CAPÍTULO 16. TANTO POL, TANTO POL
El primer día paso tranquilo, todo lo tranquilo que se puede estar en un campamento de desconexión lleno de jóvenes con ganas de fiesta. Sí, esa era mi realidad.
Lo cierto es que probablemente hubiera gente que sí quería desconectar y dejar de lado los dispositivos móviles, pero hasta el momento, yo no había conocido a nadie.
En cuanto salí del lago, tomé una de las mejores decisiones de mi vida: no escuchar el nombre de Pol durante al menos veinticuatro horas. Parece no ser mucho, pero creerme, la habilidad de ese chico de pelo decolorado para colarse en conversaciones sin estar presente, era abismal. De todas formas, mi habilidad de evasión también era muy buena.
Durante la hora de la comida, estuve con Valentina, su novio Daniel, Tobías (aunque no pasaba más de cinco minutos en la misma mesa) y Alejo. Me caían bien, estaba segura de que saldrían buenas amistades. No tan buenas con el chico con chica de flequillo permanentemente pegada a sus labios, sentado dos mesas más allá. Vale, lo admito, sabía dónde estaba, no era tan difícil. Pero es que además tenéis que tener en cuenta que para esquivar a alguien, hay que tenerlo vigilado. Controlado estaba, porque como persona atractiva que era Pol, no podía evitar mirarlo cada poquito, lo que le pasaría a cualquier persona, vaya. Por ejemplo, también miraba mucho a Daniel, ese chico era rubio natural y tenía unos ojos impresionantes y, además, cada vez que me pillaba mirándolo sonreía. Gente maja, ya no queda tanta.
Por el contrario, estaba Pol. Él, era... distinto. A parte de que cada vez que me giraba en su dirección tenía la lengua metida hasta la garganta de Emma, y yo sentía un nudito en el pecho por el anhelo del contacto y eso, era imposible dejar de mirarlo, ya está más que confirmado. Y es que no se acobardaba, entre beso y beso trababa sus ojos con los míos, estaba raramente confundido, hasta yo que no sabía distinguir bien las expresiones de la gente era capaz de verlo. Estaba con un nubarrón en la cabeza, y yo sabía el motivo, era por mi actitud durante el intento de llamada, lo sabía, pero no pensaba hablar con él y menos explicarle nada. Pretendía alcanzar un punto de "esto se queda entre nosotros y no ha pasado nada", punto algo complejo.
Esta vez, en la que lo miraba en mi día de "cero Pol", él estaba con la cabeza enterrada en el cuello de su chica, veía sus dientes blancos mordisquearle el lóbulo de la oreja. Y sus ojos fijos en ella... hasta que sintió mi mirada y los alzó. Sí, de nuevo, no será por acciones repetitivas... Los míos se quedaron atrapados, porque, a pesar de que eran azul oscuro, de lejos podían pasar por negros, incluso variar en función la luz. Eran reflectantes. Y me puse nerviosa, dios, la estaba besando a ella y mirándome a mí, podría parecer algún tipo de señal o de promesa, pero su ceño fruncido cada vez que nos observábamos quitaba todas las dudas.
Alguien me dio un codazo y me giré. Ni siquiera me pude apartar de lo ensimismada que estaba viendo las arrugas de expresión en su cara. Era muy expresivo.
—Thess —al parecer Valentina me llamaba así—. Deja ya de mirarlo, es excesivo.
Lo era, ya estábamos cenando.
—Ya, sí —dije agitando la cabeza y centrándome en mi plato de ensalada—. ¿Qué estabais diciendo?
—Macarena. —aclaró (o intentó hacerlo, Alejo).
—Decía que yo imaginaba a la gente del sur muy colorida, haciendo bromas todo el rato, chistes. Un jajaja constante. Y Macarena es todo lo contrario. —reflexionó mi compañera de cabaña.
—No sé. —yo seguía pensado en ya sabéis quién.
—Mira: viste de negro, es antipática y eso.
Sonreí a Valentina.
—No creo que todos los andaluces sean como te los imaginas, pero te doy la razón: ella es una gran excepción. —apunté.
—¡Bum! —le dijo a Tobías.
—Eso es, seguir basándoos en estupidos prototipos. Yo, diréis que como soy maño, soy un bruto, grito todo el rato y digo co en todo, ¿no?
