El universo junta a dos almas antiguas seis siglos después, en donde el odio floreció después de un amor prohibido. ¿Qué pasará cuando en sus nuevas vidas, se reconozcan?
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La llave plateada entró en la cerradura a duras penas, pues todo el peso que estaba soportando con mi mano derecha, debido a lo que había comprado en el mercado próximo a mi nuevo piso, hacían el encajar la llave una tarea sumamente complicada. Suspiré aliviada cuando se escuchó un sonido seco, anunciando a mis oídos que la puerta finalmente estaba desbloqueada. Al poco tiempo, las paredes blancas y desnudas de mi nuevo hogar me dieron la bienvenida.
Dejando la puerta de mi casa abierta, me encaminé con rapidez hasta la encimera de mi cocina, en donde dejé todos los alimentos comprados. Sintiendo mis brazos aliviados después de ser liberados de tanto peso, volví hasta mi recibidor para cerrar la puerta y colgar mi bolsa de tela negra, la cual era mi mejor aliada en estas temporadas de calor. Me miré en el espejo, y lo que vi no fue nada más que una joven adulta a punto de empezar un gran capítulo de su vida, o al menos de su segunda vida.
Lo cierto es, que sería una farsa decir que después de mi decimosexto cumpleaños, había podido controlar la situación a la perfección, pues la verdad es que incluso cinco años después seguía con una extraña inquietud en el pecho, y era extraño verme a mí misma y a mi cuerpo. Cuando mis recuerdos regresaron esa noche, fue un punto de inflexión en mi vida, ¿Quién diría que esto sería tan difícil? Incluso después de haber vivido dieciséis años en un cuerpo de mujer, el recordar mi pasado masculino, fue extraño en muchos sentidos. Me sentía incómoda al caminar, me sentía incómoda con algo pesado colgando de mi torso, era como si mi cuerpo por arte de magia hubiera decidido cambiar de género de un día para otro. Incluso a día de hoy, se me hace extraño vivir con un cuerpo femenino, pues las sensaciones y experiencias son... Extremadamente diferentes.
Sin embargo, no queriendo explayarme demasiado en mis pensamientos del pasado cómo solía hacer, me enfoqué en proseguir con la que yo conocía como mi segunda vida, pues aunque el pasado me persiguiera y estuviera presente en mi conciencia, no dejaba de ser eso, un recuerdo de lo que ya pasó.
Recogí mi pelo en una coleta baja y me senté en el sofá rojo que había colocado en el salón, siendo esta la única pieza de mobiliario ya construida en esa sala. Agradecía al universo por la existencia de una marca en donde se podían hacer muebles tan ligeros y fáciles de transportar, ¡Incluso los podrías montar una vez llegados a tu hogar! Las estrellas saben cuánto pesaban los muebles en el siglo XV y lo complicado que era moverlos alrededor del hogar. Me cansaba de solo recordarlo.
Recorrí con la mirada el lugar, un apartamento pequeño, moderno. Paredes blancas y lisas, espacios comunes sin casi separación, y con una bonita puerta de madera de roble que daba a mi lugar más privado y donde reposaba todas las noches, mi habitación. Era increíble lo mucho que la tecnología había avanzado, de los gustos tan diferentes que tenemos los humanos con el paso del tiempo. Mi apartamento, pequeño pero acogedor, tenía unas ventanas que daban al espacio una luz natural, tan bonita que me hacía acordarme de aquella que entraba por los ventanales del castillo de... Bueno, mejor no lo nombro, sino, estoy segura que los dientes me empezarían a chirriar de la rabia.