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Solo lo hice escuchando música. Abracito para la persona que adivine sobre que canción es esta historia.

—Hmm, ¡Shu, querido! —saludó la mujer de segunda edad al hombre de tatuajes, se le ve cansado y con ojeras

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—Hmm, ¡Shu, querido! —saludó la mujer de segunda edad al hombre de tatuajes, se le ve cansado y con ojeras. Se lo encontró de casualidad mientras iba por la calle después de hacer las compras.

—¡Ah! ¡Hola, señora Kisaki! —saluda con ánimo, la señora se le acerca y se abrazan cálidamente— ¿Cómo está?

—Yo bien Shu, ¿y tú? ¿Cómo va el trabajo?

Bueno, ya lo habían despedido por cierta razón, pero como no quería que ella se preocupara, decidió mentir —Muy bien también, de echo acabé de salir. Y me iba a casa.

—Pues que bueno. Yo también iba a casa. En fin, fue bueno saludarte. Chao, querido. —se acerca y besa la mejilla del hombre, da media vuelta dispuesta a irse, pero Hanma la detiene agarrándola de la muñeca.

—¿Oiga, cómo está... cómo está Tetta? —ella duda en como contestar.

—Pues está... Bastante bien la verdad. —hay que ser sinceros, y así lo hizo ella. Shuji siente su pecho siendo oprimido por una fuerza invisible que se llama; envidia. Envidia de que el omega esté bien sin él, pero que en su caso, no sea así. Ya no es feliz, lo extraña mucho y eso es un hecho. Aunque lo niegue, es consciente de que no puede simplemente olvidarlo y hacer como que nada pasó; lo quiere a su lado nuevamente, pero hacer eso sería egoísta de su parte.

Y todavía lo quiere, todavía lo ama; pero eso está mal, porque Kisaki ya no lo quiere a él. —Oh... —ella sonríe e intenta irse— Una pregunta más, ¿él ya consiguió a alguien que lo haga feliz?

—Shuji, no tengo porqué mentirte. Si, hace algunas semanas está saliendo con un chico... Se ve feliz con él. —asiente con resignación, la mujer se acerca nuevamente y acaricia su mejilla— Ya debo irme. Que pases un lindo año nuevo, Shu.

—I–igual. —sonríe y se va del lugar, a la mitad del camino saca su celular ya que le había llegado una notificación. Era un mensaje de Kazutora que le pedía, a él y a Baji, encontrarse en cierto bar al que frecuentaban— Igual no tengo más nada que hacer. —susurra para si mismo y se dirige a su casa a cambiarse, para ver si puede distraerse un rato con sus amigos.

Se pone la primer prenda que encuentra en su armario desordenado, acomoda su cabello de la mejor forma que su actitud se lo permite; suelta un suspiro pesado, y al poner un pie fuera de su morada, una fingida sonrisa llena de elegancia, felicidad y tranquilidad se formó en sus delgados labios. Pero, claramente el olor de penumbra que abunda en sus feromonas y que se desplaza por todos lados en los que cruza, hacen imposible que el hecho de que está sufriendo, aún pasados seis meses desde el rompimiento con Kisaki, sea subrepticio a las narices de los demás.

Sus manos descansan en sus bolsillos con tanta pesadez, aveces siente que es imposible caminar. Su peor 30 de diciembre, definitivamente sí. Avanza un par de cuadras con caminata extravagante y que embriaga a los omegas a su alrededor. Son, tal vez, las 10 de la noche; vislumbra, a pocos pasos de la entrada, cómo Keisuke se despedía de su esposo con un amoroso beso de por medio.

diciembre ; hankisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora