PRÓLOGO

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En una vieja y pequeña habitación de una ciudad que en realidad poco importa saber su nombre, se situaba el protagonista de esta historia adolescente: Loki Laufeyson, un chico de 18 años con una característica melena larga teñida de negro. Se encontraba irritado empacando sus pertenencias, recién enterado de dónde tendría que vivir durante sus días de universidad.

—No es posible que me arruinen de esta forma los años que me quedan de juventud —se quejaba entre dientes mientras doblaba diligentemente cada prenda de vestir de forma inevitable.

A Loki le acababan de dar la noticia de que estaría siendo hospedado por la familia de un viejo amigo de su madre. Era una ciudad nueva, así que esperaba poder tener la libertad de conocer a gusto el lugar, pero no, gracias a su madre tendría que estar bajo la hostigadora supervisión de un grupo de personas que ni siquiera conocía. Loki no dejaba de refunfuñar; ni el mechón de cabello que se asomaba frente a sus ojos se salvó de su molestia, pues lo colocó bruscamente detrás de su oreja izquierda.

—Maldita sea todo, joder. —Gruñó frustrado y se tiró en su cama, a un lado de la maleta llena. Dio un suspiro y cerró sus ojos para calmar su enfado—. Todo estará bien. Eres Loki Laufeyson y puedes lograr lo que deseas.

Después de animarse a sí mismo, abrió los ojos y sonrió satisfecho. Los leves golpes en su puerta borraron la sonrisa de sus labios e hizo que de nuevo frunciera el seño.

—Loki, ¿puedo pasar? —su expresión se suavizó al escuchar que era su hermano mayor quien tocaba la puerta.

—Pasa —respondió mientras se incorporaba. Su hermano, Helblindi, entró a la habitación y cerró la puerta detrás de él.

Helblindi tenía el cabello ondulado, y el largo llegando debajo de su mentón, estaba teñido de blanco, pero se notaba ligeramente las raíces castañas; era un hombre joven de 22 años, es decir, cuatro años mayor que Loki. Quizá no era una enorme diferencia de edad, pero era suficiente para que Loki respetara y admirara lo suficiente a su hermano.

—¿Cómo vas con tus maletas? —preguntó astutamente para no entrar de lleno con el tema de su madre.

—Ya casi tengo todo, solo falta mi mochila con las cosas más importantes, como mi laptop, cargadores y un par de libros. —Se paró y acomodó unas cuantas cosas que estaban regadas por todo el cuarto.

—Qué bien, ¿te ayudo a subir tus maletas al auto?

—Sí, gracias —se aseguró de que las dos maletas más grandes estuvieran bien cerradas y las acercó a Helblindi—. Ayúdame con una, yo bajo lo demás.

—Claro. —Arrastró unos centímetros la maleta, pero se detuvo para mirar el rostro pacífico y cansado de Loki. Suspiró antes de por fin decirle lo que tenía planeado desde el principio—. Sabes que todos te queremos, ¿no es así?

—Sabía que harías esto. —Se giró para terminar de buscar las cosas que necesitaría.

—Solo quiero que sepas que mamá no hace esto para molestarte, ni para tenerte cautivo. Sé cómo ves las cosas, pero no todo es como crees, solo está preocupada. Además... de esta forma se ahorra un poco de dinero. Sé que si se lo pides, ella te dejará salir. Obviamente ella confiará en que sabrás medir tus acciones y sabrás cumplir con la universidad. Mamá no es una tirana, lo sabes. Así que por favor, no estés molesto con ella, ya es difícil para ella dejar ir a su hijo consentido. —bromeó al final. Loki bajó la mirada mientras pensaba. Helblindi le ayudaba siempre a entrar en razón.

—¿Podré embriagarme siempre que quiera?

—Loki —reprendió.

—Solo bromeo. —Sonrió de forma traviesa mientras que su hermano rodaba los ojos.

—Nunca cambias... Llevaré esto, no te tardes demasiado.

Loki volvió a quedarse solo en su habitación. Vio a su alrededor asegurándose de que ya todo estuviera en orden, pues no quería dejar nada fuera de su lugar. Una vez conforme con el espacio, bajó ya listo para marcharse.

Abajo lo esperaba nerviosa su madre: Nal Laufey, una mujer de cuerpo delgado y largo; su cabello azabache le llegaba hasta la cadera; y su rostro era fino y de expresión dura pero cansada; estaba por cumplir los 46 años. También estaba su hermano menor, Bill, de 17 años, quien llevaba el cabello más corto que el resto de la familia y de un tono castaño cobrizo natural.

Entre abrazos, besos, chistes y tristezas, se despidió de su madre y su pequeño hermano, y junto a Helblindi agarraron camino hacia la terminal de autobuses en el auto viejo de su madre.

El trayecto fue corto, en un abrir y cerrar de ojos Loki ya se encontraba a bordo en su autobús, en el asiento junto a la ventana, donde aún divisaba a su hermano observándolo desde afuera. Hizo un gesto con la mano y después se colocó sus audífonos. Se recostó sin dejar de imaginar cómo sería su vida a partir de ahora.


NOTAS DE AUTOR:

Gracias por leer.

Estaré subiendo el capítulo uno proximamente.

Agradecería mucho que votaran y comenten si les gustó/interesó.


Saluditos uwu

-JAE


kiss & fix [THORKI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora