Capítulo 1: Dos granos más y me recibo de choclo.

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- ¡Basta mamá! Es mi habitación, y yo decido que hacer en ella.- dije, echa una furia- Estoy a punto de cumplir 14, y toda mi vida odie a las Barbies, y eso no cambió.

- Becca ¡A mi me hablas bien, primero y principal eh! ¡Que yo no soy ninguna amiguita tuya para que me trates así!- y ahí, mi dulce y atenta madre, se transformó en Cruella de Vil.- Sería un desperdicio tirar todas estas muñecas…

- Ajj, no me importa lo que hagas con ellas, solo quiero que no invadan mi espacio, si querés se las dejás a Macarena, pero que no estén en mi cama.

- Está bien, Rebecca, se las dejo a tu hermana… Parece que fue ayer que jugabas con las muñecas…- genial, ahora Cruella se puso melancólica.

- Mami, yo nunca jugué con las Barbies.- mi paciencia estaba al límite, llevábamos semanas discutiendo sobre este estúpido tema, y ella no se cansaba de llevarme la contra, así que preferí salir de, la que antes reconocía como mi habitación, y dirigirme a tomar algo.

Las vacaciones de verano estaban acabando, y como todos los años, la limpieza una semana antes del comienzo de clases, había llegado.

Usualmente, Maca, mi hermanita menor, era la que más se emocionaba por este estúpido día. Pero, hoy, a diferencia de años pasados, había huido con papá y Tutty, dejándome a mí con la loca.

Los odiaba por hacerme esto, pero, iba a vengarme.

Me extrañó mucho que mi desastre menor se haya ido, le encantaba ordenar su cuarto, siempre decía que encontraba “tesoros nuevos”. Sonreí al recordar eso, ella y mamá eran idénticas, descontando los muuuuchos años que las separaban. Pero, comparando una foto de mamá cuando tenía 5 años, daba miedo. Eran, prácticamente clones. Ambas aparentando ser frágiles muñequitas de porcelana, con sus ojos verdes y esas largas pestañas que los hacen más grandes de lo que ya son, con nariz pequeña, pómulos marcados y tirabuzones morochos cayendo por sus espaldas. Y no solo anatómicamente son odiosamente iguales, si no que también sus personalidades son parecidas. Dulces, simpáticas, educadas, solidarias, agradables, encantadoramente manipuladoras, orgullosas y modestas.

En cambio, Benjamín, Tutty como le digo yo, con sus 17 años, se parece más a papá. Su cabello rubio y lacio que siempre se lo peina al costado, a diferencia de papá que lo hace para atrás, sus ojos celestes, y “esa sonrisa manipuladora”. Seductores, atractivos, estirados, tiernos y transparentes.

Mis dos pesadillas habían heredado lo mejor de los genes familiares, mientras que yo, parecía Fiona. No tengo esos rasgos delicados de mi mamá y mi hermana, si no “curvas”, que para mi, me hacen ver gorda y caderota, mientras que dos grandes pechos, que muchas veces no me permiten verme los pies, o simplemente rascarme el codo, rebotan si salto o corro, mis ojos eran negros sin ninguna gracia, y mi cabello era de un castaño rojizo.

Otra vez más, me distraje en mis pensamientos, y no escuché que los tres sin vergüenzas que me habían abandonado, llegaron.

- ¿¡¡¡SE PUEDE SABER DONDE ESTABAN!!!?- exploté gritandole a mi familia, que recién había llegado.- Se fuernos a las 10 de la mañana y son casi las 8 ¡Me abandonaron con la loca!

- Rebecca, no hables así de tu madre.- me retó papá, que cargabaa Macarena dormida- fuimos a hacer las compras…

- Ah, si? Tardaron casi 8 horas. Y dónde está lo que compraron?- mi interrogatorio había comenzado.

- Eh… No es de tú incumbencia Bec- y ahí, hizo su presentación el “macho alfa” de la familia, Benja.

- No estoy hablando con vos, así que podes ir llevando tu odioso trasero a tu cuarto que vos también debes que ordenar.

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⏰ Última actualización: Feb 25, 2013 ⏰

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