Capítulo 20: Despertar parte 2

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Año 1995, Transilvania.

Por años Europa había sido el hogar de innumerables mafias a lo largo de la historia, pero ninguna había sido tan poderosa como los Plasmius en Rumania, quienes llegaron a doblegar el país por completo. Ellos se habían hecho con el control de todos los territorios a lo largo del país, de la policía, los medios de comunicación y el gobierno. También se habían convertido en una de las familias más ricas y peligrosas de toda Europa, ya que aunque su dominio estaba en Rumania, aún eran temidos en los demás países y respetados debido a su violentas formas de doblegar a las organizaciones, y en general, al prójimo. Rǎzvan Plasmius era un  hombre frío, calculador y uno de los que estaba al frente de la organización. Experto en manipulación y extorsión, así como el manejo de armas, nadie se atrevía a sostenerle la mirada por mucho tiempo. Pero a diferencia de su esposo, Ruxandra Plasmius, era una mujer tan hermosa como letal. Ella disfrutaba del sufrimiento de sus víctimas y enemigos por igual, llegando al punto de torturarlos si no obtenía lo que quería. Sadismo que heredó su primogénito y único hijo Vlad Plasmius, quien a muy temprana edad comenzó en el negocio familiar, sembrado el terror en las familias de aquellos que se negaban a pagar los impuestos que sus padres les impusieron. El joven Masters  trabajó supervisando uno de los veinte casinos clandestinos de sus padres, hasta que con el tiempo fue escalando lo suficiente como para tener un cargo importante en la organización. Su primer trabajo fue cobrar una buena suma de dinero a la familia que en ese entonces era una de las más adineradas de Transilvania. La familia Masters. Un matrimonio de empresarios ricos que aún no habían pagado sus impuestos por vivir en su territorio. Vlad fue a visitarlos y exigir el debido pago, a lo que estos accedieron de buena gana. Esto molestó mucho al adolescente ya que si ellos eran tan obedientes, no había razón para usar la fuerza y esa era su parte favorita del trabajo, por lo que cada vez que iba a cobrarles los impuestos, aumentaba el precio y esperaba una negativa, pero no pasó por un largo tiempo hasta que finalmente decidieron decir que no. La alegría que sintió Vlad en ese momento fue indescriptible. No sabía ni por dónde empezar. Así que lo primero fue la destrucción parcial de sus propiedades, amenazó a los grandes empresarios para que no hicieran negocios con ellos, les prohibieron la posibilidad de salir del país y cuando descubrió que habían tenido un hijo, logró que se sometieran a él por completo. La sensación que tenía Vlad al tener la vida de esas personas bajo su control se sentía malditamente bien. Era tan adictivo que solo deseaba más y más. Sin embargo, sus padres luego de ver como jugaba con los Masters, le prohibieron verlos por un tiempo, ya que no podían dejar que rompiera su regla de oro. Y esa era no presionar demasiado a una persona hasta llevarla al límite, ya que esta podría revelarse, y aún peor, derrotarle. Vlad se quejó de esto, pero entendió cuando su madre le explicó que cuando empujas a una persona a sus límites y le quitas lo que más amas en el mundo, esa persona deja de tener miedo. Y si esa persona deja de tener miedo, es mejor que corras, porque no se detendrá ante nada para vengarse. El menor de los Plasmius grabó esa regla a fuego en su memoria y optó por dejar en paz a los Masters por un tiempo.

Los meses pasaron y cuando Vlad  cumplió dieciséis años, su familia se vió involucrada en un conflicto armado entre las otras mafias que deseaban su poder, por lo que obligaron a los Masters a ocultarlo y hacerlo pasar como otro más de sus hijos. A lo que estos aceptaron a regañadientes, temiendo que los Plasmius fueran a asesinar a su hijo.

Esa mañana Vlad se había levantado y vestido para trabajar. Bajó las escaleras a la sala principal donde se encontraban el Sr. Y Sra. Masters desayunando, mismos que guardaron silencio al verlo. Él sonrió divertido y caminó alrededor de la mesa en la que estaban sentados y se sirvió café y tomó de las facturas que había en el plato de uno de los dos alfas frente a él. Acción que puso roja de ira a la mujer y al hombre lo hizo estremecerse. Y a pesar de tener estos sentimientos adueñándose de sus cuerpos, ninguno se atrevió a hacer contacto visual con el menor. Vlad le dijo que quería comer Mici y de postre Papanasi a la que él llamó "Mamá" con burla, y "papá" al hombre al que le ordenó le alcanzara el celular que estaba en el despacho del Sr. Masters y que él había tomado como propio. El hombre mayor asintió y fue a buscarlo, mientras la mujer se atrevió a mirarlo a los ojos con furia. El ojiazul le sostuvo la mirada con diversión.

Defectuoso (Vlad x Danny)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora