TOᑌᑕᕼEᗪ ᗷY TᕼE ᗪEᐯIᒪ

prologo

El canto de los serafines y querubines se escuchaban en todo el reino de los cielos siendo el Dios todo poderoso que disfrutaba de sus hermosas alabanzas hasta que unas trompetas se hicieron presentes interrumpiendo los hermosos cantares, las puertas del reino se abrieron dando paso a un hermoso Ángel mediador con cabellos dorados y ojos tan verdes como una esmeralda; junto a él se encuentra el arcángel que Raguel los cuales escoltaban al nuevo rey del inframundo hijo de lucifer el venía acompañado de un Ángel de la muerte estos sonrieron con egocentrismo al estar frente del todo poderoso.

-¿A que vienes hijo del lucifer?-

Habló Dios con autoridad sin quitarle la mirada al joven mientras se encontraba en su trono analizando la situación sin pronunciar otra palabra alguna

-Como ya sabrá usted he tomado por fin posesión del trono de mi padre y he venido a usted con una propuesta-

Habló el hijo de lusifer sin apartar su mirada retadora del todo poderoso
Dios llamó a su mediador de confianza al escuchar las palabras del joven príncipe asintió con su cabeza aceptando hablar con el joven por lo que bajó del trono y fue con este y uno de sus serafines a un lugar más reservando para conversar, al llegar se sentaron frente a una mesa de oro quedando frente a frente el hijo del diablo y Dios y cada lado del sus confiables ángeles
- Te escucho-

Pronuncio el altísimo viendo la sonrisa arrogante y macabra del joven príncipe el cual dejó caer sus puños con fuerza golpear sobre la mesa

- Si usted deja bajar a uno de sus ángeles bajar al infierno cada mil años yo le prometo dejar libre la vida de los humanos durante mil años, una vida por año-

ofreció este con soberbia mientras miraba el rostro preocupado y desconcertado de Dios y sus ángeles, el mediador lo pensó mucho tiempo y se acercó a su maestro dándole su opinión y como manejar la situación, Dios miró al joven príncipe y con sumo pesar acepto su propuesta levantándose para estrechar su mano-

-Enviaré hoy mismo a uno de mis querubines-

Hablo Dios para dar fin a aquella charla
El hijo del diablo estrecho su mano con mostrándo aquella sonrisa que le hacía sentir superior siendo escoltado por los arcángeles fuera del reino hasta volver a sus tierras siendo el Ángel de la muerte que se quedaría a esperar por el pequeño Ángel que sería enviado como cordero de sacrificio

Ya una vez el hijo de lusifer se encontraba en sus tierras las trompetas y cuernos dieron inicio a su llegada este junto a sus demonios y manos derecha organizaron una gran fiesta por la futura nueva llegada.

Mientras que en los cielos Dios estaba dando anuncio a sus ángeles sobre la propuesta que acaba de aceptar pero al no querer ser quien condene a sus querubines lo dejó a favor para ver quién se sacrificaría al notar que ninguno deseaba sufrir aquella condena, por lo que les ordeno hacer fila y arrancar una pluma de sus alas y el dueño de la pluma más pequeña sería el cordero de sacrificios, todos los pequeños ángeles temblaban mientras miraban de uno a uno el tamaño de las plumas hasta llegar con el más joven quien se encontraba al fondo un pequeño Ángel cantor de cabello dorados cual oro y ojos azules como los zafiros unas mejillas saludables y gorditas y mirada llena de asombro y amor, este comenzó a llorar al sentir las miradas de pena de sus compañeros y amigos, Dios contempló con pesar y dolor al más pequeños de sus ángeles por lo que se acercó y abrazo con pena al querubin despidiéndose de él, este fue tomado de la mano del Ángel de la muerte siendo este que lo guio hasta el final de los cielo dando inicio la la entrada del infierno
-Lo siento-

-pronuncio el Ángel de la muerta al pequeño querubin para empujarlo viendo cómo este gritaba de dolor al caer el infierno este lo abrazo con su maldita oscuridad y los guardianes de las tinieblas arrancaron sus hermosas alas plateadas y lo cubrieron con un manto de lamentos los guardianes llevaron al desdichado Ángel con su maestro el cual contemplo con una sonrisa sin pena alguna, el hijo de lusifer ordeno que enviaran al Ángel alos calvosos donde este fue arrojado como si fuera una condena por pecado golpeando su pequeño cuerpo contra el suelo caliente del infierno el indefenso Ángel lloraba mares de diamantes pensando que no podría resistir los mil años