el día a día de Felix era el mismo en cada exacto detalle. dormir en la banca de aquel parque, comer junto a un montón de personas que tampoco tenían hogar y sentirse perseguido por una sombra más grande e imponente que él.
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No había demasiado que recordar de su vida. Realmente, no había demasiado de nada.
Simplemente, un día despertó en aquella banca, solo con el conocimiento de que se llamaba Lee Felix y dos sentimientos que le martillaban todo el cuerpo.
El primero: el sentimiento de falta. Algo le faltaba a Lee Felix, algo le había sido robado, pero para saber qué era, debía saber algo más sobre sí mismo. Así que intentaba ignorar ese sentimiento hundiendolo hasta el final de su cuerpo.
El segundo: el incesante pitido en su cabeza. Aquel sonido chillón que no había parado ni un segundo desde que despertó aquella mañana, cinco años atrás, hacía que su cuerpo se sintiera cansado y él desorientado.
El día a día de Felix era el mismo en casa exacto detalle. dormir en la banca de aquel parque, comer junto a un montón de personas que tampoco tenían hogar y sentirse perseguido por una sombra más grande e imponente que él.
Hasta que un día tuvo suficiente.
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