La lluvia no deja de golpear el techo de mi casa. "el día es perfecto para escribir" digo casi sin pensar. Dirijo mis pies a la cocina para poder prepararme un café frío con leche. Tomo la jarra de la cafetera, pongo 2 cuartos de café en mi vaso favorito que tiene el rostro de Gilbert Blythe con una mariposa naranja, un cuarto del baso lo lleno con hielos y el resto le agrego leche.
Doy un sorbo a mi preparación y mi corazón se pone feliz, muevo mis manos soplando mi rostro y doy pequeños saltos, para poder demostrar lo delicioso que se encuentra esto.
Tomo mi computadora y me siento en mi cama, mientras se enciende pienso en el día, en la semana, el mes y el año que estoy viviendo, muchas cosas cambiaron, y a la vez nada lo hizo.
Abro Word y me pongo a escribir todo lo que se me viene a la cabeza, ideas, pensamientos, rimas, poemas, incluso una que otras melodías que se mezclan con los pensamientos.
Mamá aparece por la puerta, las ojeras en su rostro son más grandes y negras que días anteriores, pero su sonrisa está intacta, no puedo evitar sonreír al verla caminar hacia mí, con los brazos extendidos apunto de abrazarme.
-Luz, amor, buenas noches- hablo por primera vez, enrollando sus flacos brazos alrededor de mi cuello y acariciando mi espalda.
- Mamáááá- alargue la palabra cuando, al alejarse, saco una pequeña flor silvestre del bolsillo de su delantal. – Sabes que son mis favoritas.
-Lo sé, de una flor para otra flor. – extendió su mano con la flor en ella.
Mamá, una señora tan gentil y hermosa, trabaja tan duro para poder darme la vida que ella no tuvo a mi edad. No puedo dejar de amarla.
Cuando ella se va, arrimando la puerta, pero sin cerrarla por completo. Vuelvo a la hoja en blanco que me da tanto miedo y me genera un poco de ansiedad, porque todas las ideas que se me vienen a la cabeza durante el día, no se dejan ver cuando me siento a escribir, o cuando tomo un papel para plasmar mis ideas.
Llevo aproximadamente 7 u 8 años escribiendo, desde pequeños relatos, hasta grandes ideas, incluso algunas pequeñas canciones y poemas. Pero nunca llego a concretar nada, tengo grandes ideas, pero por alguna extraña razón nunca pude terminar algo.
Una y otra vez leo mis cortos borradores, cambio muchas cosas y tengo grandes ideas, pero como ya expliqué, no puedo plasmar lo que me imagino.
Y no puedo solo escribir sin sobre pensarlo, tengo que organizar todo, aunque eso es muchas veces lo que me frena.
La lluvia se intensifico y me saco de mis pensamientos. Un refusilo se asoma por la ventana y me tapo los oídos porque ya se lo que viene, un trueno.
Un gran estruendo hizo que las paredes tiemblen, y pum, se fue la electricidad, pero por suerte en mi dormitorio instale un foco de emergencia, el cual se prendió al instante. Aunque la lluvia se escuchaba muy fuerte, puede sentir unas pequeñas patitas que venían corriendo hacia mí.
Por un momento me olvide que soy madre de una diminuta niña, llamada Alexia, la vi empujar con dificultad la puerta abriéndola de apoco y al llegar a mis pies comenzó a arañarme para que la tomara en mis brazos, acto que realice cuando pude volver a la realidad y no quedar embobada de la ternura.
La acaricié por un buen rato y no pude evitar que mi mente viaje al infinito y más allá, miré el reloj, había pasado 45 minutos desde que me senté a querer escribir, pero la lluvia no menguo, al contrario, se hizo más fuerte.
Mamá apareció por el umbral de la puerta con una caja de pizza y unas gaseosas de lata.
-Hoy el pedido llega gasta la comodidad de su cama señorita escritora. – no voy a negar que su comentario me lleno de alegría el corazón. – cómo no hay electricidad ni agua, pedí comida a domicilio.
Se sentó en la esquina de la cama y comimos en silencio, de vez en cuando le daba pequeñas caricias en la diminuta cabeza de Alexia, mirábamos la lluvia caer, pero cada una sumergida en sus pensamientos.
Ninguna le pregunta sobre su día a la otra, porque ambas sabemos que fue difícil y es mejor guardar silencio que tener que dar muchas explicaciones innecesarias.
Así son las cosas en casa desde hace unos meses, cuando nos mudamos, o podría decir, cuando tuvimos el coraje de huir.
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Brújula
Teen FictionUna brújula siempre marca el camino indicado, el camino necesario a recorrer para nuestra ubicación deseada. Mi brújula se desorientó un poco, no sabía a donde correr, no sabía ni siquiera cual era esa meta. Mi papá me había dicho que tenía un prop...