— ¡Estamos en casa! — gritó la joven, dando vueltas por todo su hogar.
— Ugh, estoy exhausto.— se quejó su hermano, tirándose sin piedad en el sillón.
— ¡Vamos Akito! ¿Qué son esos ánimos? — preguntó, jalando del brazo del susodicho intentando que se parara.
— Déjame en paz, maldita sea...— rodó los ojos y forcejeó con ella.
Shinonome Ena, una joven hechicera de dieciocho años seguía comportándose como una niña.
En cambio, su hermano menor, Shinonome Akito parecía ser el más amargado de los dos a pesar de ser más joven.
— ¡Pero acabamos de llegar! ¡Tenemos que explorar todo el pueblo! — intentó convencerlo, este no se inmutó.
— Hemos vivido aquí desde que éramos bebés, ya te lo sabes de memoria ¿Cuál es el punto? — esperó a que la de hebras cafés se cansara y decidiera dejarlo por fin.
— No seas idiota, seguramente hay cosas diferentes ahora.— respondió con obviedad.
— ¿Y a mí qué me importa? Ve y dile a Akiyama que te acompañe.— la empujó hasta la puerta.
— Eres un aburrido.— enojada, murmuró un hechizo y con su mano hizo un ademán para lanzarle chispas de agua.
— Y tú eres muy inmadura, mira que usar magia para hacer mi vida más miserable.— secó su cara rápidamente.
— Lo que sea, iré a buscar a Mizuki.— aún sin estar conforme, volvió a atacar a su hermano con aún más agua, este estaba a nada de protestar, por lo que lo calló en seguida.— No te olvides de preguntar para qué solicitaron nuestra transferencia en el palacio.— y sin más, se fue.
Era cierto, después de que la Princesa Hinomori les había dicho que regresarían a Koraseru por un asunto urgente demandado así por el general Tenma, no pudo evitar sentir cómo la curiosidad le picaba un poco desde que emprendieron su viaje. ¿Para qué los necesitaban exactamente a ellos?
No obstante, su cansancio no pareció estar tan interesado, por lo que decidió investigar una vez terminara de descansar.
Fue hasta su antigua habitación y sin importarle mucho lo desordenada que estuviera debido a las cajas por todos lados se dejó caer sobre la cama, no había caso en ser exigente ahora mismo.
Horas después se arrepintió de no haber tapado con nada la ventana, ya que esta parecía obstruir su preciado sueño.
Murmuró algo que ni él mismo entendía y se removió en el colchón, tapando sus ojos con su brazo.
Fue inútil, ya no consiguió volver a dormir.
Supuso que lo mejor sería ir y hacer sus cosas así que se levantó de malas y fue al baño a echarse agua — esta vez intencionalmente— para despertar y acomodar su pelo partido por la mitad.
Tomó las llaves de su casa y cerró la puerta para dirigirse colina arriba al castillo de los Aoyagi.
Saludó a varia gente que se encontraba en el camino, quiénes lo halagaban diciendo que ahora ya era todo un muchacho guapo y cuánto lo echaban de menos por ahí; él sólo sonreía, tampoco es como si pudiera hacer algo más.
Se encontró con una joven regando el jardín y a otros dos platicando por otro lado soltando risas escandalosas. Se limitó a darles una mirada de desaprobación a los últimos y siguió con su camino.
— ¿A quién viene a ver, disculpe? — una joven rubia lo llamó y este le mostró un sobre.
— Muy buenas tardes, soh Shinonome Akito, mi hermana, un colega y yo hemos sido solicitados por los Generales Tenma y Shiraishi desde Tenmetsu Mahō, esta es la carta que envió la Princesa Hinomori.
ESTÁS LEYENDO
snowlight - akitoya.
Fanfiction¿Qué sucedía con ese reino misterioso en las lejanías de la tierra? ¿Por qué tenía que convertirse en rey siendo aún tan joven? ¿De dónde venía todo su poder, anhelado por muchos? Se preguntaba Aoyagi Toya, heredero del reino Koraseru, quién después...