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No la veas a los ojos. No puede estar pasándote, no otra vez. Se que es imposible, aquellas perlas de color caramelo que brillan dentro de tu ser. Puedes sentir el candor de su fría mirada palpitando en cada centímetro de tu piel. Tal vez si es amor, tal vez existe. Pero la razón no persevera en ello, no puede ser posible. No dejes que detenga tus movimientos, no dejes que tu corazón sucumba frente a los lazos dorados que peina cada mañana.
Y caíste. El golpe es duro, las heridas son fuertes. Cada llaga emana aquella sensación carmesí. Perdiste la batalla, levanta tu escudo, dejalo a un lado, tu espada, destrozada, mantiene en si su mango. Nada funciona, nada continúa. Lloras, lloras cuál estrepitosa tormenta. Llueve, llueves, llueves el dolor que tratas de ocultar.
Galopas hacia el santuario, huyes del frenesí que te persigue.
¿Conseguirás alcanzarlo? ¿Conseguirás rescatar el aire de libertad que inundaba tus pulmones?
Llueve, llueves. Cada lágrima rodea tu corazón. Caen, se despedazan y mueren.
Tal vez cada momento vivido siempre estuvo dentro de un feretro.
Te infecta, aquel virus de cuatro letras. Sus ojos, sus labios, el son de su cabello, el ritmo de sus movimientos, la caricia de su sonrisa.
Llueve, llueves, ama, amas.

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⏰ Última actualización: Oct 07, 2022 ⏰

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