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Después del partido:Narra Mal

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Después del partido:
Narra Mal

Perdimos contra Devenford, lo cual no era para nada una sorpresa. Mis padres me habían dejado venir solo por Hayden, para "disfrutar". Porque era mi última noche en la Preparatoria de Beacon Hills.

No estaba tan equivocada cuando dije que me transferirían a Devenford, mis padres me dijeron que no podía salirme y faltar a clases solo por ayudar a los chicos. Y como en las escuelas privadas hay demasiada seguridad, pues el año que viene comenzaré a ir allí.

—Esto apesta —le dije a mi amiga con un bufido—. No quiero irme.

—¿Porqué te van a transferir de todas formas? —me preguntó confundida. Nos detuvimos en una banca—. No tiene sentido.

También apestaba el hecho de que no podía decirle nada a mi mejor amiga.

—Tampoco se —mentí.

Vi como sonreía y se levantaba. Fruncí el ceño al escucharla bostezar falsamente.

—Tengo tanto sueño —sabía que estaba mintiendo, Hayden no es de las personas que duermen temprano—. Mañana iré a verte.

Y con eso se fue. La maldita se fue.

—Parece que ya no estás ocupada —me asustó una voz. Miré atrás y vi a Brett.

—¿Que haces aquí? —pregunté—. ¿No se supone que deberías estar en una fiesta de celebración? —me burlé.

—Y tu como sabes eso —levantó una ceja.

—Porque es lo que hacen las escuelas después de ganar un partido —respondí obvia.

—Justo.

—No respondiste mi pregunta —le recordé sonriendo a medias.

Fingió pensar.

—Tal vez quería tu compañía —lo miré incrédula—. ¿Quieres comer helado?

—¡Eso es trampa! —exclamé levantándome—. ¿Cómo demonios sabes que me gusta el helado?

—No lo sabía —confesó divertido—. Lo supuse, además hay una heladería cerca de aquí.

Miré la hora en mi celular y suspiré.

—Tengo que estar en casa a las 10 —lo miré.

—Yo te llevó después —le restó importancia.

En la heladería:

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En la heladería:

Comencé a comer mi helado rápidamente. Demonios, esto era delicioso.

—¿Sabes que no desaparecerá si lo comes lento? —me dijo con burla.

Lo miré mal.

—¿Sabes que no te matará no ser un idiota? —ataqué.

Me apuntó con la cuchara.

—Escuché que te cambiarás a Devenford, honestamente creí que exagerabas.

—Yo también —confesé—. Pero resulta que mis padres no les gusta que me salga de clases.

Él me miró con el ceño fruncido.

—¿Puedes hacer eso? —dijo sorprendido.

Rodé los ojos. Escuelas privadas, tan aburridas.

—Como sea, —vi la hora y me levanté—. Enserio tengo que irme, si llego un segundo tarde estaré castigada de por vida. Tengo suficientes problemas.

El se levantó conmigo.

—Está bien. Te llevo.

 Te llevo

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𝐌𝐈𝐊𝐀𝐄𝐋𝐒𝐎𝐍,   ( 𝖻𝗋𝖾𝗍𝗍 𝗍𝖺𝗅𝖻𝗈𝗍. )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora