Entrelazar los dedos

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Lo miraba con curiosidad a través del cristal, una criatura maravillosa y bella, algo nunca antes visto en el planeta, algo que era considerado una leyenda de gente de intelecto muy bajo, una sirena, más bien un tritón.

Un erizo negro de vetas rojizas y ojos incandescentes, cuerpo fornido marcado por cicatrices de muchas heridas hechas por saber cuál arma. Pero, este lucía una larga cola negra de pez que poseía las mismas vetas, aunque formando un tipo de espiral.

Este ser se movía por la pecera de forma lenta, también curioso a quien la observaba, una eriza de ojos jade que brillaban con la luz de ese lugar.

—te gusta cariño?— pregunta un erizo mucho más alto, con una barba y bigote demostrándolo mayor, rosa más oscuro y de ojos turquesa más intensa

—es maravilloso padre, como es que has conseguido algo así?— pregunta apartando la mirada del misterioso ser

—fue difícil, pero después de darle al laboratorio tres billones quedaron muy contentos y me lo entregaron—

—significa que es parte de tu colección?— frunce el entrecejo

—pronto lo será— sonríe volteando a ver todos los animales disecados que adornaban ese enorme salón

La eriza gruñe levemente, odiaba con su alma que hiciera eso, pero no podía discutir con él o sería llevada al sótano como castigo.

Vuelve su vista a la criatura quien ahora se había acercado al cristal y la miraba fijamente. Ella al principio se sorprende al verlo tan cerca, luego suspira y sonríe leve dejando sus manos en el cristal mientras lo observa. Era tan bello, como si se tratara de alguna deidad.

El ser hace lo mismo que ella, colocando sus manos sobre el cristal, uniéndolos con la de ella.

En ese momento, ella decide que no dejará que dañe a tan hermoso ser, aunque eso signifique un castigo largo en el sótano.

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—ya vine— susurra ella con la voz baja acercándose a la pecera —shadow?— lo busca con la mirada y este sale de su escondite haciéndola sonreír —bien, te sacaré de aquí— indica mientras se aleja para luego traer un pequeño montacargas.

Sujeta la pecera con cuidado de no hacer demasiado ruido, la levanta del suelo lo suficiente para poder moverla y comienza su hazaña, con cuidado mueve el montacargas por el pasillo hasta la puerta completamente abierta.

Gira un poco y se desvía por el segundo pasillo hasta la salida, agradecía a su padre por tener esa maquinaria y la rampa para poder bajar por las escaleras.

Una vez fuera coloca la pecera en una camioneta y la ata a la misma, todo lo más rápido posible.

—tranquilo, te llevaré al mar y regresarás a casa— le indica a la criatura

Sube rápidamente a la camioneta y se pone en marcha a toda velocidad, necesitaba estar lo más lejos posible antes de que el sol saliera.

Mira a todas partes mientras avanza, estaba segura que su padre ahora estaba levantándose, pronto tomaría su café y su desayuno, luego se vestiría para ir a trabajar, y antes de hacerlo pasaría por su salón de exposiciones donde tiene a los seres más extraños del planeta, podía escuchar sus gritos de furia ante la desaparición del tritón.

Eso no la hizo retroceder, solo aceleró.

Mientras ella se movía el ser miraba a su alrededor, la superficie estaba en todo su esplendor mientras el solo se mostraba en el horizonte, su forma de vida era extraña, curiosa y fascinante, aunque lo hayan colocado en una prisión transparente.

Pasaron algunas horas antes de que pudiera ver su hogar, el mar. Tan solo miralo sonrió feliz, estaría pronto en casa con su familia, libre de esa prisión.

La eriza mira este mismo y se dirige a un muelle bastante alejado entrando a él con cuidado retrocediendo la camioneta. Al estar listo se sube a la parte de atrás y retira el cierre.

—listo, ya estamos aquí— dice contenta mientras lo mira sacar su cabeza del agua, quedando muy cerca de ella.

Él la observa y luego el mar, vuelve a ella y extiende su mano como lo hacía con el cristal en forma de saludo entre ambos. Ella comprende y también coloca su mano, esta vez uniéndola al no tener cristal que se interponga. Sus dedos se cierran terminando con las manos entrelazadas entre sí. Ella observa esto sintiendo como su corazón late fuertemente.

—gracias— escucha su voz, tan gruesa y a la vez dulce

—de nada— responde en un ligero shock, puesto que él nunca le había hablado.

El tritón sonríe apartando su mano lentamente para sumergirse en la pecera, tomar impulso, lanzarse y caer al mar, desapareciendo en las profundidades del agua.

—que te vaya bien, shadow— susurra colocando su mano en su pecho, sintiendo como este se estruje por la despedida, pero feliz de que lo haya logrado poner a salvo.

Flufftober shadamy 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora