Capitulo unico

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¿Por qué tengo que ser yo quien lo vigile? No podía dejar de refunfuñar eso en mi cabeza.

Desde que Slender tuvo esa grandiosa idea de recapacitarnos para dejar de matar, siempre alguien debe acompañar a Jeff cuando sale a divertirse a bares.
¿Pero porque tengo que ser yo?

Permanecía con la cabeza gacha mientras caminaba fastidiada hacia la taberna de turno.

_ Ya sé que no querías venir, yo tampoco quería que vengas_ admitió ya cansado de mi actitud al parecer.

_ ¿por qué querría sentarme en una silla sin nada que hacer, solo mirar como coqueteas con mujeres borrachas y tomas alcohol hasta olvidarte tu nombre?

_ Oh, entonces son celos_ dijo con un claro tono de burla

_ no son celos, idiota_ gruñí, acelerando la marcha con los brazos aun cruzados. A lo que rio por lo bajo.

_ no te apures, tenemos toda la noche para estar en el club_ acelero el paso para quedar a mi lado nuevamente.

El haber pasado tantos años viviendo con él, había suavizado bastante nuestra relacion, es difícil detestar a alguien con quien vives hace más de diez años, y que la mayoría de las personas que consideras como tu familia, ven como un hermano, un tío, un hijo más.

Mientras mis pensamientos se iban en eso llegamos sin que lo notara. Una mano fría y huesuda se apoyó en mi hombro descubierto, y un par de ojos me miraron como intentando descifrar mis pensamientos.

_ llegamos, no es un lugar para una dama delicada como usted_ advirtió abriendo la puerta de madera.
Casi instantáneamente un pesadísimo olor a tabaco y alcohol me invadió la nariz, obligándome a toser.

Lo seguí entre mesas precarias en donde comían maní y bebían cerveza hombres corpulentos, con cicatrices. como en los relatos de tabernas medievales.
Algunos estaban acompañados de mujeres que a todas luces no disfrutaban de la compañía, y solo estaban trabajando.
El espacio era tan reducido, y mi cuerpo parecía tan diminuto entre tales hombres anchos en toda la extensión de la palabra, sea por músculos, o en otros casos grasa, que me vi obligada a agarrar con fuerza el brazo izquierdo de Jeff para no perderme.

Por un instante creí ver una mirada ladina, cargada de una sonrisa burlona por su parte, lo que me llevo a fruncir el seño aún más.

Tomamos lugar en frente de un escenario, eran unos sillones viejos y desteñidos. Que en algún momento habrán sido rojos, pero ahora solamente se deslumbraba un marrón terracota, en los espacios en los que no se escapaba el relleno. La mesa estaba sucia. Jeff me miro y rodo los ojos, ante mi rostro desaprobatorio, luego se giró y ordeno dos cervezas.

_ sabes muy bien que no bebo alcohol

_ Nadie dijo que fueran para ti.

En ese momento un recuerdo se apodero de la situacion, aquello parecía un de ja vu deformado.

El rostro impoluto de un niño de 14 años con una sonrisa coqueta a la vez de inocente.

_ Jeff_ el se volteo extrañado por que lo llamara.

_ ¿Qué pasa te arrepentiste de no tomar cerveza? Podemos pedir otra.

Esas palabras me trajeron nuevamente a la realidad, y contemple aquellas mejillas que alguna vez fueron rosadas y vivaces, ahora eran increíblemente pálidas y cubiertas de cortaduras, esos ojos llenos de vida, había perdido ya su brillo hace tiempo, y no reflejaban más que penas pasadas. La siempre despeinada mata de pelo castaño, ahora caía lacio y oscuro hasta los hombros masculinos, que ya eran casi el doble de anchos.

Una Noche Para Olvidar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora