Me deje llevar por la suavidad de sus manos y esa magia que hace con su boca, sus ojos brillaban con una pasión que le iluminaban el rostro delatando sus intenciones y el hambre de mi cuerpo se le notaba en la forma que me hizo caer en la cama.
Me quito la camisa con prisa y sin que nuestros labios perdieran contacto, yo disfrutaba cómo ella me desnudaba, tanta agresividad era sorprendente, mejor dicho fascinante, no sé que había pasado ésa mañana pero su deseo era una cosa loca.
Besos de lengua, besos salvajes, húmedos y ricos, de esos que ella sabe que me exitan, sentía como su saliva tibia se deshacía en mi boca, desatando en mi el vigor y unas endemoniadas ganas de clavarme en su sexo y destapar la caja de Pandora de sus gemidos.Me disfruté el sabor de su piel cómo siempre, le recorrí la espalda con una fila de besos suaves que hacían pausa el sus redondas y suaves nalgas, hasta que mis labios volvieron a la ruta de sus piernas y me regresé por ese mismo camino repitiendo lo que había hecho pero ahora con rumbo hacia el norte, hasta volver y perder el sentido por segundos en el perfume de su pelo.
Bajar por su pecho, con la convicción de inundar todo entré sus piernas era mi misión y así fué, el olor a limpió me dió la bienvenida, saborear y desgastar mi lengua ahí justamente ahí, me exitaba porque al ritmo de el silencioso "LALALALA" de mi lengua su cuerpo se estremecía.
Su turno...
Besó mi cuello y mi pecho, su lengua ávida de tantas ganas me dibujó su nombre en la piel, seguía siendo agresiva en sus caricias y en su forma de besarme, cada línea de mi abdomen se rendía ante las succiones que me hacía con esas divinas cosquillas que me descontrolan, mi cara y mis gemidos le dejaban saber cuánto lo disfrutaba.Mi miembro erguido cuál asta de bandera, su mirada quemando mis pupilas, su boca ansiosa de devorar mi virilidad y yo vulnerable ante tanta pasión y lujuria.
La punta de su lengua recorriendo las venas de mi miembro erecto, su saliva mojando con malicia, sus manos de abajo hacia arriba dando caricias y yo en éxtasis por lo sublime de cada cosa que se le ocurria.
La curiosidad la mataba y el deseo la obligaba, su lengua era un remolino en mi glande y ese remolino iba haciéndose camino a lo largo y ancho de miembro hasta llegar mis testículos y seguir más, con la complicidad dé la yema de sus dedos que con delicadeza irrumpen zonas sagradas en mi cuerpo a las que el placer me obligaba a ceder y dejarme llevar a su voluntad, porque la descarada sabía dónde y cómo tocar para que mi cuerpo se relajara y disfrutara del fuego de su atrevimiento, para que yo simplemente no lo resistiera.
Besos qué jamás imaginé permitir, me dieron una nueva experiencia, algo distinto, algo que no cambia en nada mi perspectiva del deseo, pero que si abría mi mente a sentir cosas diferentes y a la vez pensar que el hombre es cobarde si le reprime la mujer sus ganas de brindarle otras formas de placer.
Al cabo de un rato me sentía como más enérgico y hasta en deuda por todo lo que me hizo sentir, pero tenía la sangre caliente y el deseo firme para hacerla mía en todas las posiciones posibles, con las caricias y los mordiquitos necesarios para que su feminidad explotara val máximo cuando mi vigor y su libido se fundan los orgasmos más
placenteros.Sus rodillas al ras de sus hombros y mis manos aferradas a su cabellera y sin decirnos palabras nos dedicamos hacer cambios de posiciones al aumentar las ganas, cosas fascinantes como tomarla por la cadera y nalguearla mientras está de espalda recibiendo el bombeo de mi sexo en el suyo mientras mís manos buscan sus hombros y su cabello causando esa sensación que a ella le encanta y viva voz lo grita.
Otro cambió de posición y ahora me cabalga con violencia estrellandome su vientre como lo hacen las olas en el malecón, me disfruto este momento rindiendo un homenaje a sus senos con la punta de mi lengua, pero mi instinto animal me convierte en licántropo y debo saciar está naturaleza salvaje mientras su húmeda vagina traga mi erecto y petrificado miembro, con su lengua y la mía danzando en deliciosos besos que cada vez son más intensos y que avivan está locura suya y mía que me da las fuerzas para levantarme y atarla a mi torso sin dejar de hacer el mete y saca que la hace gritar de emoción y placer colgada de mi cuello mientras nos venimos los dos al mismo tiempo y terminamos volando en el climax de nuestra entrega.
FIn