Capítulo 11: Celos Y Decepción

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Steve sería condecorado con una medalla en honor a su valentía como Capitán. Y de haber salvado al escuadrón 107 los cuales se creían muertos en batalla.

Pero gracias a las ingeniosas maniobras del hombre ahora convertido en capitán. Todo el equipo había logrado regresar sano y salvo.

—Es un honor para la bandera de los Estados Unidos. Entregar esta medalla al héroe que arriesgo su vida para salvar a un escuadrón.

Todos vitorearon emocionados ante lo dicho por el hombre al frente.

—Es por eso, que el día de hoy se le entregue esta medalla a Steven Grant Rogers. Quien sin armamento, decidió infiltrarse en una base secreta de los nazis y así salvar a sus compañeros. ¡Un aplauso!

Los vítores no hicieron esperar de nueva cuenta, sin embargo cuando éstos cesaron. La gente se extraño de no ver al ahora conocido Capitán para recibir su medalla por su gran valentía en el campo.

—Oye, ¿me he perdido de algo?—pregunto un viejecito con traje militar —¿Que pasa?

En efecto, Steve Rogers había decidido faltar a su conmemoración. Ya que este al parecer se encontraba muy ocupado, dando órdenes y información sobre donde estaría la siguiente base de Hydra.

—Bucky y yo iremos junto a los comandos aulladores, nos infiltraremos en el tren desde lo alto. No sabrán que los golpeó.

Todos estuvieron de acuerdo con lo dicho por el capitán, decidieron tomar un breve descanso, cosa que Steve agradeció. Ya que desde muy temprano no había podido pasar tiempo con James.

—Entonces tu tío era un adicto a los juegos —escucho la voz de Peggy al fondo del pasillo.

—Así es, oh bueno es lo que mis papás decían —contestó el pequeño.

—¿Y dime como son tus padres?—preguntó sorpresivamente la castaña. —Te hemos hablado mucho de nosotros, pero casi no sabemos nada de ti.

James lo medito un poco, pero este fue corto ya que una sonrisa adorno su rostro. No tendría nada de malo si revelaba algunas cosas de sus padres sin arriesgarse a meter la pata.

—Bueno, mis papas son como agua y aceite —contestó —Son tan distintos uno del otro, y eso es obvio, claro porque crecieron en países diferentes.

—¿Así?—preguntó Cárter impresionada.

—Sí, él es americano. Rubio, de ojos azules con un toque de verde —contestó el pequeño —Muy perfeccionista, mi mami es todo lo contrario. De origen ruso, ojos verdes, cabello rojo y personalidad loca. Son tan opuestos.

—Bueno, no me imagino semejante combinación —expresó Cárter.

—Aún así —dijo él —Son el mejor dúo del mundo, sus miradas lo demuestran todo. Como confían ciegamente el uno por el otro, como si fuera el pilar de ambos.

—Hablas de ellos con gran devoción —admiro Cárter —¿Tan unidos son?

—Mucho, sí —contempló el menor. —Ella no puede vivir sin él, y él no podría vivir sin ella. Son como el Ying y Yang.

Peggy escuchaba atenta las palabras del niño a su costado, pues hablaba de sus padres con una admiración que le era imposible no sentirse en un cuento de hadas.

—Disculpen —llamo a la puerta Howard Stark.

—Señor Stark, llegó temprano —dijo la agente —No esperaba verlo hasta más tarde.

—Sí, bueno, cuando se trata de tecnología y ciencia, soy puntual —Comento —¿Interrumpo algo importante?

—Nuestras charla matutina —dijo ella —¿No es cierto James?

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