Día 2: CrossDress

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Desplegó su serie de insultos mentales porque ahí, en la mesa donde solicitaron sus servicios estaba la última persona con quién desearía entablar conversación y peor aún prestar su compañía, y para rematar, a solas

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Desplegó su serie de insultos mentales porque ahí, en la mesa donde solicitaron sus servicios estaba la última persona con quién desearía entablar conversación y peor aún prestar su compañía, y para rematar, a solas.

Ran le sonreía de una manera que cualquiera clasificaría cómo burlona, porque en definitiva se estaba burlando de él.

—Hey, niña linda, ven aquí.— Hizo un gesto con su mano, siendo Nahoya con una sonrisa siniestra quien se acercó.— Vaya ¿Eres nueva princesa? Nunca te he visto aquí antes.—

—No me jodas ahora, déjame ir y prometo que no te enterraré mis tacones en la garganta.— Se sentó a su lado y susurró en su oído acariciando su cuello tratando de pasar disimulado al resto de gente animada en la fiesta de aquel lujoso club.

—Primero quiero saber por qué el capitán de la cuarta división de la Tokyo Manji está siendo una chica anfitriona en el club de mi mejor amigo.— Sonrió posando su mano en el muslo descubierto del joven.— Lo siento, es la costumbre.—

Se estremeció, las manos de Ran están frías.
Pero más importante que eso era explicar el porqué de su presencia en el sitio.

—Mamá está enferma, necesito urgente dinero para cubrir sus gastos médicos.— Susurró de vuelta, subiéndose al regazo del mayor.— Así que ten comprensión, por hoy no soy Nahoya Kawata, soy Azami-Chan ¿Bien?—

Puede que su fama lo describa como un malnacido hijo de puta, pero su corazón no es tan frío, más que mal ¿Nahoya qué le ha hecho? Nada.

—¿Te prostituyes o sólo eres chica de conversación?—

—Chica de conversación, tengo mis límites.— Se apartó de su oreja y se permitió verle bien el rostro.

Ran sonrió, en verdad si no reconociera esos tres lunares en su muslo derecho gracias a la vez que por coincidencia se pillaron en los baños públicos y además esa característica sonrisa animada no sabría nunca quien es esa chica de los cabellos lisos naranjas.

—¿Tu madre está muy grave?— Tocó su mejilla con su dedo, el contrario se inquietó un poco con el cariño ajeno.

—No creo que sea tema tuyo.— Respondió cortante, se había fijado que su jefe tenía la vista puesta en él.— Mierda, mi encargado está viendo justo aquí.— Volvió a sonreír.— Disimula.—

Ran asintió y aprovechó la ocasión para tocarle de más la tersa piel de sus muslos, haciendo círculos con sus dedos en la sensible zona de sus caderas.

—Te ves bien como chica, aunque el rosa no es lo tuyo, te quedaría mejor el negro o el púrpura.— Suspiró en su oído, había mordido su oreja entre risas.
Él relamió su labio y se apartó, no sin antes apretar con fuerza las mejillas del Haitani.

—Anda, sin toques íntimos, yo no doy los servicios especiales.—

—¿De que hablas? Siento que tenemos una enorme tensión sexual ahora mismo.— Volvió a apretar sus muslos, alzando ambas cejas de forma coqueta.

—No, niño bonito y mimado, se llama “Es mi trabajo fingir que me gustas".— Meneó sus caderas, frotándose por un momento en la entrepierna del de trenzas.

Ran hizo un gesto de dolor fingido por el insulto, para luego dar un siseo ante la estimulación de su miembro. Sus adormilados púrpuras brillaron aún más, estaba entrando en un estado de deseo a la par va examinando bien el cuerpo del chico sentado sobre él; pálido, delgado con múltiples pecas en sus hombros, maquillaje dulce en su rostro y un olor delicioso a fresas origen de su perfume y brillo labial.

—¿No haces excepciones bonito? Puedo pagarte bien la noche.—

—¿Hm?— Expresó en un tono juguetón e infantil.— ¿De cuánto estamos hablando?—

—¿Cuánto cuesta el tratamiento de tu madre?—

Quedó en blanco ¿Ese retrasado de donde mierda sacaría tanto dinero? Es decir, es obvio que tiene sus ingresos por los conocidos negocios de tráfico y demases ¿Pero por qué pagar tanto por un insignificante chico?

—... Tres mil dólares.—

—¿Eres virgen?—

—¿A qué viene esa puta pregunta?—

—Responde, te conviene.—

—Sí, lo soy, no te burles.—

—Al contrario, tonto, eres carne fresca, es más costoso, los chicos y chicas vírgenes valen más.— Tiró suave de su mejilla a modo de burla.— Tres mil dólares es bastante incluso para una noche, así que... ¿Te parecen trece encuentros?—

Eso lo dejó aún peor ¿Trece veces acostándose con el rarito de Ran? Frunció el ceño avergonzado, iba a negarse.

Pero su mamá es más importante que su orgullo.

—... Bien, pero con condón todas.— Se cruzó de brazos enarcando una ceja, su rostro no lo sentía, pero no podía estar más rojo.

—Que entonces sean diez encuentros, pero sin condón.—

—Hecho, pero debes darme un respaldo médico de que estás limpio.—

—Bien, y quiero grabarte mientras me montas ¿No tienes problemas con ello verdad?—

—Graba lo que quieras, con la condición de que no se me vea el rostro, tonto.—

—Uf, trato hecho entonces, Nahoya.—

—Azami-Chan.—

—No, no.— Dejó salir una risita burlona, se acercó y con lentitud respirando lento fué y mordió el labio inferior del pelinaranja.— Quiero cogerte como Nahoya Kawata, no como Azami-Chan.—

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Ranley Week 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora