Majolina - One shots

Encontrarnos

Ni bien llegamos a la habitación me puso contra la pared, me quitó la blusa y el pantalón y comenzó a besarme fuertemente, su lengua recorría toda mi cavidad bucal y sus manos recorrieron mi espalda soltando el broche de mi brassier y quitándomelo de un solo tirón, luego sus fuertes manos tocaron mi trasero para retirar mi tanga, rápidamente me pegó a su cuerpo y pude sentir su erección y gemí fuerte, mis pezones se pusieron duros, la deseaba demasiado.
P: Por favor cógeme, te deseo mucho (jadeando)
MJ: Convénceme (susurrando)

Caminé hacia la cama y me senté, comencé a tocarme, primero mi cuello, luego mis pechos, a los cuales les di más atención, pellizcando y frotando mis pezones, a la par que pequeños gemidos salían de mi boca, luego acaricié mi abdomen hasta bajar a mis piernas y abrirlas para comenzar a frotarme, antes de hacerlo la miré, me miraba atentamente y se pasaba la lengua por sus labios.
MJ: Me encanta cuando te tocas
P: Lo sé (mordiendo su labio inferior)

Comencé a estimularme, se sentía delicioso hacerlo delante de ella, era excitante ver como sus ojos verdes no me quitaban la mirada de encima mientras se quitaba la ropa y quedaba totalmente desnuda, yo gemía bajito por mis propias caricias y por ver su hermoso cuerpo después de tanto tiempo.
P: (Con sus dedos hace un ademán para que María José se acerque)
MJ: (Acercándose a la cama)
P: Necesito tus dedos en mí

María José comenzó a acariciar mis piernas mientras me besaba con lujuría, hasta que sentí sus dedos frotar mi húmedo centro justo como quería, comencé a gemir cada vez más fuerte, esta mujer siempre había sabido cómo darme placer, uno de sus dedos comenzó a introducirse en mí mientras otro hacía círculos en mi clítoris, yo no quitaba las manos de mis pechos, los masajeaba para complementar mi placer, poco a poco fue introduciendo otro dedo más y solo bastaron unos minuto para que yo me viniera escandalosamente mientras ella besaba mi cuello.

La amaba tanto, no quería que esto acabe, así que ni bien me recompuse me puse encima de ella y con una mano comencé a masajear su miembro y con la otra, sus tetas, sabía cómo a ella le gustaba que la toquen, y por sus gemidos, entendí que no me había equivocado.
Mi mano subía y bajaba mientras ella gritaba alto mi nombre hasta que se vino deliciosamente en mi mano.

Sus pezones estaban rojos y su rostro sudado, se veía más hermosa que cuando fantaseaba con ella, sentadas comenzamos a acariciarnos de nuevo mientras ella chupaba mis pezones, me encantaba cuando lo hacía, yo le acariciaba el cabello y le decía cuánto deseaba tenerla así.
En un momento, volvió a tener una erección y no dudé en hacerme a un lado y sacar del cajón de mi mesa de noche un condón que se lo puse de la forma más sensual que se me pudo ocurrir, me sentó en su encima y con sus dedos rozó mi centro, estaba mojada.

Tomé su miembro y lo introduje en mí directamente, comenzamos a movernos cada vez más rápido, de adelante hacia atrás mientras ella tocaba mis tetas y yo las suyas, ambas gemíamos alto, hasta que comencé a sentir mis piernas temblar y pude sentir como los dedos de mi rubia frotaban mi clítoris para darme más placer hasta que llegué a mi clímax.

Ella aún no había llegado a su orgasmo, así que me puse de espaldas y volví a introducir su miembro en mí, y comencé a moverme rápido y fuerte mientras ella me acompañaba con sus caderas, con mis manos tocaba sus testículos para darle más placer, hasta que llegó a su placer máximo gimiendo mi nombre, ese es de mis sonidos favoritos en el mundo.

Me acosté al lado de ella y comenzamos a besarnos tiernamente, yo la amaba tanto, no quería perderla, haría cualquier cosa por ella.
P: ¿Te gustó?
MJ: (sonriendo) Tú qué crees
P: (se sonroja)
MJ: ¿Y a ti?
P: Siempre me fascina estar contigo así, me encantas
MJ: Y tú a mí
P: Te amo, María José
MJ: (se acomoda un poco y su mirada se pone seria) Yo...
(suena el celular de Paulina)
P: (lo toma y mira la pantalla) Y ahora qué querrán las chicas del cabaret (se levanta de la cama y va a contestar)

Después de un rato Paulina regresa.
P: Dicen que Elenita se ha puesto mal, tengo que ir a verla.