Cαpı́tulo 17

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Vegetta no se puso a hablar con Quackity hasta que apagaron las luces. Los dos se desnudaron silenciosamente y se metieron en sus respectivas literas. La tensión en la celda era palpable mientras las luces se apagaban y la oscuridad se cernía sobre el ala. Vegetta se dijo que no iba a meterse en la cama de Quackity. Se dijo que la necesidad de sentir la piel de su compañero de celda contra la suya y su boca era sólo la culminación del valor de los dos años de frustración sexual.

Sabía que no podía tener un polvo rápido con Quackity para liberarse porque dudaba que su compañero quisiera tener un encuentro de una sola noche. No podía engañar a Quackity así, por lo tanto, se tenía que alejar de él totalmente.

— ¿Estás dormido? —La suave voz de Quackity llegó a través de la oscuridad.

— No.

— ¿Estás bien?

— Sí.

— ¿Vas a venir aquí abajo?

— No lo creo.

— ¿Por qué no?

A Vegetta le tomó unos minutos formular la respuesta.

— Lo que nosotros hicimos... Ese no era yo. Esto no es lo que yo hago. Yo estaba...

— ¿Excitado? —La voz de Quackity era helada.

— Sí. —Confesó Vegetta.

— Necesitabas que te chuparan la verga.

— No... —Dijo con un suspiro.

— ¿No qué, cabrón? ¿Y qué fue lo de hoy?

— ¿Qué?

— ¡Lo sabes! —La voz de Quackity era un agudo susurro. — Ese abrazo...

— Era solo un abrazo.

— Que te jodan. Tú no abrazas a los otros, Vege. Si crees que puedes engañarme, no lo estás haciendo nada bien.

— Realmente no me preocupa lo que pienses. —Vegetta le dijo con tranquilidad, a la defensiva.

— Obviamente. —Replicó Quackity.

— Ve a dormir...

— ¡Vete al diablo!

— Deja de ser una reinona.

Desde debajo de su litera, Quackity golpeó a Vegetta a través del colchón y gritó furiosamente. Esto fue seguido de un centelleo inmediato de luz en la celda.

— ¡Tranquilos por ahí!

— Cabrón chupa vergas. —Refunfuñó Quackity.

— No, eso es lo que tú eres, colega. —Contestó Vegetta perezosamente y se giró hacia la pared.

— Te odio.

Había tenido éxito enfadando a Vegetta.

— Si no te callas, por lo que más quieras, voy a bajar y darte lo que pides.

— Oh, ahora también te has vuelto un violador, ¿verdad?

— No sería una violación. —Se mofó.

— Sabes una cosa, Vege... —Quackity estalló y Vegetta oyó el temblor de su voz. — Aquellas dos noches que dormiste en mi cama, me sentí tan seguro y tan feliz q-que... que dormí como nunca, chingada madre. Ambas mañanas cuando me desperté, pensaba para mí que, s-si sólo te pudiera tener en mis brazos cada noche por el resto de mi condena, entonces sería la persona más feliz en el mundo. Habría valido la pena el que me encarcelaran.

ANĐ SØ IS ŁØVE [V&Q]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora