15; dos alfas y una omega.

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Dahyun abrió los ojos, despertando por el ruido de gruñidos y agitadas respiraciones que sacudieron a su omega, estirándose como un gatito antes de ver lo que sucedía

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Dahyun abrió los ojos, despertando por el ruido de gruñidos y agitadas respiraciones que sacudieron a su omega, estirándose como un gatito antes de ver lo que sucedía.

Momo y Sana peleaban, ambas forcejeando entre ellas para girar a la otra y tomar un momentáneo control, para después volver a girar sobre el colchón en busca de dominar. Dahyun se quedó levemente sorprendida, porque ambas cachorras estaban desnudas, sus pupilas dilatas de excitación y sus aromas fuertes soltando feromonas que podrían embriagarla en cualquier momento.

Se quedó ahí, a un lado de ellas casi pegada a la pared observando la manera en que poco a poco la pelea parecía apaciguarse; al menos esa vez, Momo logró colocarse encima, entre las piernas de Sana, sosteniéndole con firmeza con sus manos encima de la cabeza de la rubia, su boca atacando el cuello para inmovilizarla, donde mordió con levedad en una advertencia de permanecer quieta. Sana no luchó más, con el pecho subiendo y bajando con rapidez, puños apretados y ojos cerrados, dejando que la alfa mayor dominara esa vez. La pelinegra balanceó sus caderas, haciendo que sus erecciones sensibles se acariciaran entre sí, arrancando gruñidos de ambas.

Por supuesto, ninguna se había corrido mientras ayudaban a la omega, por lo que Dahyun dedujo que buscaban liberarse entre ellas sin molestarla a ella mientras dormía. Sonrió con labios cerrados, sintiéndose extrañamente caliente ante la escena frente a sus ojos; Minatozaki gemía en suspiros y jadeos, mientras Hirai solo gruñía y siseaba, moviendo sus caderas para intensificar el contacto entre la húmeda piel de sus miembros. Incluso liberó las muñecas de la menor, solo para rodear su cuello con una mano sin hacer real presión, la alfa menor aferrándose a los hombros ajenos. Las manos de la pelinegra se deslizaban después en caricias por las firmes piernas de la rubia, apretándolas entre sus dedos hasta dejar suaves rojeces.

Entonces, mientras Hirai comenzaba a repartir besos por el cuello de la alfa bajo ella y sostenía ambas piernas para mantenerlas levemente alzadas, sus embestidas tomando velocidad, Minatozaki arqueó la espalda y apretó los dientes ante el orgasmo que le recorrió el vientre. El nudo se infló, tiras blancas de semen manchándole el abdomen. Hirai le siguió poco después, ambos nudos moliéndose juntos un momento antes de quedarse quietas, dejando que sus liberaciones terminaran. Momo se refugió en su cuello, su pesado cuerpo dejándose descansar sobre la alfa menor, quien no se quejó por ello, en realidad gimió bajito porque todavía seguía sensible y el fuerte aroma de la cafeína tostada estaba haciendo estragos en su loba.

— Eso fue... interesante...— Dahyun habló, sorprendiéndolas. Momo se alzó sosteniéndose con sus manos a los costados de la cabeza de Sana, aunque no se quitó, ambas mirándole con expresiones agitadas y aliviadas — ¿pueden hacerlo de nuevo?

Sana se rió, negando divertida, una sonrisa floja. — ¿Es un nuevo fetiche?

— Uhm... disfruté verlas, así que... probablemente lo sea — la omega gateó un poco hasta colocarse al lado de Minatozaki, besándole la mejilla con cariño —. ¿Estás bien, bebé?

Cappuccino Candy [SaiDahMo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora