaron el lugar. Gulbahar llevó una mano a su pecho sintiendo un dolor inexplicable, dejó salir un grito, las lágrimas deslizando como cascada por su bello y triste rostro.

Se supone que ella es Mahidevran, el primer amor del Sultán, la madre de su primer hijo.








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La eterna favorita || Mevkibe SultanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora