A DISFRUTAR, MIS BELLEZAS..
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Minutos más tarde, pude limpiar con más calma todo el desastre hecho. El señor Andrew, que ahora sabía, ese era su nombre, salió en silencio con dirección a la recepción, justo cuando yo entraba de la sala con escoba y aspiradora en mano para quitar el polvo y plumas del almohadón. No me dijo ni una sola silaba, aunque tampoco me miró de malas formas. Solo se fue con su caminar elegante.
Mientras recogía todo, con el ruido de la aspiradora llenando el cuarto, me abstraje recordando su rostro y su cuerpo. Alto y de bastante buen porte. Los cabellos rubios como los de la mayoría de los americanos, peinados con gel. Una sonrisa bastante bonita. Pero lo más impactante habían sido sus ojos. Brillantes, de un azul casi eléctrico. ¿O eran grises? Era atractivo. Mucho. Pero al parecer lo que tenía de guapo lo tenía tambien de payaso. Porque no se le había dado nada, reírse de la embarrada que yo tuve. Que ridícula debí verme, toda comprometida con mi empleo y arruinándolo todo con el propio jefe.
«Bien hecho, Mónica». Me reprendí mentalmente. Y recordando las palabras que tantas veces me dijera Adolfo, supe que en el fondo había tenido razón. Era una torpe y siempre terminaba arruinándolo todo. Cuando apagaba la aspiradora y todo el relleno habiendo desaparecido en el interior, Ava regresó, tarareando una canción.
Y de bastante buen humor al parecer.
—I feel good, ta ra, ra, ra...
Se detuvo en seco cuando me vio echando todo en una bolsa de basura.
— ¡Cielos! ¿Qué pasó? ¿De dónde ha salido tanta basura y plumas?—comenzó a reír—parece que se hubiesen metido una bandada de patos aquí.
—Y tal vez haya sido así—le respondí—una de las almohadas se rompió y el relleno se derramó por el piso—su risa aumentó, hasta ser un ataque con tos incluido.
—No puede seeeer—se dio palmaditas en la rodilla—lo que yo hubiese dado por verlo.
Parecía tan contenta con lo ocurrido, que se me pasó por la cabeza, si ella no habría sido causante de todo esto.
—Ava, ¿tuviste algo que ver?—las carcajadas cesaron de golpe.
— ¡¿Yo?!—Señaló su pecho— ¿me viste cara de torpe o qué?
—Como te causa tanta gracia todo esto—la miré de forma recelosa.
—Si me río, es de lo estúpida e inútil que eres. No me eches a mí la culpa de tus errores. Y si estos van a ser de diario, lo mejor es que te vayas antes de humillarte más.
Cerré la bolsa con un nudo, tomando los demás implementos para sacarlos.
—Aunque como veo las cosas—volvió a reír—Leslie te terminará echando antes de que tu consideres irte.
No contesté a sus burlas y dejé que se fuera con los demás implementos, refunfuñando por no lograr nada negativo en mí. A veces era mejor respuesta el silencio. Entré al baño por los pocos desechos que había sacado luego de limpiar, y cuando ya salía, quitándome los guantes, sonaron pasos fuera del cuarto. De inmediato tuve al jefe frente a mí, de nuevo con celular en mano. Me contempló muy sereno.
—Mónica—tragué con dificultad.
¿Qué tenían esos benditos ojos que intimidaban e hipnotizaban tanto?
—Señor Donnovan—balbuceé, no consiguiendo sostenerle la mirada.
—Pensé que al volver ya habrían terminado con todo—afirmé, y empecé a caminar a la salida.
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SUITE 405 (COMPLETA)
Romance¿A qué estarías dispuesta por salvar tu vida? ¿Perderte lejos donde nadie te conozca? ¿Pagar el precio que sea? O ir contra la ley, fiándote de un coyote que te ayude a cruzar la frontera de México a Estados Unidos, sabiendo como podrías acabar de s...