Dicho aquello se marchó dejándonos a los cuatro con la boca abierta, no estaba enfadado, se reía, y poco después nosotros también.
Me metí una lechuga a la boca y Valentina me miró raro.
Tobías por su parte se acercó a la pareja protagonista de mi capítulo poniendo morros y le metió la lengua a Pol por la oreja. Pol, curiosamente, se rió con él y se metieron en una de esa peleas muy masculinas y muy falsas.
*
Me puse la capucha de mi chaqueta gris. No tenía claro por qué, pero sentía que debía
Ia esconderme, de Pol claro. Era la segunda mañana en el campamento y esperaba que fuera mucho mejor que la primera, por mi bien sobretodo.
Mirando a todos lados me acerqué al teléfono azul claro. Temblorosa me aferré a él. Y bastante paranoica, marqué el número de mamá.
—Cariño, ¿eres tú? —escuchar su voz me relajó.
—Sí, mamá, soy yo. Siento no haberte llamado ayer.
—No pasada nada, no hace falta que me llames todos los días si ves que no pasa nada.
Me quedé en silencio, ¿se lo contaba?
—Por que no ha pasado nada, ¿no?
—Esto...
—Thesa, necesito que me lo cuentes.
—Pasa algo con una persona.
—Un chico. —dedujo ella. Yo solía evitar nombrar a cualquier chico en su presencia.
—Bueno sí, una persona del campamento.
—¿Qué paso?
—No es muy grave.
—No mientas, Thesa. —dijo con dulzura.
Sollocé. Sus palabras me rompieron en cachitos, sin motivo alguno. Me senté en el suelo estirando el cable enrollado del teléfono.
—¿Te ha hecho daño? —preguntó asustada.
—No, no, para nada. No pienses eso —en mi cabeza no encajaba Pol haciendo daño alguien, al menos no adrede—. Me tocó y me puse nerviosa. Bastante. No pude hacer nada, lo siento. Los ejercicios de Vera no funcionaron y no sé, me descontrolé como hacía mucho que no. No va a funcionar, mamá. —añadí negativa y tomando aire tras soltarlo todoa a cámara rápida.
—No digas eso. Solo llevas dos días, te queda mucho tiempo. Marca tú el ritmo. Paulatinamente, amor.
—Ya ¿y si los demás me tocan? No puedo mandar siempre yo. Sus comportamientos no dependen de mí.
Estaba enfadada, sus palabras me molestaban, siempre decían lo mismo: "paulatinamente". Ya estaba cansada de todo.
—Lo sabemos. no te enfades cielo.
—No estoy enfadada. —mentí.
—Sí, lo estas —escuché unas voces de fondo—.Y no creo que sea conmigo. Estás enfadaba contigo, por no haber sabido responder correctamente. Es normal, el proceso es lento.
—Vale, ya. Deja de ser Vera. Tú no eres psicóloga.
—No, soy tu madre.
Bufé.
—Mira, tienes que relajarte. No pensar en ello.
—No quiero, paso de todo. Me voy a la piscina. —espeté.
—Ni se te ocurra colgarme, señorita.
No lo hice.
—Escúchame, tendrás que llamar a Vera el día 14, tenéis cita. —ya lo sabía, no era tan estúpida—. Pero si lo necesitas antes, me avisas y pido consulta, seguro que encuentra hueco.
—No hace falta.
—Tendrás que contarle todos tus progresos.
—Que sí. Te voy a colgar.
—Haz lo que quieras.
—Eso voy a hacer.
—Te quiero Thesa.
Me ablandé un poquito.
—Yo también te quiero.
Sonó el pitido de final de la llamada.
¿Qué iba a hacer? Estaba sola.***
Y otro día más de mañana, pero aquí acaba esta nueva rutina. El jueves otra vez por la tarde.
Si os ha gustado no olvidéis de votar y si os apetece podéis compartir la historia, pero mejor la primera parte.
Hasta el jueves.
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Simplemente Thesa
Genç KurguThesa Lagos, y solo Thesa, llega a TeDI, un campamento perdido al norte de España y con las siglas erróneas, aconsejada por Vera. Vera, es su psicóloga y la misma que la acompañara durante el año más ¿increíble de su vida? Parece adecuado hasta el...