Capítulo 31

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Martes 10 de mayo
14:28 p.m.

Querido diario:

Casi 1 mes, y aunque no ha pasado mucho, lo poco que pasó es radical. Eres casi el único que sabe todo de mi, digo casi por que Arianna y Erika también lo hacen, pero en realidad eres al que realmente le cuento todo. No tanto como me siento por que ni yo se eso, pero si detalles personales y cosas que creo importantes.
Por ejemplo, tuve mi primera vez y Erika también. Yo con ella y ella conmigo =).
Nada es perfecto, obvio, pero Dios, esa niña sabe más de lo que creía y yo se más de lo que ella creía; eso dio como resultado una noche más que increíble, los nervios me comían viva cuando llegamos a su casa, pero amabas teníamos las mismas intenciones así que fue fácil.
La niña me dejó varias marcas que Arianna uso como burla fija, pero fueron fáciles de ocultar con algo de maquillaje y un poco de ayuda de Ari mientras me molestaba como nunca.

Realmente eso es como lo más interesante que pasó, y ya jsjs. Nos leemos luego, debo ir a su casa por que me voy a quedar este fin de semana allá!.

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Erika

Después de 1 hora Isabella no había llegado así que me levanté para ir a bañarme y cuando me miré al espejo noté  en mi torso múltiples marcas, no pude evitar ponerme roja al ver como en mis pechos, costilla, cadera, clavícula y cuello se formaban manchitas, señales del camino de besos que Is recorrió anoche. Una sonrisa boba se formó en mi rostro y la realidad de la situación me llegó como un mazo en el cuerpo al tratar de moverme, me dolían las caderas, los muslos, la espalda, todo, pero en vez de una queja, una carcajada fue todo lo que solté antes de entrar a la ducha y dejar que el agua caliente descontracturara mis músculos.
Después de uno buenos minutos salí y tome un camisón que Isabella había dejado hacia unas semanas, me puse ropa interior y bajé a hacer el desayuno, no pasó mucho para escuchar la puerta abrirse y sentir el peculiar olor de Is invadir la cocina.

Isabella- Boungiorno la mia ragazza (Buenos días mi niña)- Dijo cuando entró a la cocina y me abrazo por atrás como ya era costumbre.

Erika- Boungiorno amore (Buenos días amor)- Respondí dándome vuelta y dándole un pequeño beso en la nariz.

Isabella- ¿Lograste dormir algo?- Me preguntó tomando un vaso con agua.

Erika- Tú dime...- Dije sentadome en el mueble de mármol detrás de ella mientras desabotonaba el camisón y dejaba al descubierto mi torso desnudo- Eres muy traviesa a decir verdad, para hacer sido tu primera vez no estuvo nada mal- Mencioné mirandola a los ojos encontrando la lujuria que buscaba de inmediato cuando se dio la vuelta y pasé mis brazos por arriba de sus hombros cuando ella se acercó a mi.

Isabella- La traviesa estas siendo tu cariño...- Susurro en mi oído mientras subía sus manos por mi abdomen hasta tomar uno de mis senos con agilidad, arrebatadome un suspiro pesado- Quiero que hoy repitas mi nombre como nunca lo has echo- Siguió besando mi cuello y mandíbula para luego subir a mi boca, en donde un beso desesperado comenzó. Lo que adoro de sus labios y sus besos es que no necesitamos separarnos para recuperar el aire, encontramos la forma de acomodarnos la una a la otra como un rompecabezas perfecto.

Pasé mi mano derecha por la nuca de Isabella para tomar un poco su cabello y tirar hacia atrás, la besé con algo de brusquedad, pero a decir verdad esto seguía siendo nuevo para mi y no medí mi fuerza, no hasta que sentí un sabor a óxido algo extraño y descubrir que le había roto levemente el labio inferior. Iba a hablar y pedirle disculpas pero me interrumpió antes de siquiera empezar con un beso para luego tomarme de mis muslos y llevarme al cuarto. Me lanzó a la cama con suavidad y cuidado, algo característico de ella siempre, se posicionó en medio de mis piernas cuando le di el espacio y atacó mis pechos una vez más. Yo por mi lado sólo me dejaba llevar, llegó un punto en donde olvidé por completo el dolor de la mañana y sólo solté el peso de mi cuerpo sobre las sábanas color vino que había cambiado esa misma mañana. Sentí como Isabella recorría mis brazos y tomaba mis manos para luego subirlas por arriba de mi cabeza y apoyarse en ellas quitándome la movilidad casi por completo, reaccioné cuando sentí como Is se bajaba su ropa interior hasta las rodillas y me arrebataba las mías de un tirón.

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