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Jungkook sonrió con ternura cuando la mujer mayor puso en sus brazos al pequeño cachorro que dormitaba hacía unos momentos en su cuna.

-Tiene cinco minutos, señor Jeon- la voz de Garhik, el ama de llaves de aquella casona, estaba forrada en hielo.

-¿Por qué? -preguntó de la misma forma.

-Porque mi esposo no tarda en llegar- ambos miraron hasta la puerta de la habitación.

Parado en el marco y con su usual porte de un rey, Jimin le dirigía una mirada carente de sentimientos.

-Mi niño, le dije que no podía entrar, pero insistió tanto- se excusó la mujer, Jimin le sonrió con afecto y le pidió que se retirara.

-¿Qué haces aquí? -preguntó el azabache cuando estuvieron solos-, ¿Cuándo volviste?

-Esta misma mañana, vine aquí directamente desde el aeropuerto- contestó-. Tal vez son imaginaciones mías, pero algo me dice que no te alegras de verme.

-Tienes razón, no estoy nada contenta de ver tu estúpida cara otra vez.

Jungkook, sin dejar al bebé, se acercó a él peligrosamente; Jimin se mostró imperturbable cuando él frotó la nariz contra su oído y uno de sus brazos se enredó alrededor de su cintura.

-Estabas muy feliz cuando hicimos a este pequeño- susurró con cinismo-. ¿Qué?, no me digas que ya no te acuerdas.

-Eres un desgraciado- soltó con desprecio-. Di que es lo que quieres de una vez.

-Lo único que quiero lo tengo en mis brazos y no me iré hasta que ambos sean míos.

Jimin se alejó de su contacto, apretando los dientes. Se encontraba incapaz de negarle al alfa que el pequeño bebé de tres meses era suyo, no cuando podía ver el enorme parecido entre ambos.

-¿Qué le dijiste a Kai cuando vio que era rubio? -preguntó Jungkook.

-El día que nació, mi madre dijo que se parecía al abuelo Sang- relató con reticencia-. Y no ha parado de decirlo desde entonces.

Su primogénito portaba el lustroso cabello rubio de los Jeon dándole un aspecto precioso, afortunadamente había heredado los ojos mieles y la piel pálida de su madre.

-Entonces, ella lo sabe- resumió, Jimin asintió-. ¿Kai...?

-Él piensa que es suyo y así quiero que siga...

Se calló cuando la carcajada de Jungkook inundó la habitación, el bebé se revolvió en sus brazos, pero no lloró.

-No me puedo creer que Han Kei , dueño de la mayor compañía tecnológica del mundo, esté tan ciego para no darse cuenta- soltó mordazmente-. Jamás pensé que fuese tan estúpido... es decir, llevan cinco años casados- volvió a acercarse al omega -. Cinco años en los que su miserable desempeño no fue capaz de poner un cachorro dentro de ti y ahora resulta que finalmente lo logró.

- Kai me ama...

-No lo suficiente- volvió a interrumpirlo -. Entiéndelo de una maldita vez, Jimin, nadie va a amarte como yo lo hago.

El mencionado se abstuvo de decir nada.

-No hables, está bien, pero tu y mi hijo estarán conmigo más pronto de lo que imaginas. No voy a parar hasta hacer añicos a Kai si trata de meterse en mi camino.

-¿De verdad? porque hace cinco años no moviste un dedo para evitar que me casara con él- retó.

-Hace cinco años no tenía nada que ofrecerte- siseó-. ¿Qué querías? ¿Qué viviéramos del bolsillo de mi abuela?, por supuesto que no.

-Me sorprendes, enserio que sí, no me creo que siendo el arribista que eres no consideraras vivir de la fortuna de tu familia.

El alfa sonrió.

-Siempre guardo un haz bajo la manga, mi amor.

Pegó la boca a la suya con fuerza ni bien terminó de hablar, lo apretó más contra él, pero el cuerpo de su bebito no le permitía sentirlo del todo.

Un toque en la puerta hizo que se separaran, el ama de laves asomó la cabeza cuando Jimin le dio permiso de pasar.

-El señor Kai llamó, dijo que estará aquí en menos de diez minutos.

-Gracias, nana- la mujer asintió y cerró la puerta-. Tienes que irte ahora, por favor.

-Solo si prometes que tú y el bebé vendrán conmigo.

-Estás loco si piensas que voy a permitir que señalen a mi cachorro como a un bastardo- Jimin negó con la cabeza-. Dime qué crees que va a decir la gente, mi familia, la tuya...

-Me importa muy poco- declaró-, no es que mis hermanos y los tuyos sean unos santos.

Jimin siguió dudando.

-Prometo que todo estará bien- le entregó al bebé para cogerle la cara con ambas manos-. Nada les faltará a ti y a nuestro hijo, jamás volveré a dejarlos solos. Confía en mí.

Jimin se mordió el labio, debutativo.

-Lo hago- contestó segundos después, Jeoon podía ver la sinceridad en aquellos ojos que tanto amaba-. Iremos contigo, pero tienes que irte ahora.

Jungkook asintió, depositó un pequeño besó en la coronilla de JeongSan y volvió a besar a Jimin con necesidad.

Mientras salía de la mansión donde Kai tenía viviendo a su Jimin, el rubio se juró que no se detendría hasta que su pareja y su hijo estuvieran con él, aun si tenía que caminar por el mismo infierno para conseguirlo.












TARAAAAAAAAAAAAN

Promesa #kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora