Horizonte

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Mis ojos se llenaron de lágrimas al mirar el ocaso, el sol se escondía lentamente mientras el violín en mis manos interpretaba una canción tranquila, una melodía tan suave que sería capaz de conmover hasta a la persona más insensata y que, en aquel atardecer hacía llorar a los árboles y al viento, hasta las aves habían cesado su bello canto, tan sólo para oír las notas que tristemente danzaban en el aire hasta desaparecer entre las ramas de los árboles.

El panorama no era muy esperanzador, me encontraba solo en aquel risco donde colgaban mis pies al estar sentado en la orilla, tocando entre la vida y la muerte. Tenía dos opciones a la vista: permanecer allí, inmóvil y tranquilo como si estuviera dormido, o saltar a los brazos de la muerte, en un lugar donde nadie nunca me encontraría, y ahí, mi cuerpo y alma se volverían uno con el milenario bosque de pinos, abetos y alerces que se erguía a mis espaldas y bajo mis pies.

La lápida que yo mismo había levantado con una gran roca que encontré en aquel lugar y donde había colocado una pequeña placa de metal que tenía escrito mi nombre parecía mirar la triste escena, manteniéndose estable en la blanda y negra tierra del bosque que cubría el área donde había enterrado una caja con mi pequeño tesoro; una pequeña caja de metal dónde guardé uno de mis castaños mechones, mis anillos, una rosa de papel, mi libro favorito, fotografías de las personas más cercanas a mí, una carta de amor y mi canción, esa hermosa creación que había hecho para alguien especial, aunque ahora había sido un esfuerzo en vano.

En cuanto acabé mi interpretación, guardé el violín en su estuche y me levanté del sitio donde me hallaba, coloqué el instrumento frente a la estela y deposité un beso en la roca, luego volví a acercarme al risco, miré por última vez aquel hermoso atardecer y sin más, salté de la plataforma rocosa, sintiendo el aire cruzar entre las hebras castañas de mi cabello, así como este golpeaba mi rostro y susurraba tristemente a mi oído, cerré los ojos, no quería ver nada más con esos orbes color café, todo acabó en un destello color verde combinado con la luz de las estrellas que comenzaban a despertar y a tintinear, pero esta vez no parecían haber brillado felices y traviesas como solían hacerlo.

Supongo que os preguntareis el porqué de tan drástica decisión, para ello lo más sensato es regresar un par de páginas en el libro de la vida al tiempo en el que la decadencia y la mala suerte comenzaron a arribar a mi vida.

Vivía en un pueblo bastante tranquilo, todo el mundo se conocía ahí, yo no era la excepción, las luces del escenario siempre estaban sobre último descendiente de una de las familias más influyentes de la ciudad, mis padres habían muerto un par de años atrás, en la víspera de mis diecinueve años, un accidente era lo que había dicho la policía. Yo nunca creí esa versión, la zona en que ocurrió fue una zona segura, además que las marcas de llanta que estaban en la carretera indicaban que alguien lo había causado. Pasé por momentos muy difíciles, sin embargo, el duelo fue corto, nunca fui muy allegado a ellos y su pérdida no fue muy dura, las cosas no cambiaron mucho, puesto que, nunca estaban en casa, siempre estaba solo.

Nadie recuerda al chico, al menos la parte de la historia en donde solía ser amable, lindo y agradable con todos, bastó con un mal día para que una vida que recién florecía, mi vida se viera arruinada, ese maledetto 3 de diciembre en que la sinfonía llegó a un decrescendo. El día había comenzado como cualquier otro, el sol se elevaba por el oriente, llevando calidez hasta el último rincón de aquella habitación, sin embargo, fue la alarma la que me separó de los brazos de Morfeo, una sonrisa se fijó en mis labios y me levanté tranquilamente, no tardé nada en vestirme y arreglarme antes de tomar mis cosas e ir a la escuela, las nuevas posibilidades eran esperanzadoras aquel día, con una sonrisa dirigí mis pasos hacia el salón en donde tendría clases aquel día, conocía aquel recinto de arriba hacia abajo, cada esquina, cada secreto, no era novedad, puesto a que el edificio había sido sede de aquella universidad durante varios siglos ya, teniéndose varias historias, leyendas más bien; desde una dama que lloraba en los jardines, hasta la supuesta aparición de uno de los miembros de la dinastía Medici en los pasillos, la gente inventa tantas cosas en la imaginación colectiva que, resulta asombroso, simplemente maravilloso.

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⏰ Last updated: Dec 29, 2023 ⏰

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