Gaara
Todavía me cuesta entender como fue que resistí toda la noche sin gritar o querer reír de la emoción, era algo inexplicable, algo molesto en el estomago y pecho, era algo llamado deseo. Estaba aterrada, pero eso no impidió que cuando el sol saliera yo caminara a través de la puerta principal y me dirigiera felizmente hasta el cementerio.
Toby estaba dejándole un jazmín a mi madre, lo había hecho repetidas veces durante estos últimos días, y me agradaba bastante su forma de transmitirme que el entendía lo que me pasaba, era liberador.
—Hola, llegaste temprano— habló al verme a su lado. Camine más cerca de el, acortando el espacio entre nuestros hombros.
—Si, quería...— tome aire, me dolía— quería ver a mis padres.
Él asintió, estaba callado y su respiración era serena. Lo observé sin notarlo por unos segundos, tenía una mirada distante y sentía que algo le pasaba. —¿Estás bien?—interrogué mirándolo.
—Si, estoy algo cansado, pero bien—calló por un segundo y volvió a tomar aire—Ven, quiero mostrarte algo.
Tomó mi brazo y me guió a un árbol en el que nos sentamos. Dejé que me tocara y estaba sorprendida por eso, no me molestó, se sintió como algo nuevo.
Acomodé mi bolso a un lado y me senté apoyando mi espalda en el tronco, Tobías sacó su celular y unos audífonos de su bolsillo, suponía que me mostraría un video o canción.
—Esta canción que estoy por mostrarte es mi favorita de todos los tiempos, solíamos cantarla con Oscar, y sigo cantándola cuando estoy solo—Me generó una sensación tan plena y tierna en el pecho, él no era el único tenía una canción que lo destrozaba y sanaba a la vez.
—¿Cuál es su nombre?— pregunté mientras me colocaba un audífono.
—Against all odds, de Phil Collins.
La relajante melodía de un piano comenzó a sonar, se sentía triste, romántica y elegante; la letra avanzó y cada vez que el piano aumentaba mis hombros se movían de lado a lado. Permanecí con los ojos cerrados toda la canción, podía sentir la letra y entender el sentimiento que él cantante quería expresar.
Aunque este tema era de Oscar y Tobías, sentía que se estaba volviendo nuestra en el momento en el que mi mano rozó la suya y solo sonreí y me dejé llevar por el ritmo.
La canción terminó y en mi pecho dejó un camino de emociones que me llevaron a sonreír ampliamente y mirar a Tobías.
—Toby, es la canción más hermosa que he oído.
Su ceño se frunció y formó una media sonrisa, algo confundido.
—Me dijiste Toby—notó.
Al darme cuenta de aquello solo sonreí un poco más, aunque por dentro la duda y el miedo comenzaba a carcomerme, no quería echarme hacia atrás ahora. Le enseñé la canción que mis padres bailaban y la cuál me hacía morir y renacer cuando la escuchaba.
Ese día me sentí distinta, espacial, como si todo lo que había vivido solo había sido una pesadilla y ahora finalmente estaba comenzando a salir un sol en ese sueño. Era agradable estar junto a él, era agradable darme cuenta que la abuela aún estaba conmigo y me quería.
—Debemos irnos—habló al notar que oscurecía y que yo cabeceaba. Asentí y tomé mi bolso tratando de levantarme.
Extendió su mano hacia mi y me levantó, mi cuerpo chocó con su pecho por el impulso y ambos nos quedamos sorprendidos, mi respiración cambió rotundamente ahora estaba alocada y no me gustaba ese sentimiento.
Su mano acarició lentamente mi brazo, frenó en mi hombro y me alejó con un suave gesto—Bien, nos vemos—dijo para irse en menos de un segundo sin dejar rastros de lo que acababa de pasar y de todo lo que sentimos esa tarde.
Comencé a caminar hacia casa, estaba todo más oscuro que siempre y sentía frío, mucho frío, las hojas de los árboles caían sin parar y la brisa golpeaba mi cara congelándola. Había avanzado unas cuantas calles cuando sentí que alguien caminaba por detrás de mí, no quería voltear porque sabía que era solo una persona transitando por esa calle, o eso quería pensar.
Apresuré el paso y al mismo tiempo noté como la persona que se encontraba detrás era aún más rápida y me seguía, ahora si estaba asustada pero si corría el notaría que tenía miedo. Cuando menos me lo esperaba el extraño tomó de mi brazo y me empujó a un auto, todo se volvió negro cuando mi cabeza chocó con el techo de tal mientras intentaba huir, no sentía ni veía nada.
Oí como algunas cosas tocaban el suelo y como alguien maldecía una y otra vez, mi cabeza dolía un infierno; mis ojos se abrieron lentamente y con dolor, la luz era escasa y cuando reaccioné ante lo que había pasado me levanté de golpe y pegué un grito, nada recomendable en el caso de un secuestro.
Un hombre entró en la habitación enseguida y se me quedó viendo algo sorprendido, era alto con cabello oscuro y aparentaba menos de 50 años, tenía un rostro bellísimo pero escalofriante a la vez, sin sentimientos. Lo que más llamó mi atención fueron su ojos, tenía un ojo gris y otro verde como los míos.
—No hace falta que grites, no voy a hacer nada— lo escuché decir mientras se acercaba y tomando una silla se sentaba frente a mí.
—Eso suelen decir en momentos como estos, para luego matar a la victima y esconderla bajo un puente o algo así.
Él se me quedó mirando con una sonrisa sarcástica y una de sus cejas elevadas—Ves muchas películas—comentó.
Levanté mi hombros y me acomode en el suelo tratando de alejarme un poco.
—Mi nombre es Kalas, pero puedes decirme Kal— se acomodó en la silla y me dió un momento de silencio para que le contestara.
Me quedé en silencio ¿qué quería que dijera? No me importaba quien era él, quería ir a casa.
—Soy Gaara.
Kalas asintió despreocupado—Se quien eres Gaara, la pregunta es ¿sabes quien soy yo?—cuestionó. Miré confundida, tenía algo especial que me generaba, aunque suene extraño, confianza. Pero eso no hacía que quisiera saber más de su psicopata vida.
—Ehh ¿eres Kalas?
Su risa invadió el silencio de la habitación. Sí, era una pregunta estupida.
—Gaara, yo no te traje aquí de esta forma para hacerte daño, de hecho eres lo más importante que tengo.
Mi mente quedó completamente en blanco cuando dijo aquello, no lo había visto en mi maldita vida y venía a decirme que yo era lo más importante de la suya, definitivamente él era un psicopata.
—¿Qué soy que?—pregunté asustada como confundida.
Kalas suspiró pesadamente y se balanceó en la silla.
—Soy tu tío Gaara, hermano de Chris, tu padre.
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Gaara
Novela JuvenilGaara sufre la muerte de sus padres al igual que toby sufre la de su mejor amigo. Un encuentro en el cementerio, charlas; secretos que Gaara descubriría. Dos almas oscuras, vacías. Amar y enfrentar el dolor de ese modo no era algo que ellos querían...