La Cámara De Los Secretos: El Heredero De Slytherin

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La tensión se sentía en el aire y lo único que podía hacer Damián en aquellos momentos era invocar varias bandejas de panes recién calientes, mismos que llamaban la atención de muchos, quienes se cuestionaban si era prudente tomar uno.

- Adelante coman - pidió Damián - Creánme, les servirá 

- ¡No se diga más! - dijo con emoción Marcela, mientras tomaba uno de aquellos pequeños panecillos - ¡Provecho!

La emoción de Marcela y los pequeños niños de primero y segundo pudo aligerar el ambiente que estaba abrazando el gran comedor. 

- Bueno, hay que seguir con la lectura - pidió Hadriel, mientras sacaba un reloj de oro y lo detallaba - Tenemos que apurarnos para cuando llegue el enano 

«Mi hermano» pensó el de ojos esmeraldas. Lord Prince quien estaba se había robado amablemente uno de lo panecillos, por poco y se ahoga con el mismo, sabía muy bien que Hadriel era su nieto, lo sentía; la vibración de su lazos mágicos, pero diablos, no esperaba que su segundo nieto llegara así de la nada. 

«Se desatara el infierno» pensó seguro el Prince, para seguir disfrutando de su panecillo junto a sus dos nietos.

- Capítulo Veintiuno: El heredero de Slytherin - leyó Damián 

Se hallaba en el extremo de una sala muy grande, apenas iluminada. Altísimas columnas de piedra talladas con serpientes enlazadas se elevaban para sostener un techo que se perdía en la oscuridad, proyectando largas sombras negras sobre la extraña penumbra verdosa que reinaba en la estancia.

Con el corazón latiéndole muy rápido, todos ellos escucharon aquel silencio de ultratumba. ¿Estaría el basilisco acechando en algún rincón oscuro, detrás de una columna? ¿Y dónde estaría Luna?

- ¡¿Y mi Ginny?! - exclama Molly furiosa y apretaba con fuerza una vieja bolsa que llevaba en sus manos - ¡Mi hija merece ser salvada! 

- ¡¿Y la mía no?! - exclama furiosa Pandora, ganando miradas de todos - ¡Mi hija también esta en aquel lugar! 

- ¡Me importa muy poco! - exclama la pelirroja 

El sonido que se escucha en el comedor es un fuerte estruendo que le da escalofríos a muchos y la cara volteada de Molly permanece roja, mientras que Muriel esta frente de ella, sus ojos sacan chispas y esta claro que aquella cachetada es solo el comienzo.

- Escucha Molly, antes de hablar sobre la señorita Luna, lava tu asquerosa boca - dice ella 

Fabián y Gideon intervienen, no quieren que haya una posible masacre por culpa de la boa suelta de su estúpida hermana mayor. 

Con sus varitas en manos, comenzaron ha avanzar por entre las columnas decoradas con serpientes. Sus pasos resonaban en los muros sombríos. Iban con los ojos entornados, dispuestos a cerrarlos completamente al menor indicio de movimiento. Le parecía que las serpientes de piedra lo vigilaban desde las cuencas vacías de sus ojos. Más de una vez, sus corazones dieron un vuelco al creer que alguna se movía.

- Pinces sustos que nos llevamos - dice Lirio 

- Se me subió el azúcar - aseguró Percy 

- A mi se me cayeron los huevos - comentó Marcus 

Al llegar al último par de columnas, vieron una estatua, tan alta como la misma cámara, que surgía imponente, adosada al muro del fondo. Harry tuvo que echar atrás la cabeza para poder ver el rostro gigantesco que la coronaba: era un rostro antiguo y simiesco, con una barba larga y fina que le llegaba casi hasta el final de la amplia túnica de mago, donde unos enormes pies de color gris se asentaban sobre el liso suelo. Y entre los pies, boca abajo, vio una pequeña figura con túnica negra y el cabello de un rojo encendido, junto a otro pequeña figura vestida de túnica negra y vibrante cabello rubio.

𝐋𝐞𝐲𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐄𝐥 𝐑𝐞𝐲 𝐄𝐬𝐭𝐞𝐥𝐚𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora