Delicioso

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El calor que siento en mi costado hace que me despierte....eres tú.Me he debido de quedar dormida mientras te esperaba y al llegar, en vez de despertarme te has tumbado a mi lado, atrayéndome hacia ti con una mano puesta sobre mi cintura, esa que dices gustarte por ser estrecha y delicada.Me muevo y logro llegar hasta tu boca, pero justo cuando estoy a punto de besarte un ruidito inoportuno rompe silencio del dormitorio. ¡Oh, no! Es mi estómago.Intento salir de la cama, pero tus manos me atrapan por los costados y tus labios dejan rastro mientras me besas y mordisqueas el cuello.-¿Dónde vas? ¿Ya me abandonas?-Iba a preparar algo de desayunar, estoy muerta de hambre.-¿Sin dejarme devorarte a ti primero?En ese momento un ruido de tu estomago te traiciono por lo que solté una carcajada y tú me soltaste.Prometí volver con algo sustancioso que sirviera más de almuerzo que de desayuno.Un par de platos con canapés fríos, algo de embutido y queso, pan y un cuenco con fresas frescas. Con todo en una bandeja, vuelvo al cuarto, encima de la cama.

-Mmm.-balbuceas.-esto se ve estupendo.-alargas la mano para coger un pedazo de queso, pero yo soy más rápida y le doy un pequeño manotazo.
-Estate quieto. Falta el vino.-me levanto de nuevo, me miras frunciendo el ceño y tocándote la mano.
-Vaya que el hambre te transforma en una bruja gruñona.
Te miro achinando los ojos y tú levantas las manos en señal de rendición.

Cuando vuelvo, comemos en silencio, dejando escapar algún ruidito, mientras saboreamos la comida. Todo ha desaparecido, las fresas llevan el mismo camino y ya vamos por nuestra segunda copa de vino. Te miro las manos...

-Es increíble que teniendo un trabajo tan rudo, tengas unas manos tan suaves y que me toques con tanta delicadeza, siempre me asombra lo que tus manos me provocan al tocarme, eres tan delicado...

-Niña, eso es porque procuro no destrozármelas demasiado.

Tomas una fresa del cuenco y la acerca a mi boca. Separo los labios y la muerdo entre mis dientes, cerrando los ojos, sintiendo el jugo pasar por mi garganta y resbalar fuera de mi boca. Algo aun mas húmedo, me toca, abro los ojos y te encuentro lamiendo mi barbilla.

-Mmm... delicioso.-susurras.

Entonces dejas tu copa de vino junto a la mía y apartas la bandeja. Quitas la sábana que para moverte mejor, tu boca vuela a mi cuello y yo meto mis manos entre tu pelo. Nos recostamos en el colchón, te apoyas sobre tu antebrazo para no dejar caer todo tu peso sobre mí y tu otro brazo esta en uno de mis muslos, tu mano me acaricia lentamente, dibujando círculos, enviando olas de escalofríos por todo mi cuerpo.

Tu aliento en la base de mi cuello... empiezo a respirar con dificultad y un gemido escapa de mi garganta. Sin previo aviso, noto tus labios juguetear suavemente el lóbulo de mi oreja, provocándome un escalofrío que recorre toda mi columna. La humedad llega a mis piernas y tu mano sigue su camino subiendo por mi pierna hasta pasar a mi vientre, donde se detiene y juega con mi ombligo. Eso me vuelve loca y me remuevo debajo de ti, frotándome contra tu cuerpo. Tu respiración se agita y lo noto cuando bajas la cabeza para besar mis labios.

Me besas ferozmente, con pasión, explorando hasta el último rincón de mi boca. Mientras tu mano ha continuado subiendo por debajo de tu camisa, que me puse para ir a la cocina, hasta llegar a uno de mis pechos, lo acaricias y siento tu mano temblar. Dejas de besarme y me miras a los ojos, yo puedo ver el deseo en los suyos y no puedo evitarlo, te sonrío y entonces lanzo un sonoro gemido, pues estás torturando uno de mis pezones. Lo sostienes entre los dedos y lo pellizcas suavemente. Yo siento que voy a explotar.

-¿Lista para el segundo round, niña?-me preguntas en un susurro.
-Ajá.-no puedo hablar....

Te pegas a mí haciéndome notar lo listo que estás. Tu erección presiona en mi bajo vientre y yo me froto de nuevo contra ti, arrancándote un gemido.

Intentas quitarme la camiseta pero yo no te dejo, ahora es mi turno de torturarte. Con una sonrisa maliciosa cambio de posición rodando contigo de forma que me quedo encima de ti. Me incorporo muy lentamente, rozando su erección, viendo la cara de agonía de que pones, empiezas a cubrirte de sudor. Siento la camiseta pegarse a mi cuerpo, estoy ardiendo y empiezo a tener calor.

-Niña me estás matando. No sé si voy a poder aguantarlo mucho más.
-Shhh.-digo poniendo mis dedos en tus labios.-no seas quejica y disfruta. Ahora me toca jugar a mí.

