Vivir en un bosque siempre le ha gustado (en especial ver esa gran vista que tiene frente a su ventana), era una buena vida con la paz que puede darle un lugar tan solitario y tranquilo, esa ha sido su vida desde hace cuatrocientos años.
Bueno, eso era antes de enamorarse. Tantas cosas habían cambiado desde que la conoció. Tan pequeña, tan risueña, tan dulce. Una pequeña eriza que encontró en el bosque sin protección por aquellos que decían amarla. Y él, un "monstruo" como lo llamaban la encontró a punto de morir devorada por una manada de lobos.
Suspira al recordar ese día mientras observa la vista y toma una buena taza de café, algo de la cultura humana que le agradaba disfrutar.
Ese día la llevó consigo curioso a que ella no le mostrara temor y en vez de eso jugara con sus garras como su fuera algún juguete o algo interesante.
En toda su existencia nunca había encontrado un ser que no le temiera, especialmente a un ser tan pequeño y fácil de devorar sin dificultad. Pero no, ella no le temía a su ser. Era algo placentero recordar su mirada tan dulce, le trasmitía una sensación cálida en su corazón, en su alma (si es que tiene una). Aunque a veces el miedo de verla morir lo torturaba, apreciaba también cada recuerdo compartido con la eriza de ojos jade.
—hola— escucha una voz que la hace voltear —buenos días— saluda una joven eriza, con las púas totalmente desordenadas al acabar de levantarse
—buenos días Amelia, has descansado bien?—
—sí, bastante bien— dice sonriendo —haré el desayuno— indica estirándose para seguir su camino hacia la cocina
El erizo la sigue poco después, mirando como ella se mueve por la cocina preparando la comida. Sonríe leve al verla siendo uno con ese lugar. Toma lugar en su sitio, como es costumbre.
Recuerda verla así desde que cumplió los trece años, le tomó bastante fascinación todo relacionado con la cocina, comenzó a leer libros y a preparar todo ello. Gracias a ella comenzó a consumir comida normal, combinándola con su consumo de carne y sangre de animales.
Cuando termina le entrega su plato, un gran trozo de carne a término medio, uno que otro postre dulce y su taza de café. Ella también toma su lugar comenzando a comer y a relatarle su día anterior, como le va en su trabajo y como va su vida con sus compañeros.
Ella había crecido bien a pesar de todo. Le entregó educación, experiencias, conocimiento y libertad. Dejó que creciera lo mejor posible. Aprendiendo lo de la vida actual para darle una vida a su ritmo.
Por ella, su vida cambió tanto, su hogar, antes ambientado en el siglo XVII, estaba actualizado con todos los componentes tecnológicos. Comenzó a visitar nuevamente el mundo mortal, observando los cambios, adaptándose a ellos, disfrutando que ya no era visto como un ser aterrador, ahora era adorado y el deseo de conocer su raza era algo bastante presente, aunque claro, muchos datos estaban equivocados, pero no le molestaba realmente.
Al terminar de comer ambos comienzan con la rutina, repartiéndose los que aceres de la casa.
Como todos los sábados, ambos agarran los utensilios para la limpieza, armándose hasta los dientes de detergente, cloro, desinfectante, trapeadores, trapos, aspiradoras, etc.
—a ver quién termina primero esta vez— reta la eriza con una sonrisa retadora
—crees ganarme pequeña rosa?— alza una ceja en burla usando el apodo que le ha puesto desde pequeña.
—sé que puedo—
Con ambos declarándose la guerra de limpieza se separan cada quien a su área comenzando con la contienda en quien termina la limpieza más rápido. Cada quien limpia todo hasta quedar perfecto midiéndose el tiempo. Es una forma poco ortodoxa que utilizó shadow para hacer que Amelia limpiara su desorden cuando era una niña rebelde, pero al final terminó siendo una pequeña tradición entre ambos.
Pasadas las horas ambos terminaron sus áreas y revisaron sus tiempos comparándose entre ambos, siendo el ganador shadow esta vez.
—eso fue trampa— hace un puchero la eriza —te tocó la habitación más sencilla—
—que mantenga siempre orden en mi habitación es una buena ventaja ante una señorita algo desordenada—
—bien, bien, lo admito— alza los brazos en rendición —bueno, entonces, que quieres de premio?—
—mmmm....— piensa mirándola
Tenía el tentador deseo de besarla, pero sabe que no puede, ella no lo ve distinto a un padre. Por lo menos así lo cree.
—un beso— susurra sin querer
—beso?— Amelia lo mira con duda
—que, no yo— trata de negar, pero era tarde, ella se acercaba rápidamente plantando sus labios en su mejilla.
—eso fue fácil— ríe —pensé que querrías algo más complicado, como cuando me pediste un animal vivo para la cena—
Él, sumergido en un pequeño shock, voltea a verla. Se sintió tan bien ese beso, aun lo siente sobre su mejilla.
—que pasa?— pregunta mirándolo extrañada.
—nada— niega regresando en sí
—no te creo, has actuado raro últimamente—
—son cosas de vampiros— dice simplemente
—de acuerdo... vamos a almorzar, tengo hambre y estoy cansada— se aparta estirándose
—sí, también tengo hambre— se levanta siguiéndola a la cocina
—que preparamos hoy? Tenemos aún carne de cerdo—
—mmm me parece bien—
—perfecto— sonríe y saca las cosas para prepararlas
Él se queda a su lado esta vez para apoyarla si es necesario. Al mismo tiempo, la sigue observando. Guardando cada detalle de ella en sus memorias, para apreciarlas por la eternidad.
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Flufftober shadamy 2022
FanfictionReto de escritura, flufftober #Flufftober2022 #Esdefanfics