Entra al bar una chica hermosa, con los labios de un rojo llamativo y un vestido del mismo color. Sus tacones resuenan por el salón al caminar por el suelo de madera, y un delicioso olor a rosas y café la acompañan, llamando la atención de casi todos los presentes.
Se acerca a la barra y pide una bebida con una voz tan dulce como la miel y suave como el algodón. Parece que viene aquí por costumbre al igual que yo pues no es la primera vez que la veo aquí, pero cada que se presenta llega con una experiencia nueva.
Es jueves, están a punto de dar las once y a duras penas me he terminado la segunda bebida. El lugar está algo vacío por ser entre de semana, así que sólo quedamos un par de personas en éste fétido lugar. Hago muecas al beber el último trago de mi botella sintiendo el licor raspando por mi garganta. Respiro profundo tratando de recuperar el aliento que el alcohol me había arrebatado y un fuerte aroma a rosas y café inunda mis fosas nasales.
Dejo la botella ya vacía sobre la barra y cierro los ojos, es entonces cuando se me concede la oportunidad de deleitar mis oídos con el hermoso sonido de una voz femenina. Una voz que si bien ya había escuchado antes, no se había dirigido a mí jamás. La voz proveniente de aquellos labios rojos.
⠀- Buenas noches.
⠀- Buenas noches. - Respondí, sintiendo a su vez una penetrante mirada sobre mí.
Me mantuve quieto y en silencio, observando como ella tomaba el trago de la mesa y lo bebía de una, sin inmutarse. Muerdo mi labio tratando de reprimir la cara de asombro que me causó tremenda acción y regreso la vista a mi botella. Mi vacía botella.
⠀-He notado... - Comienza, sacándome de mis pensamientos. - Que hace muecas al beber. ¿Qué persona va a un bar si no soporta beber algo tan suave? - Pregunta refiriéndose a mi botella, ¿es alguna especie de competencia?
⠀- ¿Cómo lo sabe?, ¿me ha estado vigilando a caso? - Digo yo, tratando de evadir su pregunta que, evidentemente, me dejó en ridículo.
Su pequeña risa resuena por todo el lugar. No era una carcajada, era una risa burlona y suave que logró animar el ambiente un poco.
⠀- Cada que vengo a éste bar usted se encuentra en alguna mesa, así que no estoy segura de quién esté vigilando a quién.
Su respuesta me hizo sonreír, era algo gracioso, e incluso poético que la costumbre casualmente cruzara nuestros caminos de una forma tan frecuente, era como si fuese una de esas cosas que están destinadas a ser. Como si en algún momento ésto tuviese que suceder.
⠀- ¿Cuál es su nombre? - Pregunto yo después de que pasáramos un largo tiempo admirando nuestras sonrisas.
Su nombre escurre por la comisura de sus labios, deslizándose suavemente por el ambiente hasta mis oídos. Su sonrisa se extiende dejando ver un pequeño hoyuelo en su mejilla al escuchar el mío.
Ambos pedimos una botella de cerveza, de la misma marca y el mismo tamaño. Me distraigo al mirarla beber media botella de inmediato parecía experta.
Tratando de imitarla bebo también, atragantándome en el proceso y obligándome a dejar la bebida. Toso un poco y limpio mi rostro con el dorso de mi mano para deshacerme de las gotas de alcohol en él.
⠀- No entiendo cómo lo haces. -Digo antes de reírme de mi propia situación. Ella ríe también, aunque no sabría decir si se ríe de mí o conmigo.
⠀- ¿Entonces no me vas a invitar a bailar? - Cuestiona, causándome otro pequeño nudo en la garganta. Se levanta y me tiende la mano, con una hermosa sonrisa en su rostro. - Vamos, ¿qué es lo peor que podría pasar?
Tomo su mano y camino a su lado, en dirección a la pista. La música aumenta el volumen y lentamente nos vamos acoplando a su ritmo. Ella coloca una de mis manos en su pequeña cintura y toma la otra para dirigir mis movimientos. Un suave vals, dos cuerpos moviéndose al son de la música y un ritmo marcado por el sonido de unos tacones rojos sobre el suelo de madera.
Hipnotizado por sus ojos marrones pierdo la noción del tiempo. Bailo sin intención de detenerme y ella continúa de la misma manera, volviéndonos uno con la música, con unos pasos sincronizados y una mirada conectada.
Después de un rato nos detenemos a tomar un trago. Tal vez eran los efectos del alcohol pero todo aquel nerviosismo que llegué a sentir se desvaneció, permitiéndome disfrutar de la velada tranquilo.
Queríamos seguir bailando así que eso hicimos, y mientras una canción suave inundaba el ambiente, su voz robó toda mi atención.
⠀- ¿Sabes qué es lo peor que podría pasar?
⠀- ¿Que sigamos bailando hasta el amanecer?
⠀- Me robaste las palabras de la boca.
La noche avanza y la cantidad de canciones que bailo con ella también. Fue un encuentro de una noche, uno en el que no necesitamos un beso para conectar ni algo más para llegar a ser uno. Fue un encuentro en el que unas cuantas canciones fueron más que suficientes para encender aquella chispa.
Vaya noche. Sólo entraba para emborracharme, no esperaba enamorarme.
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Tacones Rojos. [OS]
Short Story𝘜𝘯 𝘴𝘶𝘢𝘷𝘦 𝘷𝘢𝘭𝘴, 𝘥𝘰𝘴 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘱𝘰𝘴 𝘮𝘰𝘷𝘪𝘦́𝘯𝘥𝘰𝘴𝘦 𝘢𝘭 𝘴𝘰𝘯 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘶́𝘴𝘪𝘤𝘢 𝘺 𝘶𝘯 𝘳𝘪𝘵𝘮𝘰 𝘮𝘢𝘳𝘤𝘢𝘥𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘭 𝘴𝘰𝘯𝘪𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘰𝘴 𝘵𝘢𝘤𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘳𝘰𝘫𝘰𝘴 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘦𝘭 𝘴𝘶𝘦𝘭𝘰 𝘥𝘦 𝘮𝘢𝘥𝘦𝘳𝘢...