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Tenía planeado ponerme un lindo vestido rosa para mi cita que dejaba los hombros descubiertos, pero otra vez el fastidioso de Nico di Angelo tenía que arruinármelo al dejar las marcas de sus estúpidos dientes y chupones en mis clavículas y cuello. No podía dejar que me vieran de ese modo y mi única opción era un maldito overol que terminara en una falda por encima de mis rodillas y una simple camisa con los colores del arcoíris de manga larga.
No me veían mal, pero no era el atuendo adecuado para una cita.
— Me veo como una granjera.— Sisee sintiéndome derrotada.
Acomode mi cabello y maquillaje.
Intenté no pensar en ese besó, cerré los ojos y volví a intentar borrar la sensación de sus manos sobre mi cuerpo, acariciando mi cabello y cintura con delicadeza.
Abrí mis ojos y pegue mis manos al espejo, me mire con severidad y me señale a mi misma con el dedo.
— Contrólate mujer.— Me dije a mi misma y me mantuve firme.— Solo fue un beso, si, tal vez te manoseo cómo fruta de supermercado... ¡Pero no significó nada!
Allí caí en cuenta de que estaba hablando conmigo misma.
Realmente necesito un par de hermanos, la soledad me estaba volviendo loca.
Y lo peor es que estaba segura de que Nico lo estaba haciendo apropósito.
Solo quería hacerme miserable.
— Solo está jugando contigo, tonta.— Me volví a decir, quitando las arrugas de mi falda.— Eres una chica lista, no te dejes engañar por él.
Me dije a mi misma antes de salir de mi cabaña en dirección a la cabaña de Apolo para encontrarme con mi cita.
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Camine a zancadas hacia mi cabaña, mi ropa pesaba y mis zapatos estaban llenos de agua, totalmente empapada de pies a cabeza. Mi cita se trató de un lindo paseo en canoa por el lago a la luz de la luna, romántico y perfecto para una primera cita memorable, claro antes de que la canoa se volcara y ambos cayéramos al agua.