Bajo de encima tuyo y me muevo gateando hasta tus pies, de nuevo me coloco sobre ti y voy pasando mis manos sobre tus musculosas piernas, tu vello me hace cosquillas en la mano. Avanzo hasta llegar a tus poderosos muslos, donde dibujo formas con mis dedos, sintiéndote temblar. Te miro, gotas de sudor se deslizan desde su frente y cierras los ojos. Escucho un gemido proveniente de tu garganta y te veo apretar los labios. Por fin llego al punto más interesante, estás mirándome de nuevo, con las pupilas dilatadas, expectante...

Tu pene está completamente erecto. Lo tomo entre mis manos, está duro y caliente y puedo sentirlo latir. Comienzo a acariciarlo, desde la punta a la base, lentamente al principio y más rápido después. Te remueves alterado y dejas escapar varios gemidos ahogados.

-Sí, niña sigue así.-dices jadeando.

Me siento poderosa, estás rendido ante mí, dejándote hacer y el sólo hecho de verte disfrutar, de escuchar tus gemidos, de sentirte temblar debajo de mí y de ver el placer recorrer tu cara, es suficiente para que yo también disfrute y sienta el mismo placer. Dejo de acariciarte y me siento sobre tu vientre, te incorporas en la cama, quedando también sentado y me pegas a ti, de forma que mis pechos quedan aplastados contra tu tórax.

-Quiero sentir tu piel contra la mía.-me susurras al oído.

Por toda respuesta yo alzo mis brazos y me quitas tu camisa, la dejas caer al suelo. Vuelves a pegarme contra ti, tu piel está caliente y húmeda por el sudor. Mi cuerpo tiembla ante el roce de mis pezones erectos contra tu pecho. Capturo tu boca y me deleito con tu sabor, succionas un poco mi labio y tus manos vagan por mi espalda, el placer es insoportable y siento humedecerme más todavía. ¡Suficiente!, me digo. Termino el beso y te empujo sobre la cama, haciéndote tumbar, yo mantengo la posición.

-Aún no he terminado contigo.- me relamo los labios.

Acaricio tu pecho con mis manos, abarcando tu extensión y entonces me inclino sobre ti, dejando una línea de besos hasta llegar a uno de tus pezones. Lo capturo con mi boca y muerdo ligeramente con mis dientes, hago lo mismo con el otro y lo acaricio con mi lengua. Dices palabras incoherentes que apenas entiendo y de tu garganta no dejan de escapar los gemidos.

-Niña, en serio.-levanto la cabeza ante tus palabras, sus ojos muestran una deliciosa agonía.-esto es insoportable, siento que voy a estallar.
-Dime qué es lo que quieres.- sonrío con malicia.
-Por favor...-ruegas.
-Si no me lo dices no podré complacerte.
-Quiero estar dentro de ti ya, deja de torturarme.
-Niño bueno.- digo y te acaricio la mejilla.-Tus deseos son órdenes.

Tomo tu miembro entre mis manos y lo guío hacia mi entrada. Me deslizo sobre él lentamente hasta sentirlo por completo dentro de mí. Ambos gemimos cuando se acopla perfectamente. Durante un instante me mantengo inmóvil, disfrutando de la sensación de los músculos de mi vagina rodeándote. Entonces comienzo a moverme, con movimientos lentos y profundos, nuestros gemidos y palabras ahogadas llenan la habitación, nuestras respiraciones se vuelven agitadas, el sudor recubre nuestros cuerpos.

Voy subiendo la velocidad y fuerza de mis movimientos, apoyo mis manos en tu pecho y tu me agarras las caderas, guiándome, llevándome arriba y abajo, de forma que tu pene casi sale de mi cuerpo para volver a entrar de nuevo, haciéndome gritar.

-Eso es niña...Hazme sentir que estoy en el cielo.

Claro que puedo hacer eso, yo misma siento que ya estoy allí. te se incorporas y me pegas a ti besando mi cuello, mientras yo sigo moviéndome. Olas de placer me invaden y sé que pronto llegará el final y con él la liberación. Siento latir mi interior, los primeros coletazos del orgasmo.

-Estoy llegando.-susurro ya con mis fuerzas al límite.-oh, es insoportable...
-Yo también puedo sentirlo, ya no queda mucho.-dices pegándome más a tu cuerpo.

Entonces por fin siento mi cuerpo tensarse, los espasmos me hacen temblar y los músculos de mi vagina se contraen, rodeando con fuerza tul miembro. Gimo y te oigo gemir, me aferro a tu cuerpo con fuerza, sintiendo los últimos temblores recorrerme. Me relajo y entonces el orgasmo te sacude con fuerza, te quedas muy quieto durante un instante y luego noto como te derramas caliente dentro de mí, para luego relajarse tu también.

Los dos temblamos, y con la respiración agitada nos dejamos caer en la cama.

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