Prólogo

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Rocío, un nombre corriente, como otro cualquiera, y más aún en Andalucía, sin embargo no para mi. No era el nombre en si lo que hacia que alguien como yo, un chico curado de espantos en el ámbito amoroso, perdiera los papeles, sino la persona que se encontraba tras de él.

Ella era una chica normal, no destacaba por su belleza, aunque no era para nada poco agraciada, al contrario, para mis ojos, era una de las chicas más lindas de mi instituto; morena, de pelo castaño oscuro que le llegaba a a media espalda cortado a capas, liso, suave y sedoso, tanto que apetecía estar acariciándolo durante horas, y por no hablar del delicioso olor a coco que este tenía. Su nariz era perfilada, su boca pequeña y con unos labios muy seductores, los cuales reconozco que no me cansaría nunca de besar; y sus ojos, dos grandes y negros ojos, con un brillo especial, tan especial que con sólo mirar a los tuyos podían tocarte el alma.

Físicamente, Rocío tenía un cuerpo delgado y atlético, el mismo tipo que cuando era niña, sólo que más desarrollado. No es que tuviera esas curvas de guitarra propias de una mujer, pero su cuerpo tenía algo, no se que era, pero algo que también me llamaba la atención.

De carácter extrovertido, recuerdo cuando de niños jugábamos al escondite y le pedía a los vecinos del pueblo que me dieran direcciones equivocadas, y así mientras yo recorría las manzanas colindantes a mi casa, ella conseguía ganarme siempre, que recuerdos. Pero que se le va a hacer, así era Rocío, la alocada y divertida Rocio, mi Rocío.

Uy! No me he presentado. Me llamo Javier Ruiz, aunque podéis llamarme Javi, y soy de La Puebla del Río, un pueblo a las afueras de Sevilla y que debe su nombre a su situación con respecto al río Guadalquivir. No hay nada mejor que despertar por la mañana y ver la hermosura del amanecer reflejado en este río.

Tengo dieciocho años y actualmente soy estudiante de primer curso de derecho en la universidad de Sevilla; aunque lo que verdaderamente me gusta es la música, no puedo vivir sin ella. El poco tiempo que me sobra de los estudios lo dedico a cantar, tocar el piano y sobre todo componer. Sigo soñando con que algún día por causa del destino, alguien escuche mis canciones y me ayude a cumplir el deseo de poder dedicarme plenamente a la música, poder cantar frente a miles de personas, a las cuales poderles entregar un pedacito de mi, siendo recompensado con la felicidad de todos los auditores.

Mis estudios y mi hobby consumen la totalidad de mi tiempo aunque también me gusta el deporte, y siempre que puedo procuro darme una escapada para ir a correr, o jugar al fútbol o al baloncesto con mis amigos, mi otra familia.

Este relato que quiero compartir con vosotros es una historia de amor y de superación para que aquellas personas que no confían en sus posibilidades vean que con esfuerzo, mucho esfuerzo, todo es posible.

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⏰ Última actualización: May 09, 2015 ⏰

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