extra: una pequeña manada

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Nota de la autora:
Tengo planeado tres extras contando este, y ninguno afectará directamente la historia ya terminada

Ninguno tiene cronología, son saltos en el tiempo a lo random
3/5

Ninguno tiene cronología, son saltos en el tiempo a lo random 3/5

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La casa era un caos, un completo caos.

— ¡Ven aquí!

El grito de Momo se escuchó por toda la casa, seguido de escandalosas risas infantiles. La alfa corría detrás de la niña que desnuda huía de ella, saltando por los sillones y riéndose del desespero de Momo por atraparla. Habían estado así hacía ya un buen rato, cuando la alfa le quitó las prendas para poder bañarla, pero la niña había huido tan rápido como sus cortas piernas se lo permitían, solo volviendo loca a la chica que trataba de agarrarla para que dejase de exhibirse por toda la casa.

— ¿Qué pasa? — Sana entró a la sala principal, donde Momo seguía correteando detrás de la cachorra. En sus brazos sostenía un bebé, quien chupaba tranquilo de un biberón lleno de tibia leche. Lo mecía con cuidado, arrullándolo.

— ¡Tu hija no quiere bañarse! ¡Dile algo!

Minatozaki rodó los ojos ante el desespero de Hirai, quien se dejó caer en el sofá a mirarle cansada por todo el ejercicio que la cachorra le hizo tener. — EunHa, ¿qué te he dicho sobre molestar a mamá Momo?

La aludida dejó de correr para lentamente acercarse a su mamá Sana, bajando la cabeza y moviendo el pie en un gesto tímido. La niña era una tierna combinación entre los ojos felinos y labios de Dahyun, junto al tono de piel y la nariz de Sana, además de ese lacio cabello negro que le caía desordenado por sus hombros, un fleco que apenas llegaba a rozar sus cejas levemente tupidas. La niña era adorable, pero sin duda también era un pequeño demonio de tres años. Se la vivía molestando principalmente a Momo, porque era un blanco perfecto al caer tan rápido en sus pequeños trucos de manipulación. ¡Pero no podían culparla! Era débil cuando la pequeña ponía sus ojitos brillantes de cachorrito y le hablaba con ese aegyo infantil tan bonito.

— No molestar a mamá Mo poque es senshibe — respondió en voz baja, un tono digno de un infante.

— ¡Oye! — la aludida se quejó ofendida, aunque ninguna la tomó en cuenta.

— ¿Qué más?

— Cuidar a mamá Momo poque puede hacerse daño.

— ¡Se supone que es al revés! — volvió a quejarse, otra vez siendo ignorada.

— Así es bebé, ahora dale un abrazo a mamá Momo.

La aludida refunfuñó como una niña pequeña, pero de todas formas abrió los brazos para dejar que la chiquilla se abrazara a ella, envolviendo su pequeño cuerpo desnudo. Así que aprovechó, alzándose con ella en brazos, gritando un: — ¡Te tengo, ahora a bañarse! — corriendo hacia el cuarto de baño, escuchando las quejas dramáticas de la pequeña alfa.

Cappuccino Candy [SaiDahMo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora