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— Date la vuelta, unnie

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— Date la vuelta, unnie.

Dahyun obedeció cansada, dándole la espalda a Momo, dejando que la alfa paseara la toallita húmeda por la desnuda piel de sus glúteos. Lo hacía con gentileza, como si la omega fuera alguna escultura de cristal y tuviera miedo de quebrarla en un mal paso. La suavidad en que limpiaba el resto de lubricante natural que había quedado hicieron a su unnie gruñir bajito llena de satisfacción, como si estuviera ronroneando, sonriendo en completo relajamiento. Las grandes manos la tocaban con cuidado, sin intenciones sucias, solo cuidándola con verdadero cariño.

Habían tenido una tarde divertida; las dos alfas se entretuvieron un largo rato en los videojuegos en la habitación de Dahyun, mientras la unnie se dedicaba a terminar deberes finales para entregar antes de que las vacaciones comenzaran. Luego Sana se cansó y decidió que era mejor ir a jugar con Dahyun, sí, la alfa menor al comienzo le había mimado, abrazándola desde atrás y dejando besitos inocentes en la piel que la camiseta ancha (que era de Momo) no llegaba a crubrir. La omega se había dejado hacer con gusto, suspirando por la sensaciones cálidas que los besos y caricias en su cintura le hacían tener, después subió de tono. Y bueno, no pudo resistirse mucho, Dahyun también se había calentado y tan pronto como terminó las tareas, prácticamente se lanzó a devorar la boca de Sana.

Momo no participó esa vez, optó por quedarse observando sentada en el puff de color gris que Dahyun tenía, mientras el otro par se dedicaban a saciarse entre ellas. La omega no sabía qué había sido mejor; la deliciosa manera en que Minatozaki la jodió o que Hirai fuera una expectadora activa. Porque, incluso cuando no había estado con ellas en la cama, su participación se basó en palabras y órdenes sucias que, honestamente, a las tres les gustó.

Así que ahí estaba, después de una intensa sesión, acostada boca abajo en su cama totalmente cansada, permitiendo que su alfa le mimara. Sana estaba a su lado, con las manos acomodadas detrás de su cabeza, también desnuda, mirándoles con una sonrisa bonita, ojos brillantes de cariño. Momo se había tomado el tiempo de limpiar a la alfa menor de igual modo, como si ambas fueran sus bebés.

De hecho, así era.

— Nana te dejó marcas — habló casi burlona, acariciando la marca rojiza en el glúteo derecho de Dahyun, casi en la parte interna, cerca del anillo de músculos todavía sensible y lubricado, donde Minatozaki había estado jugando a petición suya.

Momo prácticamente estaba manoseándola para ese momento, porque ya había terminado de pasar la toallita, pero continuó usándola de excusa para tener sus manos encima. Bueno, Dahyun no se quejaba, pero si seguía de esa manera volvería a excitarse, y estaba muy cansada como para una segunda ronda. Hirai delineó delicadamente con un largo dedo las pequeñas marcas que Sana había dejado por sus glúteos, encontrándolo adorable. ¿Cómo se suponía que eso era tierno? Momo no lo sabía, pero la nívea y suave piel del redondito trasero de su unnie se veía tan bonita enrojecida después del sexo, que no pudo evitar inclinarse, para dejar un pequeño besito en una de ellas, escuchando a la omega suspirar.

Cappuccino Candy [SaiDahMo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora